Por primera vez, tanto el príncipe como la pueblerina, estaban aceptando su rol como portadores de las gemas del sol y la luna. Tal hecho enorgulleció a los espíritus e incluso los amuletos parecían colaborar en la misión; de pronto, las sortijas brillaron y quemaron la piel de los adolescentes. Cuando bajaron sus miradas observaron a los accesorios volverse en trozos de cristal levitando hacia sus pechos hasta desaparecer. Sí, tal como sucedió en la cabaña.
No hicieron comentario al respecto, se dejaron llevar por esa calidez irradiando en su interior y luego se levantaron para salir del salón.
¿Por dónde iniciar? No sabían.
Corrieron en los pasillos en busca de Angeline o alguno de los líderes, mas, en plena carrera escucharon una voz desconocida guiarles hacia un aula: «¡Por aquí!», gritó alguien y ellos, tan ingenuos, hicieron caso.
Al entrar a la habitación no encontraron a quien pronunció dicha frase, solo dos abrigos negros con capucha y una pañoleta para cubrir la mitad de sus caras; en las espaldas estaba dibujado de color dorado un sol y una luna juntos. Les pareció mucha coincidencia para ser casualidad, ¿Acaso lo planeó una persona? ¿Por qué? y ¿Cómo sabía de ellos?
—Esto es extraño —agregó Julie.
—Bueno, tienes razón, pero es conveniente. Si vamos a detener a los líderes debemos pelear con ellos y eso nos meterá en problemas, además, se correrá el rumor de lo sucedido y podría salir la noticia en el periódico. Si usamos esto podremos cubrir nuestras identidades y evitar todo ese lío.
—¡¿De verdad vamos a luchar con adultos profesionales?!
—¿Tenemos otra opción?
No había escapatoria, es cierto; además, mantener el anonimato era una sugerencia razonable. Ambos se colocaron las prendas y taparon su boca y nariz con el cuello, así, solo estaban visibles sus ojos mientras el resto se escondía bajo la tela. Por otro lado, Lúa escuchó mucho ruido proviniendo afuera de la academia. Al asomarse por la ventana, vio a una multitud mirando hacia el techo del castillo.
—Eh... —murmuró el espíritu— creo que Angeline está en el techo.
—Corramos —respondió Archer.
Salieron del salón y buscaron las escaleras directo hacia el último piso. Durante ese viaje esquivaron un montón de alumnos enloquecidos, encerraron a unos cuantos y noquearon a otros. Al llegar observaron al fondo a un par de adultos dirigiéndose hacia una puerta que al cruzarla llegarían a la terraza, donde estaba Angeline.
Julie todavía cargaba la espada robada a la chica que los intentó atacar hace un rato, en cambio, Archer tenía su don de manejar los elementos; él congeló los pies de la pareja de líderes, además de crear un muro de hielo a su alrededor y así poder cruzar la puerta sin mayor problema. Obviamente, los adultos se asombraron por ser retenidos y pidieron a gritos ser liberados.
No lo harían si pensaban matar al Chaos junto a Angeline.
Entraron a una pequeña torre con unas escaleras con llegada al techo. En la punta se encontraba Angie riendo con locura y gritando a los cuatro vientos.
—¡Vamos, vamos, dejen salir sus deseos más oscuros! ¡Vénguense de los que fueron injustos con ustedes!
Julie sollozó al ver a su amiga de esa forma; en definitiva, estaba siendo controlada por un Chaos. Quiso gritar su nombre, pero si hablaba tal vez se delataría. Archer rodeó sus manos con esferas de cristal y la pelirroja se colocó en posición de defensa.
Angeline bajó su vista hacia los adolescentes y luego sonrió con malicia.
—Oh, aquí están.
«No te saldrás con la tuya», murmuró el príncipe lo suficientemente alto para ser oído solo por la criatura. La poseída corrió hacia sus víctimas y a su vez salía de su boca un humo negro, pero inefectivo frente a las narices tapadas de los chicos.
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Descendientes Eternos
FantasyHace mil años los descendientes del Sol y la Luna se amaron en secreto, sin imaginar la tragedia que eso traería; a pesar de todo, su romance perduró a través del tiempo en un juramento. Ahora han reencarnado, como Julie y Archer, con un solo propó...