Gabriel se sentó en el escritorio de su habitación, sin lograr ningún progreso en su tesis. Se suponía que debía rezar durante tres sesiones al día, pero no lograba concentrarse en eso tampoco.
Él sabía que había dado un paso sobre una línea muy peligrosa al escribirle la carta a Leonie. Tenía la intención genuina de mantenerlo platónico. Pero la soledad aquí había hecho que la anhelara.
Si tan solo hubiera sido enviado a la misión del centro de la ciudad que él quería, en lugar de haberle dado un trabajo de docente, nada de esto habría pasado. Incluso mientras consideraba lo mucho que su vida habría sido más fácil, no lograba arrepentirse de haberla conocido.
¿Era esto una prueba? ¿Era enamorarse de ella y caer en la tentación, algún tipo de prueba para demostrar su compromiso con su fe?
Él volvió a leer la carta que ella le escribió.
Pienso en ti todos los días. Ojalá estuviera ahí contigo. Cada noche recuerdo cómo me sentí al estar contigo esa noche de la tormenta, y quiero volver a repetirlo otra vez.
Nunca antes me he sentido así por nadie. Solo desearía que fueras libre para hacer lo que quisieras, y lo siento si no debería estar deseando esto.
¿Qué había hecho? Él no debería haberle causado esta confusión, o haberle dado esperanzas que nunca se cumplirían. Sabía lo egoísta que eso era de su parte.
Lo débil que había sido.
Velad y orad, para no caer en la tentación: el espíritu está dispuesto pero la carne es débil.
Gabriel trató de volver a su Biblia pero no halló consuelo allí. Lectura Divina, era una de las actividades incentivadas en St Beunos's. Debería haberle llevado a una comunión más cercana con Dios. Leer, meditar, rezar, contemplar. Apenas superó el primer paso, y la meditación era imposible con todo esto en su cabeza.
Él había rezado innumerables veces por el perdón, por fuerza, por ayuda.
Parecía que nada venía.
Gabriel viajó de vuelta a St Winifred's un sábado, un día antes de que los estudiantes regresaran. El padre Stephen había permanecido en el presbiterio, celebrando los servicios regulares para las monjas que vivían en el colegio a lo largo de todo el año.
Él había estado encantado de hacerlo. Sabía que su joven compañero necesitaba un tiempo fuera para resolver lo que fuera que estaba pesando en su mente.
El padre Stephen estaba cortando unas verduras para hacer un estofado irlandés cuando llegó Gabriel. El clima se estaba volviendo mucho más frío, lo que requería una comida invernal.
"Bienvenido de vuelta. ¿Qué te pareció St Beuno's?" le preguntó mientras cortaba algunas zanahorias.
"Muy bonito. Puedo ver por qué Hopkins se inspiró" dijo Gabriel.
El sacerdote mayor colocó las zanahorias en la cazuela. "Me quedé allí hace unos años. Recuerdo que llovió todos y cada uno de los días. Ellos sugerían que diéramos un paseo, pero con el barro y aguacero, confieso que pasé la mayor parte del tiempo dentro. Lo recuerdo muy verde, pero eso es todo."
"Sí, es muy verde."
El padre Stephen colocó la tapa en la olla y ajustó la llama a un nivel más bajo. Entonces se dirigió su atención completamente a Gabriel, escrutándolo.
"Sé que has tenido cosas que pesaban en tu mente. Espero que el retiro te haya traido algo de alivio con respecto a eso."
Gabriel también lo había esperado, pero si acaso había hecho todo lo contrario. La ausencia de Leonie solo había arrojado sus pensamientos a un tumulto más profundo. "No exactamente."
El padre Stephen se sentó en la mesa e indicó a Gabriel que tomara asiento. "No estamos en el confesionario ahora, pero si puedo ser de ayuda puedes confiar en mí. No eres el primer sacerdote que ha tenido dudas o una crisis de fe, o lo que sea que te aflige. Si puedo ser de ayuda, aquí me tienes."
Gabriel pasó una mano por su cabeza. No podía decirle al padre Stephen toda la historia, pero quizás confesar por encima le aliviaría la confusión.
"Puede que sea una historia que ya hayas oído antes," empezó Gabriel. "Cuando me comprometí con mi vocación, no había nada ni nada que se interpuso en mi camino. Dediqué mi vida a Dios libre y voluntariamente. Entonces conocí a alguien y las emociones que creía que habían estado relegadas a mi vida anterior comenzaron a resurgir."
El padre Stephen ocultó una pequeña sonrisa. De hecho, era una historia con la que estaba familiarizado. El celibato no era fácil o incluso natural para la mayoría de la especie humana.
Casi desde que conoció a Gabriel, el padre Stephen había tenido el conocimiento de que el joven hombre estaba sufriendo algún conflicto interno. Por lo que ahora asumió que la persona que Gabriel mencionó, la había conocido antes de llegar a St Winifred's. Ni siquiera por un momento se imaginó que pudiera ser una estudiante del colegio.
"¿Has tenido experiencia con algún hombre o mujer antes de entrar al seminario?" preguntó. Él consideró que Gabriel probablemente la tenía, pero había algunos jóvenes ingenuos que recibían las órdenes y tan inocentes como corderos. En el punto de vista del padre Stephen, poco ortodoxo como quizás era, era mejor para un hombre tener una experiencia mundana antes de comprometer su vida con la iglesia.
"Si, con mujeres. Incluso estuve prometido una vez, pero no funcionó." le dijo Gabriel.
El padre Stephen sintió cierta inquietud ante esto. Había aquellos que entraban en el sacerdocio con una sinceridad consciente, pero motivados por un desamor o desilusión. Esas no eran razones saludables para recibir la orden. Él recordó las sabias palabras de una película que le encantaba. "Estas paredes no fueron construidas para evitar problemas, tienes que enfrentarlos. Tienes que vivir la vida para la que naciste."
"¿Y poco después de que este compromiso se rompiera, te sentiste atraído por las sagradas órdenes?" preguntó.
Gabriel naturalmente se puso a la defensiva ante esto. "Fue lo suficientemente largo como para que tuviera tiempo de pensar detenidamente sobre mi elección. Fue un asunto que contemplé en todas las etapas de mi formación."
"Esta podría ser una proposición radical, pero ¿Es posible que el señor haya puesto esta persona en tu camino para mostrarte el error de tu elección? sugirió el padre Stephen. Él vio como Gabriel se puso rígido ante esto, lo que le dijo que estaba en lo cierto. "Déjame ponerlo de otra manera. Tu elección fue correcta para tí y la Iglesia en su comento. Pero un servicio extendido quizás no era parte del plan divino. La Iglesia no te castiga ni te encadena, Gabriel. Puedes irte en cualquier momento, libre y alegremente."
Él paró, dando a Gabriel tiempo para absorber sus palabras.
"Hay quienes incluso han dejado el sacerdocio para encontrar una salvación más cercana a Jesucristo," continuó el sacerdote. "Tengo un libro el cual debería haber compartido contigo antes, este puede darte una idea de tu propio corazón y alma, y del camino que tienes por delante."
"¿Has leído ese libro? ¿Te apartó de tu vocación?" preguntó Gabriel.
El padre Stephen volvió a dejar su taza sobre el platillo. "Para mí fue al contrario. Las experiencias y el análisis en el libro reafirmó que mis deberes como sacerdote era la vida adecuada para mí. Pero para ti puede que ese no sea el caso."
Se levantó otra vez, dirigiéndose al fuego para chequear el guiso. "No hay una sola manera de servir al Señor, Gabriel. Uno no tiene porque ser sacerdote para vivir una vida a su servicio."
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¿Qué os ha parecido este capítulo?
Espero lo disfruteis
Un abrazo a todos !:)
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Caer en la tentación
Romance"Perdóname padre, porque he tenido pensamientos impuros." Sobre USTED. Tras una traición que lo dejó amargado y que cambió su visión sobre las mujeres, Gabriel se convirtió en sacerdote y se comprometió a una vida de celibato. Pero cuando acaba dand...