«¿Qué le parece tan gracioso?», se quejó, en tanto, peinaba sus rizos y acomodaba su ropa por si hubiera algo cómico en él; pero, no, se trataba de otra razón.
—Lo siento —comentó la jovencita entre risas—, es que recordé cuando te conocí.
Los músculos del muchacho se aflojaron.
—Me dijiste tantas cosas a la cara sin saber quién era.
—¡Vamos! —Arqueó una ceja— Aunque lo supiera te habría dicho lo mismo.
—Lo sé, es lo que me gusta de ti.
El rubor pegó de nuevo en las mejillas de la joven.
—Otra vez diciendo esas cosas —susurró ladeando la mirada al mismo tiempo.
—Lo lamento, no puedo controlarme a veces —Redujo la distancia entre ambos con pasos cortos y lentos, pero, la señorita no se alejó siquiera—, pero, eres tan valiente que me inspiras, tan refrescante como una brisa y estás llenas de sorpresas que me asombra cada día.
—Archer —le interrumpió preocupada—, cuando pronuncia esas frases tan lindas yo...
—Eres un sol, Julie Ross, mi sol. Rebosas de tanta pasión e intensidad que cualquiera queda hipnotizado por tu fulgurante espíritu. No lo sabes, pero, te convertiste en el sol de esta solitaria luna desde que tu valiente mirada se topó con la mía. No importa cuánto tiempo pase, el calor de tu brillo no se irá de mi con facilidad y no lo deseo.
—Estás provocando sentimientos indebidos en mí, Archibald. Es peligroso.
—No es mi intención endulzar tu oído para conseguir algo, las palabras salen por sí solas, soy tan apasionado y descontrolado como tú; pero, quería dejar en claro esto.
—¿Qué cosa? —se cruzó de brazos— ¿Qué estuvimos a punto de cruzar la línea prohibida por la profecía?
—Que no quiero alejarme de ti y mucho menos arruinar nuestra relación, cada día significas mucho más para mí.
—¿Estás...?
—Pidiendo perdón por decir frases cursis y acercarme a ti más de lo debido, solo anhelo que estemos bien.
La pelirroja suspiró, lucía como un cachorro abandonado y tierno. Liberó la tensión de su cuerpo y dio pasos hacia él, ignorando la poca distancia entre ambos. Entonces, sus manos agarraron las suyas y lo observó a los ojos con una leve sonrisa.
—Siempre seremos aliados, ¿lo recuerdas? —murmuró en voz baja para él.
—Jamás lo olvidaría.
Sus labios se acercaron al cachete ajeno y depositó un tierno beso sobre su piel, inocente y amigable.
El corazón del príncipe estaba a punto de salirse de su pecho; sin embargo, a su vez, él se obligó a mantenerse recto y no actuar por impulso
Era una simple amistad, solo eso.
Solo una amistad apretujando su alma con fuerza.
—Lo de ayer queda en el olvido —añadió la joven tras separarse unos metros de él y cepillar su cabello con sus dedos—, no pensemos en eso y no busquemos explicaciones.
«Es lo mejor», pensó el muchacho. Luego, su vista se fijó en la pintura de la pared, su amiga la estuvo contemplando antes de su llegada ¿Por cuál razón? Poseía trazos hacia distintas direcciones y ángulos, usando colores fríos para formar un paisaje invernal. Se trataba de un reino antiguo, con edificaciones blanquecinas y de cristal, repleto de árboles con copas llenas de nieve y algunas esferas traslúcidas iluminando diversas zonas. La aurora boreal yacía en su cielo, centellando de diversos tonos, y, al fondo de la nación se veía unas gigantescas montañas nevadas con un dragón azul descansando en el pico.

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Descendientes Eternos
FantasyHace mil años los descendientes del Sol y la Luna se amaron en secreto, sin imaginar la tragedia que eso traería; a pesar de todo, su romance perduró a través del tiempo en un juramento. Ahora han reencarnado, como Julie y Archer, con un solo propó...