Capítulo 5: Parte 2

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Julie se levantó del suelo y limpió la falda de su vestido, después, sin siquiera pedirlo, se acercó una muchacha de aspecto muy angelical; su cabello rizado llegaba hasta sus hombros, tenía unas redondas mejillas pecosas y sus ojos grandes embellecían aún más sus iris grises. Era de cuerpo pequeño y delgado, Julie misma pensó que se quebraría ante el mínimo golpe; pero, en realidad fue una de las más fuertes controlando el poder de su gema.

—Es absurdo creer que la valía de uno se limite a realizar aquello que todos pueden, como si tener una habilidad única es un disparate.

—¿Ah?

—Digo —reiteró la chica—, por algo estás en Veneficus, ¿no? El cuarto nivel de formación. Debes tener algún don diferente a controlar tu magia y por eso estás aquí; pero, la sociedad se ha acostumbrado a aceptar solo lo que más ve y conoce, rechazando las características únicas. En parte, es una actitud muy conformista.

A ojos de la pelirroja le resultó un pensamiento interesante, ciertamente su primera impresión de la joven era: «una persona culta con ideas diferentes a las normales, aunque, también muy habladora»

¿Interesante? Sin duda.

—Claro —Sonrió—, no todo es poder.

—No todo es poder, exacto —Se acomodó uno de sus rizos detrás de su oreja y, después, extendió su palma hacia al frente—. Angeline Bouchard.

—Julie Ross.

Fue un simple apretón de manos, pero suficiente para llenarse de luz y paz en su interior. Estuvo a punto de explotar, mas, las oraciones de Angeline calmaron su enojo en unos segundos; sin embargo, los estudiantes bromistas no tardaron en hablar otra vez, ahora a los cuatro vientos.

—¡Angie, que no se te contagie la inutilidad! —exclamó Renee.

—¡Mejor vete a pavonear en otra dirección!

Ella iba a pelear a golpes de ser necesario, Julie se percató de eso al ver su posición de defensa. Por un instante se sintió fastidiada por la frase previa de la rubia, pero, se le escapó una risa al mirar a la pequeña Angeline a punto de luchar; como observar a un tierno conejito gruñón queriendo enfrentarse a un poodle.

El adorable ángel volteó su mirada hacia la pelirroja, todavía tenía sus mejillas rojas por el enojo, aunque también expresó en su rostro algo de confusión.

—Usted es... —murmuró Julie.

—Tú, trátame de tú. También soy una becada, así que estamos en la misma posición social.

—Está bien.

Ambas solo se observaron en silencio, como si las palabras fueran innecesarias. Cada una comprendía los sentimientos de la otra, igual a encontrar a una fiel aliada en medio de un combate. Era un encuentro acogedor e inolvidable. Entonces, llegó la profesora Joyce Belmont para interrumpir el dulce momento; usando un uniforme negro, con rasgos parecidos al de un guardia, dagas colgando en su cadera y las manos escondidas detrás de ella. Su cabello estaba recogido en una coleta y se podía ver una seria mirada reflejada en esos ojos cafés.

No saludó al entrar, solo caminó hasta colocarse frente a los maniquíes y dio su primera orden:

—Todos agarren un arma y elijan un compañero, voy a evaluar sus conocimientos.

Julie sonrió, ¡Era hora de su venganza!

Angeline, en cambio, le ofreció a la pelirroja trabajar juntas. Ambas fueron a prepararse, las dos escogieron espadas, como mucho de los estudiantes presentes.

Archer no fue la excepción, él veía con gélida mirada la hoja blanca, tan reluciente y limpia. Sus dedos se aferraron al mango y luego empezó a dar tajos contra la lanza de su compañero, un moreno cuyo cuerpo atlético hipnotizaba a cualquier damisela. El joven dio pasos apresurados hacia su contrincante y este respondía con mucha destreza, giraba y atacaba con rapidez, sin dudar ningún rato. Brincos, volteretas y picadas veloces, cada acción de los dos adolescentes formaba parte de un espectáculo, mismo que dejó embelesado a todos los alumnos.

Descendientes EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora