— Amelia... ¿Puedes parar? Me estás poniendo histérica.
— No, no puedo parar
— Mira como tienes a tu hijo...
El pequeño Gastón bailaba y saltaba en el camerino de aquel teatro de Sevilla. Amelia lo miró con el ceño fruncido.
— ¿Qué le pasa?
— Qué está atacado ¿no lo ves? no para desde que ha terminado el concierto porque te ve nerviosa.
— Luisita, el niño siempre está atacado, y es por tu culpa.
— Mami ¿qué es por tu culpa? — El pequeño se acercó a mí sin parar de dar saltitos. — ¿Cuándo nos vamos? ¿Por qué mamá no se viste?
— Anda, vete con Laura un ratito, cariño.
Laura era la chica que se encargaba del vestuario de Amelia y se llevaba genial con Gastón. Al salir los dos, Pedro, el productor, entró en el camerino y pude ver como a Amelia se le salía el corazón.
— ¿Qué? — Preguntó nerviosa. — ¿Te han contestado?
— Sí, he hecho mil llamadas y ya está, tienes permiso para cantar en ese lugar... pero ¿estás segura, Amelia?
— Claro que estoy segura — Contestó soltando una bocanada de aire y agarrando mi mano. — Gracias Pedro.
— Amelia, ese lugar es muy pequeño y tú estás llenando teatros varios días seguidos ¿Cómo lo vais a gestionar?
— Déjame eso a mí, Pedro — Dije resuelta y con una sonrisa enorme. — Ese lugar está cogiendo mucha fama entre el mundo de los cantautores. Han ido ya artistas como Aute, Luis Pastor, Paco Ibáñez e incluso Ana Belén... y no ha pasado nada.
— Bueno, lo dejo en tus manos, ya sabéis que yo no puedo hacer nada en eventos no oficiales y que no los lleve la compañía.
— Gracias, de verdad. Me tratáis genial y no me tenéis atada como a otros artistas.
— Es verdad. — Confirmé. — Gracias.
— Qué menos... está siendo un éxito todo lo que sacas, Amelia. Llevamos ya dos años contigo y no dejas de sorprendernos, tienes una carrera muy prometedora, te veo dentro de treinta años siendo una leyenda.
— No me digas eso. — Rio nerviosa y yo la observé con orgullo.
— Dice la verdad. — Contesté dejando un beso en su cabeza.
— Chicas...
— Ya, Pedro — Le interrumpí. — Tendremos cuidado con lo nuestro, de verdad. Nadie va a enterarse que somos pareja.
— Ya sabéis que nuestra compañía es muy tolerante y progresista, y más con ese tipo de cosas, pero si la gente se entera no podremos controlar las críticas.
— Lo sabemos. Tendremos cuidado. — A Amelia ese tema le agobiaba demasiado y se le notaba.
Hacía ya tres años que nos habíamos ido de Madrid y, aunque volvíamos muy a menudo porque Amelia tenía allí muchos programas de radio y algún que otro concierto, Barcelona se había convertido en nuestro hogar.
Yo por supuesto no desaprovechaba esas visitas a la capital para pasar tiempo con mi familia, pues siendo totalmente honesta, era lo que peor llevaba de nuestra nueva vida.
Aquel día estábamos especialmente nerviosas porque tenían que darnos el permiso para que ella pudiera cantar en un lugar fuera de lo común, pequeñito y lejos de los circuitos que llevaba la compañía para su gira, pero un lugar tremendamente especial.

ESTÁS LEYENDO
Ella. Luimelia.
FanfictionLas cuatro paredes del libertad 8 son testigos de canciones, ideas e historias que aún deben estar escondidas.