Capítulo 8: Parte 2

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Dos de los cinco secuestradores ardieron por el fuego, fueron los más cercanos a Julie; a su vez, uno de los tres restantes corrió hacia la salida para huir. La pequeña niña convertida en Chaos soltó un terrorífico grito y se transformó en una oscura neblina para desvanecerse en el aire. Por otro lado, la descendiente del sol no se quedó de brazos cruzados, ella agarró la espada más cercana, la cual sostuvo anteriormente uno de los sujetos. Con el mango de plata entre sus manos, el anillo en su dedo se iluminó con intensidad y la cabellera rojiza de la fémina ondeó semejante a un intenso fuego.

—¡Aléjate de él!

Julie gritó mientras corría hacia su enemigo para dar un corte en el aire con una destreza similar a un espadachín experto. Gracias a sus años aprendiendo a manejar algunas armas logró herir al hombre, este agonizó y se retiró unos pasos atrás. Ella aprovechó para dirigirle unas palabras a su compañero

—No soporto verte así, Archer. Levántate y luchemos para salir de este lugar —Sus luceros se clavaron en los grisáceos—, juntos.

El chico alzó su mirada para toparse justo con la ajena cuando se dirigió hacia él. Esa cabellera rojiza resplandecía como el mismísimo fuego, era intensa, valiente e independiente.

«Esa mirada», pensó Archibald, «Puedo ver a las llamas ardiendo en esos ojos azules».

Hace unos segundos él estaba sumergido en un abismo oscuro, entre sus recuerdos y traumas del pasado, pero Julie a pesar del miedo logró levantarse para pelear. El chico podía ver su determinación y ganas de luchar para obtener su escape. Una parte suya aún estaba afectada por el miedo, aun así, no podía dejarse vencer. Esa calidez ajena se le estaba contagiando. Esa misma osadía y admiración, al encontrarse con una joven buscando rescatarse a sí misma, lo llenaba de energía.

Se levantó, por fin, y le dedicó una mirada de osadía.

—Juntos.

La pelirroja sonrió, «Ese es el chico que conocí», pensó.

Al regresar su vista al frente se topó con un furioso hombre gruñendo bestialmente y a su lado se encontraba preocupado el único sirviente todavía presente. Elías gritó y al segundo se transformó en un Chaos semihumano, para después correr hacia la chica.

Ella bloqueó el rayo oscuro de su contrincante. Por otro lado, el hombre restante también intentó atacar a la muchacha, pero Archer lanzó un chorro de agua para empujarlo hacia atrás.

Las parejas de peleas ya estaban decididas. Elías continuó lanzando ondas, esferas y descargas de sombras, pues el poder de los Chaos era manejar las tinieblas. Julie respondía con espléndidos cortes y tajos para defenderse. Archer usaba picas de hielo y cuchillas de viento para herir a su contrincante, mientras este usaba sus tinieblas para lanzar llamaradas negras.

De un segundo a otro, el anillo en la diestra del chico ardió demasiado, como si quemara su piel. La reacción involuntaria del príncipe fue quitarse el anillo y lanzarlo lejos. En ese momento no pudo darse cuenta que, luego de días, logró sacárselo como si nada.

—El cristal —siseó el Chaos— ¡El cristal!

Archer al voltear donde lanzó la sortija se encontró con un trozo de gema azul. El monstruo saltó para agarrar el tan apreciado objeto, pero segundos antes el muchacho se dejó llevar por su instinto para brincar a protegerlo. Una vez el chico lo tomó entre sus manos, lo abrazó contra su pecho. Fue un simple movimiento hecho sin pensar, aunque consigo trajo la desaparición de la piedra, pues atravesó su pecho sin causarle dolor.

—¡El cristal de Luna! —aclamó Elías.

—¡Yo soy tu rival! —le recordó Julie.

El Chaos brincó hacia la pelirroja, usando sus largas garras como pequeñas cuchillas, pero la joven las bloqueó con su espada. La bestia gruñía mientras hacía fuerza buscando ganarle, en tanto, ella usaba cada vez más de la suya para resistir. Un minuto, dos y, finalmente, logró empujarlo hacia atrás.

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