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En la tarde

Shawn

Decir que estaba enojado quedaba corto, había recorrido toda la ciudad en su búsqueda. Hasta estaba a punto de llamar a la policía, no sé cómo se me ocurrió volver a la clínica.

Había sentido el corazón subiendo por mi sistema hasta acabar en la garganta, haciendo presión.

Pero por curioso que aparezca, justo cuando el pánico alcanza su momento álgido y doblo en la esquina de la cuadra de la clínica por tercera vez en el día.

Me invade la calma y huyo de la persona desesperada y furiosa en la que llevo convertido desde hace horas cambiando por una persona que debe meditar las palabras para no arruinar mucho más las cosas.

Una parte de mi sabia que se había refugiado en algún lugar y luego regresaría a la clinica pero podría haber avisado o haber dejado algún maldito mensaje.

Ella no tiene teléfono.

Maldiciendo desbloqueo la puerta del lado pasajero. Lía se monta rápido sentándose casi sobre la puerta. Su pelo está todo revuelto y espero que no haya tenido que pasar la tormenta en la calle.

Enciendo el aire acondicionado en modo caliente poniendo el coche en marcha. Mientras conduzco por la ciudad veo que en varios sectores sin luz y ruego que no suceda lo mismo en el departamento.

—¿Que te ha dicho el doctor? —pregunto.

Me mira con algo de culpa como si no se animara a decir algo.

—Me ha confirmado que necesito lentes —dice en voz baja.

Lentes, iba a ser extraño verla con esos aparatos pero en pocos días me iría, no tendría que acostumbrarme.

Un silencio prosiguió.

Antes de darme cuenta habíamos llegado al supermercado, tenia pensado que si continuaba el clima así no habría delivery. Además no podríamos continuar comiendo comida chatarra el resto de los días.

—Vamos —digo abriendo la puerta para salir. Lia me imita y nos adentramos a la tienda.

Trato de pasar inadvertido caminando despacio con ella a mi lado. Era más fácil que ella se aférrace al hierro del carrito a que se acercase a mi. No hay mucha gente así que recorremos las góndolas colocaba comida provisoria y puede que un poco más de lo necesario.

—Consegui trabajo —suelta alto mientras yo reviso los precios del estante de la parte baja.

Me reincorporo.

—¿Qué?

—Fue de la nada. Pero me servirá —espeta. Cojiendo un carrito y caminando.

Yendo detrás de ella camino a unos pasos de distancia observandola.

—¿Eso has hecho, salir a buscar trabajo?

¿Me molestaba? Para nada. Estaba asombrado y confuso.

—No —contesta en tono duro— Solo... pasó

—¿Solo pasó? No consigues un trabajo por arte de magia.

—Tal vez sí —dice cuando se detuvo en el sector de las galletitas. Toma un paquete de chocolate y lo observa.

Yo sigo detrás de ella y cuando voltea a verme le indico que las coloque en el carro.

—¿Y dónde es el trabajo? —pregunto caminando a su lado esta vez.

—En una biblioteca —dice con seguridad.

¿Ahí había estado? ¿En una biblioteca? No recordaba que cerca de la clínica hubiera una biblioteca pero tampoco le había prestado atención a ese tipo de tiendas cuando viajaba. No había agarrado un libro desde que termine la secundaria  y díganme ignorante pero me gusta la versión abreviada de los libros, y eso serían las películas.

Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora