Bella Pov
-¿Qué?-mi voz era apenas audible, él mantenía mis manos entre las suyas, mis ojos tenían lágrimas amontonadas y quería gritar, no sabía si de felicidad o de enojo.
Felicidad si es que esto era verdad y enojo si es que esto es mentira y una cruel broma.
-Quiero hacerte el amor.-repitió con seguridad y mirándome a los ojos.
-Deja de jugar.-dije con la voz estrangulada, él suspiro y bajo la mirada.
-Entiendo que no confíes en mis palabras pero te puedo asegurar que lo que siento aquí-dijo poniendo su mano sobre su corazón y mirándome de nuevo a los ojos-es lo más fuerte y sincero que he sentido en toda mi vida.-dijo seguro.
-¿Y qué sientes?-pregunte mirándolo a los ojos, él sonrió dulcemente pasando un mechón suelto de mi cabello detrás de mi oreja.
-Siento que mi corazón se sale cada que estás cerca de mí, cada que veo tus ojos siento una inmensa necesidad de besar tus labios, quiero tomarte entre mis brazos frente a todos y sonreírle al mundo para después gritarles que eres mía, que mi corazón te pertenece, que no me imagino una vida sin ti a mi lado. Siento que te...-pero no lo deje continuar, era algo que realmente quería escuchar pero ¿Cómo confiar? ¿Cómo saber que todas sus palabras son sinceras? Sí, tal vez quería lanzarme a sus brazos y besarlo pero mi cerebro gritaba que debía cuidarme, que debía salvar el pequeño pedazo de mi corazón que aún lo amaba de que terminara lastimado.
-No lo digas.-dije bajito, él me miraba a los ojos intentando comprender lo que estaba diciendo-No digas esas palabras.-dije reafirmando mi posición, no podía, porque mañana cuando tuviera que tomar la decisión de a qué Universidad irme, mañana cuando despertara y tuviera que tomar elecciones no podría irme si él decía eso, sería como amarrarme a algo que no puede ser, era momento de aceptar que lo nuestro no era estar juntos, éramos dos seres completamente diferentes, tal vez si él hubiera nacido años después o yo años antes, tal vez entonces podríamos estar juntos, pero nuestro momento no era el indicado, no era solo la edad, era más y sabía que muy en el fondo él también lo sabía.
-Pero...
-Escúchate Edward. Dices que sientes todas esas cosas por mí, pero no puedes sentir realmente eso que quieres decir.
-Claro que sí.
-No. Porque no puedes amar a alguien que no conoces.
-Pero te conozco.
-No es verdad, tú y yo solo nos conocemos de manera física, nunca hubo pláticas o conversaciones en las que compartiéramos todo lo que pensábamos. El amor no nace después de un par de noches de sexo.
-Eso quiere decir que ¿tú no me amas?-pregunto con los ojos llenos de dolor.
-Eso quiere decir que ni yo misma sé lo que siento por ti. Eres mi amor platónico y podría decir que estoy enamorada de ti, pero no puedo decirte que te amo porque no te conozco, solo sé de ti lo que todas tus alumnas, sé que eres un hombre educado, algo prepotente y enojón pero un caballero ante todo...
-Después de lo que te hice dudo mucho eso...-dijo avergonzado.
-Yo ya olvide aquello. Ya te perdone.-dije acariciando su rostro con dulzura.
-Yo no puedo perdonarme por ello.-dijo cabizbajo.
-Deberías hacerlo, será lo mejor.-intente sonreír.
-¿Qué significa esto? Bella.-pregunto levantando la mirada y mirándome lleno de dolor.
-No lo sé.-respondí sincera.
-¿No tenemos ni una mínima posibilidad de que esto funcione?-dijo lamentándose, era un momento doloroso para ambos.
-No lo sé. Yo no puedo asegurar el futuro, Edward. Puedo decirte que quizá en el futuro ambos seamos más maduros y podamos con esto.
-No. No voy a dejarte ir.
-Te pido que lo hagas.
-No...
-Yo creí ser lo suficiente madura para llevar esto pero di cuenta que no. No estoy lista para esto. Quiero crecer y estudiar, ser una mujer completamente antes de si quiera pensar en tener una relación tan seria.
-¿Esto es un adiós?
-Es un "hasta luego"
-No puedes pedirme que te deje, no cuando mi corazón ha esperado durante meses este momento en el ambos fuéramos libres de estar juntos.
-Por favor entiéndeme, Edward.
-No puedo entender.-dijo soltándome y alejándose jalando su cabello.- ¡TE AMO! No quiero alejarme de ti.
-Edward.-dije casi llorando, él estaba casi fuera de sí, me recordaba aquella noche, él se giró y al verme a los ojos sus ojos pasaron de la sorpresa a la tristeza.
-Puedes decir que me perdonaste pero no has olvidado.-dijo bajito.
-¿De qué hablas?
-Me temes.
-Claro que no.-dije rápidamente.
-Claro que sí. Tu mirada lo dice todo.
-No te temo.
-Sí lo haces. Tal vez sea algo interno, pero lo haces. No te culpo, no te reclamo, solo duele enfrentarlo.
-Edward, por Dios.
-Te daré el tiempo que quieras, Bella. Cuando todas las cicatrices hayan sanado y estés lista para abrirme tu corazón yo estaré ahí esperando para enamorarte como debió haber sido desde un principio.-suspire y supe que aunque no era de la razón por la que quería me dejara ir, era lo más que conseguiría por ahora.
-Gracias.-dije antes de acercarme y abrazarlo con fuerza, él me tomo entre sus brazos y sentí como si con ello juntara todos los pedacitos de mi corazón roto. Nos miramos a los ojos y él me dio un tierno y casto beso, nos separamos casi con dolor y cada uno se tomó un momento para mirar al otro, él suspiro soltando mi mano y yo salí con los ojos llenos de lágrimas repitiéndome que no era el final. Salí de la casa con el corazón lastimado pero fuerte, tal vez amaba a ese hombre, pero no era el momento, mañana yo debía irme a la Universidad y él debía quedarse aquí, no era nuestro momento, no sabía cuánto tendríamos que esperar para que llegara aquel día pero sabía que cuando llegara sería feliz de entregarle mi corazón por completo.
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el profesor cullen
أدب الهواةUn romance prohibido, él un hombre 10 años mayor, sexy, atlético, atractivo y jodidamente follable, ella una joven estudiante de 17 años, la atracción es inminente, estaba mal pero eso mismo lo hacía más atractivo, esconderse y tener sexo como dos s...