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Ser enviada a un internado en Inglaterra era la última forma en la que Leonie se imaginaba pasando su último año de instituto.

Allí en Boston, todos sus amigos disfrutarían los últimos meses de este saliendo de fiesta e yendo a su baile de graduación. Y ella estaría encerrada en un frío y lluvioso país a miles de kilómetros de distancia, encerrada como una monja.

Pero su abuela había insistido. O iba al internado o ella no pagaría su universidad.

Resulta que el colegio St Winifred parecía estar en medio de la nada. El chofer de su abuela la estaba llevando y el viaje parecía eterno. Leonie miraba por la ventana del coche con una consternación cada vez mayor a medida que pasaban las pequeñas ciudades, luego los pueblos hasta finalmente no haber nada más que colinas desoladas y un bosque disperso.

A menos que hubieran chicos escondidos detrás de los árboles, este sería el año más aburrido de los años aburridos.

"Es tu culpa" le dijo una pequeña voz en su cabeza. Leonie decidió ignorarla. Ella ya se sentía suficientemente miserable sin su consciencia pinchándola.

El Bentley finalmente se detuvo a lo largo de un camino de grava mientras Leonie miraba lo que seguramente solo podría ser un asilo mental. Gris, sombrío y lleno de gárgolas, era como si fuera algo salido de una novela victoriana.

Leonie al menos amaba la literatura inglesa. Ese era el pequeño rasgo alentador de estar encerrada aquí en este extraño lugar, que ella podría enfocarse más profundamente en esa asignatura que lo que lo hacía en su anterior instituto en Estados Unidos.

Jenkins llevaba su baúl por ella. El colegio requería que los estudiantes llevasen su equipaje en baúles anticuados en lugar de maletas, ¡imagina eso! Alrededor de ella habían personas transportando pesados baúles a la entrada del colegio. Chicas, en el gris uniforme de St Winifred, y sus padres y hermanos. Leonie incluso vio a algunas monjas pasar al final del edificio.

Ella se tropezó y cayó mientras llevaba una caja que contenía algunas cosas que no consiguió meter en el baúl. La grava golpeó su rodilla y el contenido de la caja se desparramó por el suelo. Principalmente libros, pero lo más vergonzoso de todo su viejo peluche Buster. Ella empezó a recoger sus cosas justo cuando una voz masculina, con un acento inglés, le preguntó si estaba bien.

Leonie levantó la mirada y se encontró con los ojos más azules que había visto jamás. El rostro donde estos se encontraban, posiblemente el más atractivo que habría visto, pertenecía a un joven hombre. Él llevaba unos vaqueros, un suéter gris y le tendía un par de libros que se le habían caído.

Ella sintió una sacudida en su estómago cuando sus miradas se encontraron. Por un instante el mundo se detuvo.

"Estoy bien, gracias" dijo ella.

Él levantó una ceja, claramente no sorprendido por su torpeza. Entonces sus ojos se posaron en Bustern y Leonie se quiso morir de la vergüenza. ¿Era su imaginación o había una leve sonrisa en su rostro que rápidamente reprimió? Leonie deseaba que la tierra se la tragase.

Él no dijo nada, pero la ayudó a recoger el resto de sus cosas que seguían en el suelo y se levantó. Leonie estaba sorprendida por lo alto que era, con esos hombros tan anchos, esos brazos fuertes, el pelo oscuro y grueso, su fuerte mandíbula y sus rasgos perfectos.

¿Cómo, ay Dios cómo se las arregló para parecer tan torpe enfrente suyo? y ¿por qué no metió a Buster en el baúl en vez de arriesgarse a que todos lo vieran?

"Gracias"

"No es ninguna molestia." Él no sonrió pero había una mirada en sus ojos que le llegó hasta la médula. Ella incluso sintió calor en la boca del estómago.

Ella estaba segura que él también lo debió de sentir. Una conexión.

Antes de que ella tuviera la oportunidad de hablar propiamente con él, se dio la vuelta y siguió su camino. Debe ser el hermano de alguien así que probablemente no lo volvería a ver otra vez hasta el fin del trimestre.

Leonie volvió a colocar los libros y a Buster en la caja, llegando a la conclusión de encontrar a su hermana y convertirse en su mejor amiga para siempre.

Él parecía demasiado mayor para ser un estudiante de instituto. Estaría probablemente en la universidad, pensó Leonie.

Aún así, había al menos un chico guapo en este país. Ella se imaginaba que los británicos serían todos pálidos por la falta de sol, con los dientes feos. Pero este parecía un modelo. Él era la primera cosa esperanzadora que había visto en todo el día. 



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¿Qué os ha parecido hasta ahora? 

¿Habéis estado alguna vez en un internado?

Caer en la tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora