Capítulo 17: Parte 2

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Archer se impulsó de inmediato hacia el cuerpo de su compañera y la empujó al suelo. El objeto afilado rodó por la tierra y sus manos se aferraron a las muñecas de la contraria.

—¡¿Estás loca?!

La muchacha mordió su labio inferior y contuvo un sollozo.

—¡¿Por qué?! —preguntó Archer— ¡¿Por qué ibas a hacerlo?!

—¡Ya no resisto! —confesó en voz alta— Escucho la voz de Amber en mis sueños, los gritos de mis padres, siento de nuevo las pinzas apretar mis huesos y la corriente succionar algo de mi alma ¡No puedo más! ¡No soporto este dolor! ¡Debo... debo...!

—¡Seguir a mi lado!

Hubo un largo silencio.

El hijo de la luna, que tanto se esforzó por ocultar sus llantos durante varias noches, no contuvo las lágrimas. En sus ojos se reflejaba un inmenso terror por perder a Julie, era un miedo sincero y un cariño intenso. Sus mejillas tiñéndose de rosado se debían a ella, al apasionado sol cuya llama se apagó desde hace tiempo.

La pelirroja tardó en comprender la expresión del joven, pues su rostro gritaba a todo pulmón cuánto la quería y que no deseaba verla partir.

—Mi madre, Amber, la pequeña Marie, tú... No pude salvar a ninguna ¿Piensas que su sufrimiento no me atormenta? ¡No puedo vivir en paz desde los diez años!

—Archer...

—Lo lamento, en serio, perdón por no hacer algo para evitar tu dolor. Soy débil, un inútil, un príncipe en apuros siempre rescatado por alguien más. A quien debes estrellar contra esa roca es a mí ¡No hice nada para rescatar a tu familia o a ti!

—¿Qué? —interrogó asombrada— ¡No, no! ¡No pienses así! ¡No debes atentar contra tu vida!

—¡Entonces no repitas lo de hace un rato! ¡Me estoy esforzando por ser más fuerte y dejar atrás mi ignorancia! ¡No quiero tener guardias detrás de mí! Yo también deseo protegerte ¡A ti! Debo reparar mis errores y no cometer más, pero tú... —Suspiró.

La muchacha permaneció callada.

—Si te vas también, yo no... —Apretó sus muñecas con fuerza, la chica soltó un quejido.

—Archer estás...

Entonces, al voltear la vista hacia la mano contraria, se topó con rasguños y cicatrices en sus brazos.

«¿Cómo se los hizo?», se preguntó tras girar su cabeza hacia arriba de nuevo, con la mirada fija en los iris de luna del príncipe, «¿Se peló con un animal? ¿Cuánto se ha esforzado estos días? ¿Fue... por mí?»

Sus ojos volvieron a humedecerse.

—Viviré —susurró y alzó su palma hacia la mejilla ajena—, pero debes dejar de culparte por lo que me sucedió.

—Pero...

—Te perdono, así que no es necesario sufrir más ¿Sí?

El azabache se conmovió por sus palabras y actuó por impulso, de pronto movió sus labios hasta posarse en el dorso de la mano ajena, sosteniendo el resto con sus dedos. Depositó un suave beso en la piel de Julie, permitiendo unas cuantas lágrimas rodar por sus cachetes.

—Realmente te necesito a mi lado más que nunca, Julie.




Archibald aprendió a trepar los árboles después de múltiples caídas y así consiguió algunas frutas. Fueron pocas, pero al menos él y su aliada pudieron llevar algo a sus estómagos vacíos.

Descendientes EternosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora