Vagabundear

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La semana transcurrió muy tranquila. Sebas estaba tan preocupado por el tema de su hermana que apenas nos vimos, y, por tanto, no me impidió ir a trabajar al libertad los días siguientes. Mi hermana no volvió a sacarme el tema de Amelia y no supe nada de ella hasta el jueves siguiente.

No podía evitar trabajar con más ánimo cuando llegaba el jueves. Sabía que mi abuelo me dejaba salir antes y un rato antes le subía el volumen al transistor que tenía puesto en la cocina.

Esa tarde mi hermana apareció por el Asturiano y me olió bastante raro. Fue directa a buscarme y cerró la puerta de la cocina a pesar de que sabía que tenía que comunicarme con mi abuelo continuamente.

- ¿Qué haces?

- Es un momento Luisi, tengo que hablar contigo – cuando traía el ceño fruncido de esa forma era porque nada bueno estaba pasando – ¿Qué es eso de que vas a trabajar con Amelia en una sesión de fotos?

- Ahí va... - se me había olvidado aquella propuesta de Amelia – sí, me lo propuso el jueves pasado

- Anda, y yo me he quedado con una cara de imbécil cuando me lo ha dicho que ni te cuento... Resulta que me ha llamado para decirme que la sesión de fotos se hace esta tarde en el libertad, que te avise para que te vayas un poco antes ¿Por qué no me cuentas esas cosas?

- Ay, María, yo que sé... me diste tanta turra con el tema de que me alejara de ella que se me pasó – pensé – además, cuando llegué me contó Sebas lo de su hermana y me acosté con demasiada información

- ¿El qué de su hermana? – preguntó con interés

- Nada, que resulta que tiene una hermana a la que han repudiado y ahora ha vuelto a Madrid, una historia increíble, ya te contaré más despacio

- Y... - tragó saliva - ¿sabes quién es?

- No, si ni siquiera la han vuelto a ver desde que volvió a Madrid, como comprenderás no me la ha presentado, la situación por lo visto está muy fea, quieren denunciar a la pobre chica porque – miré a mi alrededor para comprobar que mi abuelo no estaba asomado (aunque él iba a escandalizarse poco) – le gustan las mujeres

- Ya... ¿Y qué piensas tú de todo esto?

- ¿Yo? Pues me da lástima esa chica, y ni siquiera la conozco...

- Parece que has abierto la mente – dijo entre dientes, pero vi algo de orgullo en ella

- Pues sí, María y ¿sabes? ha sido gracias a ti, por haberme enseñado tanto sobre los derechos de las personas, por darme el trabajo en el libertad, porque he conocido a gente muy guay y también gracias a Amelia, que en las pocas conversaciones que he tenido con ella me ha hecho ver cosas que hace meses ni me planteaba

- Ay Luisi, si es que tienes un piquito que no puedo enfadarme contigo – me abrazó – pero por favor, ten cuidado con Amelia, no te dejes ver demasiado con ella y sé discreta

- ¿Me vas a contar alguna vez que es lo que pasa, María?

- Te enterarás por ti misma, Luisi,

- Pero María...

- Tengo que irme, nos vemos esta noche – miró su reloj – si quieres paso a por ti antes de irme y nos vamos juntas, como tienes que estar allí para la sesión...

- Vale... - dije preocupada

- ¿Qué pasa?

- Pues que ahora tengo que pedirle al abuelo que me deje salir un poco antes de lo que me suele dejar, pobrecillo

- Anda, ahora hablo yo con él, no te preocupes – me besó en la frente con cariño – anda, maquilladora ella ahora ¿eh?

- Ay María, qué responsabilidad

Ella. Luimelia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora