Otra vez sentada en aquel lugar dónde el frío te calaba hasta los huesos. No sé si era la temperatura real o simplemente el ambiente que allí se respiraba, que era capaz de congelarte hasta el entendimiento.
Ya era la quinta tarde que pasábamos allí y no había muchas novedades. Mi abuelo no mejoraba del todo y aunque en los demás volvía a imperar el sosiego, a mí no se me iba la congoja. Apenas nos dejaban verle porque lo tenían en una unidad dónde sólo se le podía visitar un par de veces al día. Era mi padre el que se pasaba las horas allí con él, y eso al menos me tranquilizaba un poco.
Yo estaba encargándome casi por completo del bar con la ayuda de mi hermana Lola y de Amelia, que se turnaban para quedarse con los pequeños.
Ese día nos reunimos todos en el hospital esperando los resultados de unas pruebas que nos iba a comunicar el médico.
En mi familia éramos así, para las cosas importantes lo dejábamos todo a un lado. Así que cerramos el Asturiano sin pensarlo. Ignacio y Amelia también vinieron para estar a nuestro lado.
Mi pierna temblaba casi sin darme cuenta y ya no me quedaban uñas para comerme. Amelia se estaba dando cuenta y ya no sabía cómo tranquilizarme.
— Cariño, tranquilízate que te va a dar algo, por favor
— No puedo Amelia – susurré – no puedo
En ese instante el médico apareció por allí con mi padre y todos nos pusimos en pie. La cara de ambos era de preocupación, pero mi padre intentaba tranquilizarnos con una sonrisa que podía forzar a duras penas.
— Bueno, les dejo, cuando pasemos a Pelayo a la habitación les aviso – dijo dirigiéndose a mi padre
— Gracias doctor, aquí estaremos – contestó él
Yo me acerqué casi por inercia a él y abrí los ojos esperando que hablara.
— El abuelo está muy delicado – su voz estaba apagada del cansancio – lo van a pasar a planta porque está estable, pero cualquier otro arrechucho como él dice – sonrió levemente – podría ser fatal. Así que ahora toca cuidarlo mucho y esperar a ver como evoluciona
— Pero ¿puede volver a recuperarse? – pregunté nerviosa - ¿Podrá ser el de antes?
Mi padre agachó el gesto contestándome sin mencionar palabra alguna. No le hizo falta. Aquel ataque al corazón había desestabilizado a mi abuelo por completo y con él, a toda la familia. La idea de no recuperarlo me secó la boca de repente y comencé a sentir palpitaciones. Las manos me sudaban y empecé a ver borroso.
— Cariño ¿estás bien?
— Sí, si... ha sido solo un mareo – dije a Amelia en voz baja para que no se percatara nadie más
— Escucha, tienes que comer algo, Luisita – dijo muy seria cogiéndome de los hombros mientras yo me sentía cada vez más débil
— Si es que no me entra nada, de verdad
— Bueno, pues como si fuera medicina, te tienes que obligar, vas a caer enferma y creo que no quieres eso ahora para tu familia ¿verdad?
— No
— Pues vámonos a mi casa, comemos algo y luego descansamos un rato antes de que vuelvas
— Pero antes espera que suban a mi abuelo a planta, por favor
— Está bien, siéntate antes de que te vuelvas a marear, anda
El traslado de mi abuelo se demoró más de la cuenta y Amelia tuvo que irse a recoger a Gastón. Le prometí que comería algo y así lo hice por insistencia de mi madre, no porque pensara cumplir mi promesa. También le dije que en cuanto viese a mi abuelo, iría a pasar un rato de relax con ellos, pero tampoco era algo que me apeteciese demasiado, pues no era yo la mejor compañía en aquel momento.

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Ella. Luimelia.
FanficLas cuatro paredes del libertad 8 son testigos de canciones, ideas e historias que aún deben estar escondidas.