XXXIV

271 25 1
                                    

Debería haber sido un gran alivio escapar de St Winifred 's por una semana y disfrutar de más libertad en la casa de su abuela en Londres. Pero todo lo que Leonie quería era ver al padre Gabriel. A pesar de que no podían estar juntos, solo verlo por la escuela era mejor que nada.

Él había actuado con ella con la mayor naturalidad posible en clase y en los ensayos. Pero había veces en las que ellos se miraban el uno al otro, y ella sabía que él estaba pensando sobre su tiempo juntos. Esa noche tormentosa y robada.

Un par de veces Leonie se sintió tentada a esperar hasta después de clase, quedarse atrás y solo estar en sus brazos. Ella estaba segura de que si lo hacía él no sería capaz de resistirse. Solo que ella sabía que él se sentiría fatal después, así que se contuvo.

Una vez él le pidió que se quedara tras un ensayo.

"Solo quería que supieras que no es fácil para mi. No quiero que pienses que simplemente te he cortado y borrado de mi mente." le dijo Gabriel.

"Igualmente." ¿Iba a ser más fácil alguna vez?

"Lo siento muchísimo por todo. No tenía ningún derecho de hacer lo que hice," le dijo a ella. "No como tu profesor, tu sacerdote o como sea."

Él no tenía nada que lamentar, pensó Leonie. "Esa vez contigo fue mejor que nunca poder estarlo." dijo ella.

Gabriel la miró. Sus ojos eran tan intensamente azules. "Dios, Leonie..."él se inclinó hacia ella.

Ella había pensado que quizás la besaría otra vez, pero fueron interrumpidos.

Era Suki Laverne. "Lo siento mucho," ella sonrió. "Espero no haber interrumpido ningún ensayo extra." Ella puso un énfasis desagradable en estas últimas palabras. "Olvidé mi carpeta."

Gabriel se enderezó inmediatamente. "¿Es ese de ahí?" indicó una silla cercana.

Lo era. Suki tomó el artículo en cuestión y salió con una sonrisa.

Gabriel se quedó ahí de pie incómodo una vez ella se había ido. "Deberíamos irnos." le djio.

Leonie cogió sus cosas y se fue. Mañana por la mañana el chófer de su abuela la recogería, y ella no vería a Gabriel por diez días.

En Londres, la abuela de Leonie estaba complacida de oír que Leonie estaba progresando en sus estudios y había hecho amigas, que sonaban más adecuadas. "¿Son esos los Davenports de Dorset? Una vieja amiga del colegio se casó con un primo de ellos. Deberías invitar a Iphigenia a quedarse."

Leonie no tenía ni idea de quiénes eran los Davenports de Dorset. Figgy había dicho que su familia vivía en Somerset con una casa adosada en Londres. La había invitado a quedarse durante las vacaciones, pero Leonie se había visto obligada a negarse porque sabía que su abuela la necesitaría.

Ambas Figgy y Mai habían tratado de persuadirla para que pidiera permiso a su abuela. Mai se quedaba con frecuencia con la familia de Figgy para las vacaciones cortas, ya que era demasiado lejos para volar de vuelta a Hong Kong. "Será mucho más divertido, las tres juntas. Podríamos ir a Londres a visitar a tu abuela y ponernos al día con Harry."

La familia de Harry poseían una grandiosa casa en el centro de Londres, así como también una finca en el campo. Era todo estilo Jane Austen, pensó Leonie. Ella se imaginó que los padres de Harry conducían entre las dos propiedades en carruaje tirados por caballos.

Pero había otra razón por la cual Leonie se mostraba reacia a quedarse con Figgy. El padre Gabriel solo tenía su dirección de Londres. Ella sabía que iba a estar esperando el correo cada mañana. Además no podía arriesgarse a que su abuela lo viera, en caso de que lo abriera. No estaba segura de si su abuela fuera a cotillear o no, pero una escritura masculina iría definitivamente a despertar sus sospechas.

Ya era jueves, y todavía no había llegado ninguna carta. ¿Cuánto tiempo se tardaba en enviar una carta en Gran Bretaña? No era como si fuera un país enorme. Para el miércoles, el estrés e inquietud de Leonie despertó la desaprobación de su abuela.

"¿Qué pasa? ¿Le pasa algo a tu comida?"

"Estoy bien, gracias." dijo Leonie. "Solo me preguntaba cuándo vendría el correo."

"A las 10 en punto. ¿Esperas alguna carta o paquete?"

"Tal vez. Una postal de una de las chicas que se fue al extranjero." mintió Leonie.

Su abuela lucía desconcertada. "Dudo mucho que haya tenido tiempo de escribirte todavía, mucho menos que el servicio postal lo entregue ya. Necesitas aprender a tener más paciencia, Leonie. Es algo que les falta a los jóvenes hoy en día, lo he observado a menudo."

Leonie mentalmente puso los ojos en blanco y deseó poder adelantar el reloj. Parte del estrés era evitar que su abuela llegase al correo primero. Ella trató de sumergirse en el ensayo sobre El Crisol, pero en todo lo que podía pensar era en el padre Gabriel agarrandola aquella vez en los ensayos. Lo cerca que habían estado de besarse.

Y cómo se sintió cuando finalmente lo hicieron...

Alrededor de las nueve y media su abuela se colocó su sombrero y su abrigo. "Voy a ir a la ciudad, ¿Te gustaría acompañarme? Necesito ir al banco."

Leonie trató de declinar la oferta con gracia, alegando que quería terminar el ensayo. "Estoy casi acabando y lo olvidaré todo si paro ahora."

Impresionada por el compromiso de su nieta con sus estudios, la abuela de Leonie se fue a resolver sus diligencias.

Leonie escuchó a su abuela cerrar la puerta y sintió un gran alivio. Ella no conseguía concentrarse para nada en su ensayo, con las manillas del reloj moviéndose gradualmente hacia las diez. Finalmente ella escuchó un traqueteo y un ruido sordo y casi se cayó de la silla al levantarse corriendo hacia la puerta. No había nadie más en la casa que pudiera llegar antes que ella a la puerta, estaba actuando como una tonta.

Había un montón de sobres. La mayoría para su abuela; facturas y otras cosas. Y ahí, debajo de todo, había un sobre blanco con su nombre y dirección escrita con su letra. 

Leonie simplemente lo sujetó por un momento. Entonces lo abrió y sacó el papel del interior.

Caer en la tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora