En aquella ciudad parecía que la luna llena duraba todo el año.
Una noche más, con la cabeza apoyada en el hombro de Amelia y echada en nuestro colchón, disfrutábamos de las vistas de aquel ventanal del ático donde ya llevábamos tres noches viviendo.
- Se me va a hacer muy difícil ahora dormir sin tí y sin ver la luna todas las noches – resoplé – esto ha sido un sueño, Amelia, un sueño muy corto
- Volveremos, mi amor – me besó en la cabeza – ahora tenemos que arreglar las cosas en Madrid
- Espero que funcione el plan de mi hermana, estoy un poco nerviosa...
- No te preocupes, vamos a confiar en ella, en la conferencia parecía muy segura de todo
Giré la cabeza bruscamente para mirarla
- ¿Y si no llegan a tiempo y acabo dándole a Sebas el sí quiero?
- Eso no va a pasar, cariño, antes le prendo fuego a la iglesia o hago cualquier cosa para que salgas corriendo de allí
La observé embobada y ella arrugó la nariz mientras la chocaba con la mía.
- Me gustaría que cuando Sebas ya no sea un problema, se lo contáramos a mis padres, Amelia
- ¿El qué?
- Pues lo nuestro ¿Qué va a ser?
- ¿Qué dices Luisita? No puedes hacer eso
- ¿Por qué?
- Pues porque no – se incorporó bastante seria - ¿Qué quieres? ¿Acabar como yo?
- ¿A qué te refieres?
- Pues a tener la relación que tengo con mi familia, que hasta tengo que huir de ellos
- Amelia, no te molestes, pero mi familia no es como la tuya, ellos son comprensivos, de verdad... al menos sé que lo serán cuando entiendan que nos queremos
- ¿Y si no lo entienden?
- ¿Y qué hago, Amelia? ¿Me paso toda la vida escondida?
Ella suspiró un poco agobiada y seguramente acordándose de todo lo que había sufrido. La luz de la luna iluminaba su busto y era una imagen preciosa. También podía disfrutar de su espalda infinita y desnuda, que me hacía olvidarme de todo, pero al mirar sus ojos, vi de nuevo ese miedo que tanto me aterraba, no quería por nada del mundo que volviera a sufrir, y menos por una decisión mía.
- Bueno escucha – me acerqué y le di un beso en el hombro – lo dejamos, de momento ¿vale? – me miró – seguimos llevándolo en secreto y ya pensaremos la forma de hacerlo más adelante
- Gracias – se acercó y me robó un beso – te quiero
- Y yo
Aunque ya nos habíamos despedido bien de la noche parisina, no quisimos dejar pasar la oportunidad de desgastar aquellas sabanas y hacerlas participes de todo lo que nos queríamos.
Me daba una pena terrible pensar que era la última noche que pasaba con ella tranquila, en una cama, y amándonos como nos daba la gana con la Torre Eiffel de testigo.
- Oye – dije disfrutando de un cigarro y de su cuerpo desnudo - ¿Por qué no me cantas algo? Por fi... es lo que me falta para que la noche sea perfecta
- ¿Ahora? – rio – Luisita que estoy agotada
- Anda ya, si tú siempre tienes ganas de cantar y para algo te has traído la guitarra ¿no?
ESTÁS LEYENDO
Ella. Luimelia.
FanfictionLas cuatro paredes del libertad 8 son testigos de canciones, ideas e historias que aún deben estar escondidas.