La mala reputación

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El concierto terminó y me giré para mirar a mi hermana.

Lloraba de emoción como la mayoría de los allí presentes.

Cerró la noche con un valls en catalán "L'estaca" un himno comunista del cual yo no entendía ni media palabra pero que su melodía, y la fuerza con la que ella la cantó, me conmovió desde el primer segundo.

Yo quería ser como ellos. Sentir tan fuerte esas ansias de libertad hasta el punto de emocionarme. Pero creo que ya llevaba demasiado tiempo asentada en mi vida rutinaria y básica y aunque mis ideas eran las mismas que las de mi hermana, mi relación con sebas las calmó y las dejó calladas y escondidas en algún rincón de mí.

Pero ese día se desperezaron un poco, yo lo noté. Estaba un pellizco que hacía tiempo que no sentía. Una ilusión bonita y revolucionaria que no sabía bien cómo gestionar.

- ¡Luisi! ¡Qué estás en babia mujer! – mi hermana me sacó de mi reflexión y me levanté al ver que venía acompañada de un par de chicos y de Amelia, reconozco que me puse nerviosa al verla – mira, te presento a Amelia, a Luis y a Cesar - se giró a mirarlos – ella es mi hermana Luisita

- Hola Luisita – Luis tenía un acento raro – eres preciosa, que ojos tan expresivos – dijo sujetando con delicadeza mi barbilla, qué buenos genes

- Encantada Luisita – A César le delató aún más su acento, sin dudarlo eran franceses

- Hola – Amelia se acercó a mí con una sonrisa – sí que sois guapas las Gómez. Si... - todos rieron

- Anda, vamos a pedir unas cervezas sentaos

- María yo igual debería irme – dije sin apetecerme lo más mínimo irme

- ¡Anda ya! Si le he dicho a Mama que hoy duermes conmigo en casa, hoy no tienes de que preocuparte

- Bueno – me encogí de hombros feliz y mi cuñado se abrazó a mí

- Es más buena mi Luisi – dijo dirigiéndose a Amelia

- Oye... - le hablé – increíble el concierto ¿eh?

- ¿Sí? ¿te ha gustado? – mientras soltaba el humo del cigarro esbozó una sonrisa tímida

- Muchísimo, de verdad, tienes una voz preciosa y ha sido todo tan emocionante

- Me alegro que hayas podido percibir la emoción que yo sentía al cantar, para mí ese es el mayor regalo, de verdad

- Espero que vuelvas a cantar por aquí, me he quedado con ganas de más

- Bueno, con la censura lo tengo complicado, creo que acabaré volviendo a París...

- Pero eso va a dejar de ser un problema – soltó mi hermana con mucha intención

- María que este asesino no se muere tan fácil, no podemos cantar victoria – A pesar de ser una chica muy simpática, tenía un toque serio y cansado a la vez. Se veía que no había tenido una buena vida

- No lo digo por eso, Amelia

- ¿Entonces?

Vi la sonrisilla en las caras de mi hermana y mi cuñado y entendí que algo andaban tramando.

- Verás Amelia – Ignacio se acercó a ella – hemos hablado con los otros seis socios y están de acuerdo

- ¿En qué? – se estaba poniendo nerviosa y no sabía por dónde iban las intenciones

- En que cantes aquí todas las semanas, los jueves

- Es una idea genial – añadí – si habéis llenado y, además, seguro que todos se han quedado con ganas de más, como yo – rieron – yo pienso venir

Ella. Luimelia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora