40. Lo que sucedió

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La recepción para celebrar es en el mismo edificio solo que otro salón, uno mucho más grande, los padres de Damien son personas amables a las que parezco caerles bien, la señora Nadia no dice nada acerca del episodio en el pasillo lo que agradezco, Sergio insiste en tomarnos mil fotografías con su teléfono hasta que consigue una que le gusta lo suficiente para ponerla de perfil en sus redes sociales, yo en medio de ambos sonriendo sin mostrar los dientes siendo abrazada por los dos, sencilla, simple y bonita.

Bailo un par de piezas con Damien y otras con Sergio que no deja de hacer comentarios tontos que me hacen reír, sin embargo, la sensación desesperante de estar cerca a Gideon sigue presente, me quito la túnica dejándola en la mesa donde están mis suegros, ellos sonríen ante la visión de una yo en uniforme de la escuela mágica del mundo de Harry Potter y ya sin extensiones en el cabello porque no las soporté mucho tiempo, les devuelvo el gesto antes de caminar hacia el baño buscando alejarme un momento del ruido, sintiéndome ahogada.

Envío un mensaje a Monett diciéndole que encontré al conductor fantasma, ella histérica me pide que llame a la policía, no quiero arruinar el momento triunfal por el que tanto se esforzó Damien así que suspiro calmando mis impulsos y salgo del baño dispuesta a por esta noche dejar el asunto sin remover. Apenas pongo un pie fuera del baño Danilo disfrazado de príncipe se interpone en mi camino, no quiero hablar con él así que intento esquivarlo pero no me deja, sujeta mi muñeca cubierta por la manga del saco del uniforme.

- disculpe, intento pasar - reclamo agitando mi mano para que me suelte pero el aprieta el agarre

- solo quiero saludarte, Katania - dice con una sonrisa más falsa que mi cabello largo

- no me interesa, permiso - gruño empujándolo con todo mi lado brusco, alcanzo a ver al final del pasillo a Sergio hablando con un muchacho, pero no está mirándome - voy a gritar, lo juro

- no te pongas salvaje, niña - se burla tomando mis muñecas con una sola mano, me empuja contra la pared haciendo que me queje porque dolió, alza mis brazos por encima de mi cabeza y acerca su rostro peligrosamente al mío

- ¡Suéltame! - chillo removiendome con toda la rabia que me da la situación, un Medina me quitó a mi madre y otro intenta joderme la existencia

- el imbécil de Montenegro parece quererte mucho - menciona sin liberarme, la circulación de sangre por mis muñecas se corta dando un cosquilleo incomodo - pareces demasiado linda para él

Grito porque si algo soy es escandalosa y mi fuerte siempre será el ser ruidosa al nivel irritante del zumbido de una abeja, Danilo corta mi alboroto uniendo nuestras bocas, el asco me embarga dándome desesperación y estoy a punto de subir la rodilla para impactarla justo en medio de las piernas del estúpido cuando alguien me lo quita de encima, caigo al suelo al perder el equilibrio mientras veo a Damien golpeando directamente en el rostro a Danilo con el puño repetidas veces, se enfrascan en una pelea acalorada que parece no va a detenerse hasta que Sergio aparece con el muchacho que había estado hablando antes, los separan y yo me pongo de pie para abrazar a Damien.

Siento el latir frenético de su corazón cuando mi rostro se oculta en su pecho, está jadeando furioso, uno de sus brazos se enrolla en mi cintura apresandome contra su cuerpo, mis manos se aferran a su camisa por detrás.

- ¡Estas demente! - grita Sergio hacia Danilo sosteniendo a Damien para que no siga peleando - ¡Sabes que ella es la chica de Damien! ¡Siempre quieres lo que él tiene!

Sergio nos empuja hasta un pasillo vacío y regresa para arreglar el desastre, Damien sujeta mi mano y caminamos juntos hasta un balcón, la vista de la ciudad es hermosa desde aquí. El rubio se quita los lentes de contacto, la túnica la dejó hace un buen rato junto a la mía y la de Sergio en la mesa, me sujeto de la baranda y él me abraza desde atrás dejando la barbilla sobre mi hombro.

- ¿Estas bien? - me pregunta en tono bajo mirando varios pisos abajo, a la calle distante donde varios autos pasan

- si - respondo dejando que su calor corporal me envuelva, es reconfortante - Damien, ¿Recuerdas que dije que mi madre murió en un accidente de tránsito cuando yo tenía ocho años?

- no tienes que hablar de esto, abejita - dice mientras sigue aferrado a mi como si fuese su polo a tierra firme, niego con la cabeza dando a entender que seguiré narrando los sucesos de aquel catastrófico día

- había ido a recogerme de la escuela, íbamos directamente a casa, dijo que había cocinado mi almuerzo favorito, era medio día y hacía calor - los recuerdos son dolorosos pero se siente vez decirlos en voz alta por primera vez después de tanto tiempo - yo iba en el asiento trasero, estaba entretenida con una calcomanía así que no le presté atención a la calle hasta que las luces de otro auto me cegaron un segundo, subí la mirada y vi directamente el rostro de aquel conductor, sus rasgos faciales quedaron impresos en mi memoria con mucha claridad

- estaba borracho - adivina Damien con la voz rota, afectado al imaginarse seguramente ese momento

- si, iba a toda velocidad y mamá no tuvo tiempo de esquivarlo, los dos autos colisionaron de frente de lleno - mi cabeza se recuesta en su hombro y él deja un beso en mi cien con suavidad, es delicado - nosotras dimos varias vueltas por la calle pero el otro auto consiguió mantenerse en línea, a través del cristal roto lo vi acelerar y aún con el coche destrozado se alejó, mi cabello estaba muy largo y quedó atascado entre las latas, mamá se golpeó la cabeza muy fuerte y estaba inconsciente pero aún vivía, la policía tardó demasiado en encontrarnos, para cuando llegaron ella ya se había ido

- lo lamento mucho, Katania - susurra y me giro entre sus brazos para verlo a la cara

- nunca olvidé al conductor que nos abandonó allí, esta noche volví a verlo, Damien - admití, él frunció el ceño confundido sin encontrar nada para decir - fue Gideon Medina, él es el culpable de la muerte de mi madre

Decirlo en voz alta hace que parezca más real, Damien adquiere una expresión de fiereza y paso mis brazos por su cuello para sentir que alguien me sostiene, me protege.

Dulce CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora