Una semana después.
A pesar de mi primer día demasiado dramático los siguientes estuvieron más calmados, sin escándalos por lo menos, y sobretodo sin tener ese constante miedo de que todo podría fallar, la atmosfera de la escuela te envuelve haciéndote parte del mundo de los estudiantes que siempre están preocupados por terminar las tareas antes de clases o en estar ansiosos para llegar a la hora del descanso.
Es bueno tener un horario en el que puedes saber que tienes que hacer a continuación, seguir la rutina me gusta, tener la mente ocupada también, pero me gusta mucho mas sentirme en un entorno social del que lo único que podría llegar a afectarte son las notas y los chismes.
Me gusta sentirme segura, y podría decir que dentro de la escuela me siento así. En mi cabeza ya no está esa alerta constante que me impide acercarme a otras personas, sé que si me mantengo neutral nada puede salir mal. Platicar con otras personas enciende una luz de esperanza, como al conocer más a Serena, una buena chica que vivió toda su vida en Vancouver justo a su madre, ellas dos están solas porque su padre se fue de sus vidas cuando ella tenía tres años. Aun así, ella cree que vivir sin él se hizo más fuerte y más instintiva.
Ahora somos un equipo de tres en la escuela, y eso está bien. La hemos invitado fuera de clase a tomar algo en alguna cafetería, pero siempre está ocupada ayudando a su madre y no hemos tenido oportunidad de encontrarnos fuera de un horario que no fuera escolar. Aun así, B me conto que Serena también tiene una mejor amiga en otra escuela, cosa que me alegro porque no me gustaría saber que a pesar de no ser muy apegada no pueda compartir tanto con nosotras.
—Estas callada —habla B a mi lado— Bueno, más de lo normal.
—Si... —admito.
—¿Es por Serena? —suena preocupada— Ella es así, si quisiera salir con nosotras nos diría.
—Lo sé, —alzo los hombros— Solo estoy distraída.
Pateo una roca con el pie y al detenerse frente a B ella la patea de vuelta.
—¿Entonces? —noto que falta poco para llegar al departamento.
Hemos decidido regresar caminando de la escuela porque el día esta hermoso.
—No sé —soy sincera— Siento que esta todo demasiado bien.
B ríe.
—Debes relajarte más. —frota mi brazo con una mano.
Paramos en la esquina de siempre para despedirnos.
—Te escribiré más tarde. —dice caminando hacia la calle.
—De acuerdo, yo te responderé.
—¡Mas te vale!
Continuo mi camino hasta llegar al edificio.
Ingreso y subo las escaleras de todos los días.
Abro la puerta con mi juego de llaves, visualizo dos siluetas alrededor de la mesa; Ashley y Shawn.
—Hola Lía —saluda Ashley.
Cierro la puerta.
—Hola.
Shawn sonríe y guiña un ojo.
—¿Qué tal la escuela? —pregunta.
—Bien —la rubia me mira fijamente, pero fría— ¿interrumpo?
—No —responde y cuando gira para verla ella sonríe— Puedes acompañarnos —ofrece.
—Seguro debes tener tarea que hacer —habla Ashley.
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Segunda Oportunidad
Ficção AdolescenteElla: Atrapada desde que tiene memoria en el mismo lugar, siendo apartada del mundo, torturada, maltratada, sintiéndose destrozada y sin vida. Creyéndose nadie para el resto del mundo y para sí misma, hasta que todo cambia y, el poco conocimiento qu...