CAPITULO 1: "EL PROFESOR CULLEN"

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Bella Pov

Bueno mi nombre es Isabella Swan pero mis amigos me llamaban Bella, tengo 17 años y estoy totalmente loca por mi profesor de Literatura, el follable Señor Cullen, con 1.80 cm de altura, brazos fornidos, cuerpo marcado y atlético, largas manos que me alteraban la respiración, labios pequeños pero carnosos que me provocaban a cada palabra que pronunciaban, unos ojos verde esmeralda que me gustaban a más no poder, espalda ancha y lo que más me gustaba y era como mi fetiche personal, su cabello alborotado, tenía ese aspecto de recién follado que me encantaba y volvía loca, iba a esa clase diario con una sonrisa y aunque no prestaba mucha atención a él parecía no importarle, sabía que notaba mi mirada, era imposible no notar mi intensa mirada comiéndome su cuerpo con la mirada aunque quisiera hacerlo con otras partes de mi cuerpo.

Él tenía 10 años más que yo pero seguía siendo joven, era un recién ingresado y entro en lugar de la vieja maestra de Literatura, fue todo un chisme entorno a su regreso, porque sí, él era el hijo prodigio de la familia Cullen, el Doctor Carlisle y la adorable Esme Cullen, eran una pareja muy tradicional y convencional, la típica pareja de pueblo que fueron novios desde preparatoria y luego en la Universidad, se casaron y tuvieron tres hijos, el mayor Emmett Cullen, a él no lo conocía en absoluto, como dije era mucho mayor que yo, puesto que Edward tenía 10 años más que yo, por lo que sé, el tal Emmett conoció a una chica, se enamoró y se fue de este pueblo, luego le seguía Edward que por lo que había oído era el hijo "prodigio" porque aspiraba a un futuro más que prometedor, tenía todo para ser el siguiente gran doctor de la dinastía Cullen, pero algo paso, eso en realidad no lo tengo muy en claro pero algo ocurrió que lo hizo dejar aquel sueño y dedicarse a ser maestro, de lo cual no me quejaba en absoluto, y finalmente tenían una hija llamada Alice, ella era como 9 años mayor que yo y también se había ido de pueblo a penas entro a la Universidad, así que el chisme de que uno de los hijos Cullen volvía corrió como pólvora por el olvidado Forks.

Esa mañana como siempre me aliste con mi uniforme lo más arriba de la rodilla que se podía sin llegar a mostrar nada que no fueran piernas, la camisa siempre la dejaba levemente desabrochada y el suéter abierto, antes usaba mi uniforme como era debido pero desde que el Profesor Cullen llego me había vuelto una más del rebaño queriendo que aquel hombre la follara contra el pizarrón o el escritorio de su oficina, así que hacía lo que las demás chicas, me ponía faldas cortas y camisas con amplio escote, mi busto no era pequeño en absoluto, bueno ahora ya no, después del verano por fin aquellos duraznos crecieron y aunque no tenía los grandes pechos de la zorra de la profesora de Biología, tenía lo mío, mi cuerpo era curvilíneo, tenía curvas en los lugares justos y no me quejaba, había aprendido a maquillarme gracias a mis amigas que ya eran más liberales, Jessica, Tanya, Ángela y mi mejor amiga en todo el mundo Rosalie, mi rubia del alma, éramos como hermanitas.

Ellas al igual que yo intentaban llamar la atención del profesor más sexy de la escuela, y no solo era porque los demás pasaran de los 50 años y tuvieran incluso cabello blanco, él tenía ese encanto de hombre maduro, ese con el que cualquier jovencita de entre 16 y 20 años sueña, un hombre que le enseñe el acto del sexo y le enseñe a disfrutar de los placeres de la vida, ese era Edward Cullen. Mis labios eran de un rojo fuego, y como lo más llamativo debía ser la boca, el resto del maquillaje era muy leve, casi inexistente, las chicas solía decir que mi mayor atractivo eran mis inmensos y profundos ojos cafés, yo la verdad lo dudaba pues eran muy parecidos a los de mi padre, excepto que también tenía las largas pestañas de mi madre, pero ellas juraban que era así.

Luego de verme por novena vez en el espejo, salí por fin rumbo a la escuela, había pensado en usar tacones como las chicas pero la verdad yo en lugar de verme sexy tal vez parecería un corderito acabado de nacer, prefería prevenir que lamentar, a pesar del clima de Forks, frío y húmedo, yo no me llevaba más que el uniforme, tal vez me había vuelto un poco zorra, pero solo en la vestimenta porque era más virgen que la virgen, mis labios habían sido tocados una vez por mi amigo de la infancia Jacob Black, digamos que por poco sudaba agua bendita.

el profesor cullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora