«Está despertando», murmuró una dama que al parecer se encontraba cerca.
Julie abrió los ojos y fue recibida por un cielo nocturno, despejado del color carmesí que observó antes de desmayarse. Al inicio permaneció recostada sobre un suelo suave, mientras recibía una brisa fresca y escuchaba olas de mar moverse en algún lugar próximo. Se sentía extraña y a la vez serena, era ese mismo sentimiento que tenía luego de despertarse de una pesadilla. De pronto, oyó sollozos y gritos de varias personas; así que se levantó con prisa y notó que se encontraba en la costa de Puerto Sion, descansando sobre la arena y frente al océano. Aparentemente, no era la única ahí, ya que varios mereños estaban sentados cerca. Observó en ellos diversas expresiones, desde tristeza hasta ira, múltiples emociones irradiadas en cada uno.
Se le formó un nudo en la garganta, pero, trató de respirar hondo para mantener la compostura. Luego, se dio cuenta de que algunos poseían heridas o sangre en sus cuerpos y reposaban, ya sea solitarios, junto a las sacerdotisas o en los brazos de sus familiares. En ese instante, su alma se desmoronó.
—Julie Ross.
La joven giró la cabeza y miró a Clair a su lado, usando el mismo vestido blanco; mas, ensuciado y con gotas rojas en la tela, de tal manera que lucía muy similar a sus recuerdos de la invasión en Ionix. No pudo responderle, quizás no deseaba hacerlo o se encontraba en hipnotizada por el lloriqueo de los demás resonando en sus oídos.
—Julie —repitió—, estamos en la costa y kilómetros lejos de Puerto Mer con los sobrevivientes.
Su tono fue muy suave y además habló con lentitud, pero no importaba la manera que dijera aquella frase, la realidad seguía siendo la misma. Regresó a la vista hacia los habitantes, quienes eran consolados por las sacerdotisas u otros mereños. Muchos estaban paniqueados, sollozando desconsoladamente o lanzando insultos a los cuatros vientos. No era de extrañarse, después de todo, lo habían perdido todo en pocas horas; además, al ver con más detenimiento, notó que la mayoría eran hombres adultos.
—¿Son todos? —cuestionó tras respirar hondo.
—No, un grupo de mujeres, niños y ancianos logró embarcarse hacia Chevilia.
—¿Cuántos?
—Según el Patriarca, unas cien personas aproximadamente.
«No es siquiera el tercio de la población»
Julie apoyó las manos en la arena e impulso el cuerpo hacia arriba para levantarse. Clair trató de retenerla de la muñeca y con la excusa de que debía descansar; aun así, ella la ignoró y comenzó a caminar por la playa, en medio de los sobrevivientes y visualizando el estado de cada uno. Varios preguntaban horrorizados por familiares desaparecidos, otros lamentaban la muerte de sus seres queridos o sufrían ante inmensas heridas. La corrupción de los Chaos estaba quemando la piel de muchos, pero las sacerdotisas hacían todo lo posible por purificarlos.
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Descendientes Eternos
FantasyHace mil años los descendientes del Sol y la Luna se amaron en secreto, sin imaginar la tragedia que eso traería; a pesar de todo, su romance perduró a través del tiempo en un juramento. Ahora han reencarnado, como Julie y Archer, con un solo propó...