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Al medio día.

    Lia

Llevo cuatro días en el nuevo mundo, tuvieron sus malos y buenos momentos, antes ni siquiera pensaba en la posibilidad de salir de aquel lugar tan frío y ahora me encuentro en lo alto de un departamento.

Terminando de mojar a la pequeña flor con agua, cierro la ventana y me dirijo a la sala con el libro y los papeles que Greta me dio.

Decidida me siento en la mesa para comenzar a leer. Tengo varias referencias desde pequeña, antes de todo eso sé que mis padres aveces me leían cuentos y luego iba a leerlos a mi manera recordado sus palabras. Además a la edad de ocho años sabia leer y escribir.

Sigo tratando de recordad sus figuras, algún indicio de su rostro. pero todo se nubla con una mata negra, tal vez ha pasado demasiado tiempo, antes solía recordar sus palabras pero ya me es difícil reconocer el timbre de su voz. Continuando con mi confusión fijo atención en las características del cuaderno de tapa dura.

En estos últimos años de soledad y tortura olvide cuando leí mi último libro o cuando escribí mi última palabra. Varios de mis conocimientos se esfumaron como mis esperanzas.

Es hora de comenzar de cero.

Recorro las páginas del libro delante de mi.

Por más tentador que me parezca primero quiero leer el contrato del trabajo.

***

En la tarde.

El día se me pasa intentando entender el contrato, el trabajo cuenta con que tendría que trabajar martes, jueves para atender a los clientes, el resto de los días puedo tener un horario más flexibles ya que ayudaría solo a ordenar los paquetes llegados.

La paga es bastante, aún no sé si es suficiente para mantenerme pero tendré que averiguar eso también. Por ahora me resulta todo bastante reconfortante. Sin más, solo pide algún número de contacto e internamente me recuerdo tratar de conseguir uno.

Solo tengo que llamar al número que se encuentra al final de la hoja para tener el trabajo.

Anhelando que todo esté a mi favor una idea se me cruza en la mente. Sonrío antes de correr a la cocina por una fruta de la tienda.

Me dirijo a la puerta de salida y me detengo enfrente.

¿Y si me quedo afuera?

Instintiva mis ojos viajan a todas las llaves colgadas justo en la pared a un lado, tomo una y la pruebo. La colocó en la cerradura y giro.

Click.

Tomo los lentes oscuros de Shawn que se encuentran sobre la mesita de la sala y sin más salgo del departamento.

La calle está casi desierta y suelto un gran respiro al pasar por la puerta sin ser interceptada. Decido caminar hacia el lado izquierdo sin saber a dónde me dirijo masticando la manzana más dulce que he probado.

Trato de hacer un mapa mental de todas las tiendas, y recordar donde se encuentran los semáforos. La idea no es alejarme demasiado para no perderme, pero no puedo quedarme encerrada sin haber conocido un poco del sitio.

A lo lejos veo una tienda de aparatos.

Deben de tener celulares.

Mirando a ambos lados y verificando que no venga ningún auto cruzó la calle. Al ingresar un olor que reconozco bien me envuelve haciendo que de un paso hacia atrás.

—¿Acaso no te gustó?

—N-no —contesto observando más sobras de la comida del día, yo sabía que ella no había cocinado para mi

Segunda OportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora