propuesta

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La selección de casas pasó más de lenta de lo normal para Lysander. Este era, sin duda, el banquete de bienvenida más extraño y aburrido de todos. Dadas las circunstancias de la última vez que estuvo en Hogwarts, pensó que regresar sería más incómodo de lo que realmente estaba siendo. Una parte de ella se había vuelto una adicta en sobre pensar las cosas. Sobre pensar si las palabras de Louis eran ciertas, sobre pensar que tan estúpida había quedado en la sala menesteres esa noche de junio, y sobre todo a darles vueltas a todo lo que había pasado en su vida los últimos meses.

Durante gran parte de sus vacaciones había esperado las miradas de lastima de las chicas de Hogwarts cuando volviese, por eso no se sorprendió cuando un grupo de estudiantes la miró de forma extraña en el tren, ni mucho menos se sorprendió cuando otro grupo de estudiantes habló descaradamente acerca de cómo había terminado su romance fallido con Louis, como si ella no estuviese ahí.

Lo cierto era que no sabía que tan patético resultaba esperar a que cosas tan horribles pasaran. Pero honestamente fuese tan patético como suponía que fuese, esperar lo peor la había protegido de una forma u otra de todas esas situaciones.

Cuando las primeras personas empezaron a levantarse para dirigirse a sus salas comunes, ella también lo hizo. Lorcan frunció el ceño, pero no dijo nada. Se limitó a ver como su hermanita salía del comedor, como si su vida dependiera de ello.

—Yo me encargo de ir con ella—dijo Kendall, dándole un último sorbo a su zumo de calabaza y levantándose—.Suerte con tus rondas de prefecto.

Había sido un alivio que escogieran a Kiara como prefecta de Ravenclaw, en vez de a ella. Sinceramente no le veía nada de divertido a ser prefecto. Sí, podías tener acceso al baño de prefectos, y podías quitarles puntos a los alumnos irresponsables, pero eso seguía sin animarla mucho. Honestamente prefería quedarse en su cuarto repasando sus apuntes o durmiendo, después de todo este año serían sus TIMOs y aunque aún no sabía con precisión si quería estudiar una carrera muggle o seguir en el mundo mágico, pensaba que quedarse en su cuarto repasando apuntes era una mejor opción que ser un prefecto.

¡Los prefectos se tenían que quedar despiertos hasta tarde cumpliendo deberes! ¡Gran forma de recompensar a alguien!

Kendall tuvo que correr por el pasillo para poder seguirle el paso a su amiga. Maldición, esa chica sí que caminaba rápido.

Últimamente todo era tan extraño con Lysander, y a veces ni siquiera quería preguntarle acerca del tema de Louis, de su engaño y de cómo se sentía al respecto.

Ella había pasado las últimas dos semanas en casa de sus padres, y cuando regresaba se topaba con la sorpresa de enterarse de que al parecer ahora Lily entendía la versión de Louis, y volvía a estar dividida entre dos equipos.

En el tren se había encargado de lanzarle algunos hechizos a un grupo de chicas de sexto de Slytherin que se habían referido a Lysander como "la engañada" y esperaba a que esas chicas hubiesen olvidado su rostro, porque una parte de ella tenía miedo de lo que podían llegar a hacer un grupo de chicas de Slytherin contra ella.

—Maldición Lyss, voy detrás de ti, ¿Podrías esperarme?—dijo, respirando agitadamente. Su amiga pareció salir de un trance, se detuvo y se giró para mirarla.

—No te había escuchado—dijo, volviendo a caminar, pero esta vez de manera calmada.

—Yup, me di cuenta de eso. Todo esto es por Louis, ¿no?

Lysander siguió caminando sin decir ni una palabra, pero después de unos segundos, y ante la mirada inquisitoria de Kendall, respiró pesadamente y respondió.

Los secretos de la tercera generación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora