Como siempre, cada vez que algo me agobiaba y me dificultaba la respiración, mis pies me llevaban al mismo lugar y a la misma persona. Me vi de repente delante del asturiano y al comprobar que estaba cerrado, rompí a llorar como una idiota.
A veces las situaciones difíciles e inesperadas nos hacen olvidarnos de todo lo demás. El problema es que cuando lo demás es malo y se junta todo, solo te apetece sentarte en el suelo y esperar que la tierra te trague.
Pero no es lo que yo hice. Comprobé que tenía algo de dinero todavía y busqué un taxi en la plaza de detrás de mi casa. Allí encontré uno y me subí.
Me bajé en el hospital con una tristeza muy parecida a la que entré por primera vez cuando creía que había perdido a Amelia para siempre, pero esta vez todo era mucho más certero y sabía que no tendría el mismo final que el anterior.
Entré por la cafetería a pesar de que era muy tarde, mi hermana Lola solía quedarse allí a leer porque decía que el olor a café le relajaba. No me equivoqué, allí estaba.
— Luisi — se levantó asustada — ¿Qué pasa? ¿Qué haces aquí?
— Necesitaba estar cerca del abuelo.
— Pero... si te has ido hace apenas unas horas ¿Qué ha pasado?
— ¿Me pides un café y te lo cuento con calma?
— Claro, siéntate.
Después de explicarle todo y de aguantar mis llantos durante un rato, mi hermana suspiró con fuerza y me miró con lástima.
— Creo que tenéis que hablarlo mejor y en frío, Luisi.
— Ya, pero yo ahora no soy capaz, siento que me voy a romper cuando la vea sabiendo que es para decirnos adiós — dije mirándola a los ojos.
— Te entiendo, pero bueno, te ha dado la opción de irte con ella ¿no? ¿Por qué no la contemplas?
— Ahora no podría irme, Lola, con esta situación, no.
— Bueno, pero eso entonces es un problema momentáneo, cuando todo esto pase, para bien o para mal, podréis volver a...
— No, Lola. — La interrumpí — Yo no quiero estar a expensas de lo que va a pasar y esperar y decirle que ella espere, yo quiero vivir el presente, es lo que ella me ha enseñado.
— Pues no sé qué decirte, pequeña. — Me apretó fuerte la mano — Al final ninguna tenéis la culpa de esto, ella no puede pedirte que lo dejes todo por iros juntas y tú no puedes pedirle que deje su sueño por ti
— Por supuesto, jamás haría algo así — suspiré — se merece tanto que le salga bien esto...
— Ay, mi niña... tú también te mereces que te salga algo bien de una vez.
— Bueno, supongo que no es mi momento — cogí aire intentando serenarme — pero va a llegar ¿verdad?
— Claro que sí, vas a llegar adónde quieras porque increíbles.
— Adónde quiera, pero no con quien quiero...
— Cariño, a veces nos encontramos con personas que dejan en nosotros una huella imborrable, pero resultan ser el camino y no el destino. A mí me pasó con Miguel, creía que era el amor de mi vida, pero solo era esa persona que me acompañó en el proceso para darme cuenta de lo que quería.
— Entiendo, pero es que yo también estaba segura de que Amelia sería mi destino, y lo sigo sintiendo así aunque hablando suene tan dura.
— Bueno, pues dale tiempo al tiempo, ya verás como todo se aclara en esa cabecita — me dedicó una sonrisa tímida.
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Ella. Luimelia.
FanfictionLas cuatro paredes del libertad 8 son testigos de canciones, ideas e historias que aún deben estar escondidas.