Odiaba aquellos lugares. Por suerte no los había pisado demasiado durante mi vida, pero las veces suficientes para no querer volver a hacerlo. El negro impregnaba todo el campo de lápidas. La madre de Sebas y de Amelia era una mujer muy conocida. Se dedicaba, cuando la salud la dejaba, a organizar mercadillos solidarios para dar de comer a los niños sin hogar.
Así que muchas familias de la alta sociedad se congregaron allí. También gente del barrio y por supuesto, mis padres y mi abuelo, como supuesta familia política.
Yo fui del brazo de Sebas, como era lo propio. No quería escándalos en aquel día tan complicado.
Mi hermana María e Ignacio se encargaron de acompañar a Amelia, y yo estuve muy pendiente.
Al llegar al lugar donde se oficiaría la misa, Sebas se giró y vio a mi hermana y a Amelia.
- ¿Esta que hace aquí? – me miró - ¿qué falta de respeto es esta? – gritó – ¡fuera de aquí, enferma!
Yo intenté sujetarlo
- Sebas, es su madre, deja que se despida de ella, no está molestando...
- Voy a llamar a seguridad
- No, Sebas – dijo mi hermana poniéndose delante de Amelia – ella tiene el mismo derecho que tu a despedirse de su...
- ¿De quién? ¿De la persona a la que ha matado dándole tantos disgustos? Qué bonito... ahora si es su hija ¿no?
Mi padre se acercó a ver que pasaba
- ¿Todo bien? – dijo con el ceño fruncido
- No, Papá – María estaba muy enfadada – Amelia es la hermana de Sebas, y no la dejan quedarse – miró a mi padre – haz algo
- Sebas... a ver... - le agarró del hombro – relájate ¿vale? La chica no hace ningún daño aquí, vosotros a lo vuestro, nosotros nos quedamos con ella
- Que no Marcelino, que no... que quiero que se vaya – se estaba poniendo muy violento, su mirada lanzaba rabia y rencor – ella no es mi familia, no es hija de mi madre y no merece estar aquí
Y el tercero en discordia apareció, ahí si me preocupé de verdad. Sebas padre no se andaba con rodeos, y estaba terriblemente afectado por la perdida, por lo que no consentiría nada fuera de lugar en el último adiós a su mujer.
- ¿Qué pasa aquí? – miró alrededor y vio a Amelia – fuera de aquí, vete tú y ahórrate pasar el bochorno de que sean mis hombres los que te saquen a rastras
- Solo quiero despedirme de ella – dijo desolada – por favor, no voy a estar a vuestro lado si es lo que os preocupa, no voy a aparecer en la foto, lo único que quiero es estar cerca de ella por última vez
- Muy bien, iré a avisar a mis hombres y a la seguridad del cementerio que la persona que mató a mi mujer está molestando, tú sabrás si quieres estar aquí cuando vuelva
Yo lancé un suspiro de enfado y vi como Amelia corría desolada hacia la puerta
- Voy con ella – dijo María
- No, María... quiero ir yo, no pienso quedarme aquí – miré a Sebas con rechazo – rezaré por doña Dolores, pero seguro que me va a perdonar no estar presente por atender a su hija
Sebas estaba escuchándome, pero no me prestaba atención dando por hecho que era una amenaza, pero que no me iría de su lado. Mi cuñado Ignacio llegó en ese momento.
- Hola chicas – besó a María - ¿Por qué he visto a Amelia entrar al baño corriendo? ¿ha pasado algo?
- ¿Al baño? – pregunté
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Ella. Luimelia.
FanfictionLas cuatro paredes del libertad 8 son testigos de canciones, ideas e historias que aún deben estar escondidas.