XXII

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Mortificada, ella se tambaleó al deshacer la pose para intentar bajarse la falda y terminó cayéndose del banco con un grito.

Mai y Figgy corrieron hacia ella, llenas de preocupación.

"Estoy bien, estoy bien." protestó Leonie. Pero no lo estaba, ella se había torcido el tobillo.

En toda la confusión se dio cuenta que el padre Gabriel también la estaba ayudando. A pesar del dolor en su pie, su toque la incendió entera.

"Caíste fuertemente sobre ese tobillo. ¿Puedes caminar sobre él?" le preguntó.

"Sí, estoy bien." Leonie trató de levantarse sobre ambos pies para probarlo, entonces colapsó contra él.

"Tendremos que llevarte a la enfermería del colegio." le dijo él. "Puede estar roto." Él entonces les dio instrucciones a las demás. "Iphigenia, si puedes sujetarla por la izquierda, yo lo haré por la derecha. Mai, podrías por favor decirle a la hermana Barbara lo que ha pasado."

La cabeza de Leonie estaba dando vueltas. Abrumada por la vergüenza, el dolor y la proximidad del padre Gabriel, ella apenas podía pensar con claridad mientras él y Figgy la ayudaban a volver a la escuela. Ella podía oler la colonia o el aftershave que él usaba, era muy sutil pero suficiente para recordarle lo sucedido aquel día.

Ellos llevaron a Leonie a la enfermería y la hicieron tumbarse en la cama. El padre Gabriel envió a Figgy a buscar a la enfermera. No había ninguna otra chica enferma en ese momento, así que las seis camas de la habitación estaban vacías.

Gabriel le examinó el pie a Leonie mientras esperaban. "Yo solo he hecho un curso de primeros auxilios pero no creo que esté roto. ¿Puedes sentir los dedos?"

Leonie podía. "Estoy segura que es solo un esguince. Era capaz de poner un poco de peso sobre él."

"Eso es bueno." Él bajó la voz. "Siento haberte hecho caminar. Podría haberte traído en brazos, pero no estaba seguro...dado lo que pasó. No quería cruzar ninguna línea."

"Está bien." En verdad no, Leonie habría dado lo que fuera por haber estado completamente en sus brazos. "Soy super pesada. Probablemente te habría roto la espalda." bromeó ella.

Gabriel la miró, sus ojos serios. Había algo en su mirada que ella no podía leer. "Lo dudo. Imagino que sería bastante fácil tomarte en mis brazos."

Entonces él se dio cuenta de lo que había dicho justo cuando Leonie sintió cómo su estómago se hundía. Él se enderezó. "Me refiero a soportar tu peso. De todos modos, la enfermera debería estar aquí pronto y podrá decidir si necesitas una radiografía."

Leonie realmente esperaba que no llegara a eso. Toda la situación era demasiado embarazosa. Particularmente porque fue su propia idiotez y alardeo lo que la había llevado a esta situación. Ella no tenía ganas de tener que explicárselo todo a la enfermera. "Me caí de un banco" sonaba bastante estúpido.

Como si leyendo su mente, Gabriel le preguntó: "¿Qué estabas haciendo sobre ese banco?"

"Un escorpión" ella no lo explicó y él frunció el ceño.

"¿Un escorpión?" Se veía bastante inseguro."

Leonie explicó. "Es una posición que hacía de animadora. Estaba intentado enseñarselo a las demás."

"¿Solías ser animadora?" le preguntó.

"Hace años."

Era una imagen que Gabriel podría haber vivido sin. Ya le costaba bastante borrar las imágenes de Leonie de su cabeza sin imaginarla con el uniforme de animadora. El atisbo que tuvo de su parte trasera ya era bastante perturbador.

Él estuvo aliviado y decepcionado cuando la enfermera apareció con una Figgy bastante preocupada detrás. La enfermera era una monja bastante robusta.

"Vamos a echar un vistazo, ¿de acuerdo?" La enfermera bajó el calcetín de Leonie y presionó sobre un par de puntos en su tobillo causando que Leonie se encogiera. "No creo que esté roto. Pero vamos a colocar un poco de hielo y ver como está en una hora más o menos."

Ella se giró hacia el padre Gabriel y Figgy. "Podéis ambos iros, ella estará bien aquí. Gracias por vuestra ayuda."

Leonie les agradeció también.

Gabriel le sonrió. "Más vale que no esté roto, porque te necesito para mi Abigail."

Él solo le estaba diciendo eso para hacerla sentir mejor, Leonie lo sabía, pero ese "mi Abigail" hizo que su corazón le saliera del pecho. Ella le sonrió inconsciente del efecto que tuvo en el sacerdote.

Mientras salía, Gabriel todavía estaba tratando de quitarse de la mente la imagen de Leonie de animadora. También descubrió que tenía un nuevo sentido de posesividad cuando estaba cerca de ella. Cuando él dijo "mi Abigail" él había querido decir literalmente suya. Lo cual era absurdo.

Él se dirigió a la capilla. Un par de horas de tranquila contemplación y oración podrían aclarar su mente. Si tan solo pudiera sofocar también los impulsos físicos de su cuerpo. 

Caer en la tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora