A pesar de ser su última noche en el colegio, Leonie todavía se sintió aterrada al salir a escondidas del dormitorio esa noche. Había decidido aceptar la idea de Harry y hacerlo bajando por el tubo del desagüe.
Esto resultó ser más fácil de lo que había creído, ya que habían varias repisas y otros puntos de apoyo también. Se alegraba de haberse puesto la bata, a pesar de lo poco atractiva que era. Enero no era definitivamente el mes más caluroso en Inglaterra.
Fue solo cuando cruzó el patio, pegándose a la sombra y esperando desesperadamente que ninguna monja estuviera mirando por su ventana, que se dio cuenta que la puerta del presbiterio podría estar cerrada. Maldita sea. En medio de todos los planes, nadie se había detenido a considerar esto. La capilla estaba abierta las 24 horas, permitiendo oraciones durante la noche.
El presbiterio, sin embargo, podría ser diferente. Leonie habría hecho una oración mental, excepto que no habría nada más sacrílego que rezar por el acceso para seducir a un sacerdote católico.
Solo le quedaba esperar. Y en el peor escenario, tirar una piedra a su ventana. Al menos ahora sabía que ventana pertenecía a la habitación de Gabriel.
Sus manos estaban tan frías después de tocar el metal helado de la tubería que tuvo que frotarlas un poco para que entraran en calor antes de incluso tratar de abrir la puerta. Cuando cogió el mango, y lo giró, ella sintió un gran alivio. Leonie rápidamente se entró, tratando de acostumbrar su vista a la oscuridad. Ella no se atrevía a encender la luz.
Ella subió las escaleras tratando de no hacerlas crujir. En la parte de arriba había un pequeño pasillo con tres puertas. Una estaba abierta y un rayo de luz de una ventana reveló que era el baño. Entonces ella tenía que adivinar cuál de las otras dos era la puerta de Gabriel. Descubrir espacios tridimensionales no era su habilidad, pero decidió que era más probable que la suya fuera la de la derecha. ¿Debería tocar o simplemente abrirla? Ya era pasada la medianoche, por lo que casi seguro estaría dormido. Si entraba y él se despertaba y la encontraba allí, podría asustarlo.
Leonie tocó la puerta y esperó. Nada. Tocó un poco más fuerte. "Gabriel. Soy yo, Leonie."
Hubo movimiento dentro. "¿Qué?" él sonaba dormido y confundido.
Ella abrió la puerta y lo encontró sentándose en la cama, sus ojos abriéndose en sorpresa al verla. La luna brillaba a través de la ventana ya que las cortinas no eran gruesas.
Leonie se quedó sin palabras. "Solo quería despedirme antes de irme."
"No se si debería esperar que esto fuera un sueño o no. ¿Qué demonios haces aquí?" Gabriel no parecía enfadado, solo desconcertado. "¿Cómo has llegado hasta aquí?"
"Bajé por el tubo de desagüe y tu puerta no estaba cerrada con llave."
"Por Dios bendito, Leonie. Podrías haberte caído y estar seriamente herida."
"Pero no lo estoy. No fue ni siquiera tan difícil. Harry me mostró cómo hacerlo."
Él gruñó. "¿No me digas que todas tus amigas también están metidas en esto?"
"Más o menos. Ellas han llenado mi cama con mantas en caso de que hagan una inspección nocturna."
Gabriel se quedó callado por un momento, entonces empezó a reír. "Será mejor que vengas aquí, pareces estar helada."
Leonie, quien había estado de pie tentativamente en la puerta, se acercó a la cama. La habitación era muy espartana. Había una cruz sobre la cama que le provocó un sentimiento de culpa.
Él la trajo a la cama junto a él. "Ya que estás aquí..." Entonces él se colocó encima de ella, y acercó su boca a la de ella. Solo ser besada por él, ya era increíble. Tener que fingir que era solo su profesor durante las últimas semanas había sido una especie de inanición.
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Caer en la tentación
Romance"Perdóname padre, porque he tenido pensamientos impuros." Sobre USTED. Tras una traición que lo dejó amargado y que cambió su visión sobre las mujeres, Gabriel se convirtió en sacerdote y se comprometió a una vida de celibato. Pero cuando acaba dand...