LXI

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Después de los cinco días más largos de su vida, llegó una carta para Leonie. La cogió tan pronto como la vio en la mesa, incitando a sus padres a preguntar de quién era.

"De una amiga del colegio" dijo Leonie.

Su madre la miró. "Parece escritura masculina. ¿Quién es 'G Brydon'? No recuerdo que hayas mencionado a esa persona antes."

Afortunadamente Gabriel solo había colocado su inicial en la dirección del remitente.

Leonie mintió. "Es Ginny. Es una de las chicas de mi clase de matemáticas. Ella es bastante estudiosa y su letra es bastante pequeña."

No había ninguna Ginny en todo St Winifred's, pero tampoco había manera de que sus padres lo comprobaran.

Ver a su familia y amigos otra vez al menos había sido una distracción de la falta de Gabriel. Leonie quería llamarle pero hacer una llamada a distancia era complicado, del mismo modo que recibir una llamada de una voz británica masculina. Sus padres sospecharían al instante sobre cómo podría haber conocido a un hombre, estando en un colegio femenino.

Pero ahora tenía su carta. Ella rezó para que no contuviera algo horrible, como que Gabriel decidiera quedarse en el sacerdocio. Entonces se sintió horrible por rezar algo tan impío.

"¿No la vas a abrir?" dijo su hermana Débora, curiosa como siempre.

"Más tarde. Ginny estará emocionada por algún problema de mates o algo así. Es un poco rara." dijo Leonie.

Débora se sirvió un poco más de leche. "Tu voz se ha vuelto completamente inglesa desde que estás ahí," le dijo. "Como la reina."

Leonie no quería entrar en una discusión sobre su acento. Ella quería escapar y leer la carta de Gabriel. "Voy a salir" anunció.

"¿A dónde? y ¿con quién?" sus padres todavía sospechaban de todo lo que hacía, dado lo que había pasado el año pasado.

"Al centro comercial. A comprar vuestros regalos de navidad. Y no, no puedes venir." le dijo a Débora. "De lo contrario, estropearía la sorpresa." Ella metió el sobre en su bolsillo y salió de la casa. Normalmente en este tiempo frío ella conduciría al centro comercial pero hoy Leonie quiso andar. Una vez estaba lo suficientemente lejos de la casa, ella abrió el sobre y leyó la carta mientras caminaba.

Querida Leonie,

Solo han pasado unas pocas horas desde que salió tu vuelo, pero con los retrasos del correo por Navidad esto probablemente tardará una eternidad en llegar a ti.

La semana que acabamos de pasar juntos ha sido la mejor semana de mi vida. Va a ser muy difícil estar cerca tuyo en St Winifred 's el próximo trimestre, tratando de actuar como si nada hubiera pasado.

Si tengo que interpretar el rol de tu severo profesor de inglés en clase otra vez, que sepas que estaré pensando algo totalmente diferente. Estar contigo solo ha aumentado mi deseo por ti. No será fácil disimularlo. Dios sabe que ya fue suficientemente difícil el trimestre pasado.

Así que es mejor que te comportes y actúes en consecuencia a una estudiante como tú. Sin tratar de provocarme en mitad de Shakespeare. De lo contrario puedes esperar algo de disciplina. Incluso aunque tenga que esperar hasta Semana Santa.

Lo que está pasando por mi cabeza ahora mismo es completamente indecente así que lo dejaré a tu imaginación.

Estoy completamente enamorado de ti, Leonie, de una manera que nunca imaginé posible. Ambos nos enfrentamos a grandes cambios el próximo año así que no voy a poner ninguna presión sobre ti. Pero sabes lo que quiero, a largo plazo.

Si puedes pasar otra semana conmigo en Semana Santa, eso sería genial. Podemos quedarnos en la cabaña otra vez o ir a algún otro lugar, lo que tú quieras. Yo solo quiero estar contigo.

Con todo mi amor,

Gabriel.

PS. Pase lo que pase con la prueba de pantalla, tienes un futuro muy brillante por delante. No estoy diciendo esto porque estoy enamorado de ti. Simplemente es la verdad. Eres excepcionalmente talentosa.

El corazón de Leonie dio un vuelco ante la carta, incluso cuando se sentía frustrada por la distancia y lo lejos que estaban las próximas vacaciones. Ella no tenía ninguna intención de ponérselo fácil el trimestre siguiente. Ella planeaba atormentarlo, al menos cuando Suki Laverne no estuviera dentro del alcance.

Porque no había manera de que pudiera estar casi tres meses sin ni siquiera besarle.

La navidad se acercaba, y Leonie se sentía cada vez más culpable porque el resto de su familia siempre estaban entusiasmados sobre ello y ella no conseguía introducirse en ese ambiente este año. Se sentía vacía.

Se juntó con viejos amigos pero Leonie se sentía como si ya hubiera seguido adelante. La mayoría de ellos regresaban de su primer semestre en la universidad pero parecían más jóvenes de lo que Leonie les recordaba. A pesar de que ella era la que seguía en el instituto, ella sentía como si hubiera crecido diez años en los últimos meses.

No fue solo enamorarse de Gabriel lo que la había cambiado. Fue toda la experiencia de viajar y vivir en el extranjero, siendo elegida para la obra de teatro, ir a Londres a la prueba de pantalla. Ser invitada a comer por un famoso crítico y un director de película, y ser servida vino como si no fuera gran cosa.

Mientras que aquí, el alcohol era otra vez ilegal. Era una niña de nuevo, de vuelta a casa de sus padres. Se sentía atrapada en dos mundos.

En Nochebuena llegó un paquete, por correo, de Gabriel. Leonie estaba a la vez emocionada y preocupada porque no le había mandado nada. Ella ni siquiera tenía una dirección.

Dentro del paquete había una caja envuelta para regalo. Muriendo por abrirlo pero sin querer gafar la navidad o evocar una especie de maldición festiva, Leonie la colocó debajo del árbol.

"¿De quién es?" preguntó Débora.

"De una de mis compañeras de habitación" dijo Leonie. Ni siquiera era una mentira del todo. Ella había sido una especie de compañera de habitación de Gabriel, por una semana.

Ahora ella estaba emocionada por el gran día como todos los demás.

Cuando finalmente llegó el momento de abrirlo, ella tuvo que actuar muy bien al respecto, fingiendo que era como cualquier otro regalo. Ella lo desenvolvió y encontró una caja de terciopelo roja, escrito Garrard en ella con letra plateada, la cual hizo un encantador crujido al abrirla. Dentro había un precioso colgante de plata y citrino, la piedra brillaba un amarillo pálido.

Leonie adoraba los citrinos ya que combinaban con su tono. Ella había llevado unos pendientes de citrino cuando habían ido a Londres. Gabriel debió de haberlo notado y eligió un colgante a juego. Se moría por agradecerle, y trató de enviarle un mensaje psíquico y silencioso de gratitud.

"Eso se ve muy lindo" dijo su madre. "Y caro. ¿De cuál de tus amigas es?"

"De la que me quedé en su casa." dijo Leonie.

"Es muy generoso de su parte. Supongo que muchas de esas chicas son muy ricas. Tu abuela dijo que era un colegio muy exclusivo."

Leonie, pensando en su propia reacción cuando vió por primera vez los nombres de sus compañeras de habitación, no podía estar en desacuerdo.

"Asegúrate de escribir y agradecerle," dijo su madre. "Tendrás que llevar algunos souvenirs americanos para todas ellas."

Leonie se imaginó regalándoles a todas estatuas de la libertad de plástico y estrellas para decorar la habitación. Y a Gabriel ¿Qué demonios iba a regalarle?

Caer en la tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora