La pelirroja sintió su cuerpo ser lanzado de regreso al sendero, mientras, el polvo cubría sus fosas nasales y la dejaba sin aire. Oyó el griterío provocado por los Chaos también siendo arrojados lejos del experimento; en tanto, este se destruía en cientos de pedazos y caía al suelo, de seguro con Archibald en medio de los escombros. Luego, el silencio reinó en el lugar.
«Archer, debo ir por Archer», se murmuró a sí misma, sin embargo, la cabeza le dolía, el mundo daba vueltas y su cuerpo se negaba en responder a sus órdenes. Trató de despegar los párpados y giró a un lado, solo así fue capaz de observar el área circular iluminado en un fulgor violáceo. Las piezas del invento estaban esparcidas por la zona, los científicos yacían en el suelo junto a los Chaos y parecían más heridos que ella; aunque, Elías fue el único capaz de ponerse de pie entre tambaleos y varias caídas.
—No... —Apoyó las manos en el suelo y respiró hondo para estabilizarse.
Julie vio al hombre escarbar entre las piezas enormes y rotas de la máquina. De pronto, el lugar dejó de girar y pudo pararse. Entonces, no dudó en caminar de regreso al Templo Sagrado, en tanto, observaba al enemigo sacar al príncipe de los escombros y lanzarlo de un tiro al centro del círculo morado.
—¡Archer! —La pelirroja corrió hacia él.
—¡No, Julie! —Escuchó detrás de ella.
Al girar la cabeza notó a los líderes de la legión, Clair y Daren trotando hasta allí.
—¡No vayas, Julie! —rogó el adolescente de aspecto sombrío.
La pelirroja los miró un instante, después volteó hacia el príncipe. Él estaba en el suelo, casi inconsciente y tratando de fijar la mirada en ella. Lo vio con detenimiento por varios segundos y logró visualizar su espalda cubierta de cicatrices. Estaba lleno de sangre y moretones, la cara se encontraba sucia y su brazo empezó a moverse por el piso. Él despertó y estiró la mano hacia ella, a pesar de encontrarse tembloroso.
—¿Cómo pueden pedirme no ir? —murmuró, en tanto, sentía su alma romperse igual que la máquina.
Estaba segura de la decisión correcta en ese momento, dio pasos veloces al centro de la caverna e ignoró las suplicas de sus acompañantes a lo lejos.
—¡Archer, llegué! Ya estoy aquí —Se arrodilló en el suelo y lo sostuvo entre sus brazos— Archer, lunita... Mi lunita.
Apoyó el cuerpo masculino en su regazo y con la mano derecha alzó la cabeza del joven, mientras la izquierda acariciaba el rostro sucio y ensangrentado. Los iris grisáceos se clavaron en sus zafiros y las comisuras de los labios se alzaron en una pequeña sonrisa.
—Sabía que vendrías.
Julie sollozó.
—Siempre, mi querida luna.
Lo abrazó con fuerza por varios segundos. En ese rato no importaba estar en medio de seres despiadados con la intención de acabar con ellos o que la Luna Roja cerca de su máximo apogeo. Eran él y ella, Luna y el Sol, reunidos por fin después de largas horas de tortura.
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Descendientes Eternos
FantasyHace mil años los descendientes del Sol y la Luna se amaron en secreto, sin imaginar la tragedia que eso traería; a pesar de todo, su romance perduró a través del tiempo en un juramento. Ahora han reencarnado, como Julie y Archer, con un solo propó...