Lía
No he salido desde que Shawn se fue, me molesta sentir la necesidad de saber lo que piensa de mí.
No debería importarte
Reprocha mi mente.
Sé que me metí en su vida de golpe pero la idea de pensar que soy un estorbo duele.
¿Cómo voy a conseguir trabajo?
Suspiro y cierro los ojos tratando de que la oscuridad logre calmarme.
–¡Dios! –arrojo la almohada que abrasaba mientras miro el techo de la habitación recostada en la cama más blanda que he probado en mi vida.
Al observar mejor creo que no le haría mal algo de color, comienzo a imaginar la habitación de muchos colores y la idea me encanta. El sitio no es muy grande, tiene un placar mediano algo gastado, un candelabro que me encanta, un ventanal con cortinas, una cama con sabanas naranjas y una cómoda chiquita que me pareció de lo más tierno junto a la cama.
Camino en dirección a la cocina, si me voy a quedar en este departamento, necesito conocerlo más.
Un dolor agudo se presenta en mi cabeza haciéndome gemir de dolor. Se me oprime la vista. El dolor es insoportable pero puedo manejarlo.
Puedo soportarlo.
Después de recorrer todo el lugar me detengo a ver por la ventana de la sala que da directo a la ciudad, el cielo azul oscuro iluminado por estrellas, sonrío, nunca me había sentido tan calmada, aunque no niego que temo por lo que podría llegar a pasar en el futuro.
Siento un escalofrió y me abrazo a mí misma bajando la mirada centrándome en el montón de flashes que rodean el auto negro de Shawn. Hay un hombre alejando a algunos fotógrafos mientras él se apresura a entrar; no me muevo, sé que en segundos entrara y la incomodidad volverá a hacer presencia.
Escucho la puerta abrirse y luego un golpe que me indica que la ha cerrado, sus pasos resuenan detrás de mí cada vez más cerca. Las cortinas se cierran de golpe y la oscuridad nos envuelve.
–¡Hey! Yo estaba mirando –le digo mientras su sombra se aleja para encender la luz.
Parpadeo para aclarar la vista.
–No podemos arriesgarnos que nos tomen más fotos –hay cierto tono molesto en su voz, me fijo que se ha cambiado de ropa– ¿Vamos a comer? –desaparece por el pasillo y yo sigo en el mismo sitio.
–No podemos arriesgarnos a que nos tomen más fotos –contesto imitando su voz en un intento fallido.
–Como quieras, pediré algo para comer entonces –trato de ignorar que se encuentra sin camisa y con el mismo pantalón holgado gris de antes.
Y ahora me arrepiento de no haber comprado un pijama.
–Está bien –me dirijo hacia su habitación tímidamente y su aroma me invade, reviso su guardarropa y saco unas prendas nuevas de su cajón. Camino hacia él que se encuentra en la cocina hablando por teléfono– Shawn –se da vuelta y me mira– ¿Me prestas esto? –digo levantando la ropa hacia arriba.
–¿Y la que te he dado antes? –pregunta antes de volver al teléfono.
–No sé dónde quedó.
Intento recordar.
Mi ropa está mojada por meterme en la ducha.
La que el me había prestado esta mojada por la lluvia y el amable taxista.
Y este buzo es muy caliente, la calza me está marcando la piel, creo que me queda algo ajustada y además no tengo nada debajo.
–Esta mojada ¿Me la prestas o no?
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Segunda Oportunidad
Dla nastolatkówElla: Atrapada desde que tiene memoria en el mismo lugar, siendo apartada del mundo, torturada, maltratada, sintiéndose destrozada y sin vida. Creyéndose nadie para el resto del mundo y para sí misma, hasta que todo cambia y, el poco conocimiento qu...