Aquella noche no conseguí pegar ojo.
Jamás había visto así a mi padre, jamás.
Como era sábado y los pequeños no tenían que ir al cole, decidí salir temprano para ayudar a mi abuelo con los desayunos para despejarme un poco, aunque no me tocaba trabajar hasta por la tarde.
Hablé con él distendidamente y consiguió tranquilizarme porque no me podía quitar de la cabeza que ahora venía lo más difícil: Decírselo a Amelia.
De repente me entraron todos los miedos del mundo y me arrepentí un poco de no haberle contado que iba a hablar con mi padre.
Se suponía que la confianza era la base de nuestra relación, y esto podría romperla un poco.
— Ay, no sé, Abuelo... - farfullé una última vez – ya le contaré, gracias una vez más
— Mira, creo que no vas a tener que tardar mucho en decírselo – susurró - ¡Hola, Amelia! – dijo risueño – a ver este niño tan guapo como está – El pequeño Gastón sonrió a mi abuelo y se lanzó a sus brazos
Amelia me miró con un brillo en los ojos que me conmovió y yo intenté corresponderla, pero siempre me dijeron que era demasiado expresiva y que no sabía fingir...
— ¿Te pasa algo, cariño? – Preguntó muy cerca de mí para que nadie se enterara – te noto muy seria
— Sí, tengo que contarte algo – dije del tirón ante la atenta mirada de mi abuelo - ¿vamos a dar un paseo?
— Bueno, en realidad venía a ver si podías quedarte con Gastón, que tengo que ensayar para esta noche, pero si quieres vamos de camino al libertad y me cuentas eso tan importante
— Vale, y luego me lo llevo al parque mientras ensayas
— Perfecto
Caminamos durante unos minutos en silencio escuchando la música que unos artistas callejeros nos estaban regalando en aquella calle estrecha y concurrida. Gastón iba muy contento dando palmas y Amelia y yo no podíamos evitar quedarnos embobadas observándolo con una sonrisa de idiotas.
— Bueno, dime eso que tenías que decirme – Amelia rompió el silencio cuando doblamos la esquina – que ya mismo llegamos
— Amelia – aclaré mi garganta carraspeando y notó mis nervios
— Uy, Luisita... ¿qué has hecho?
— Le he dicho a mi padre lo nuestro – solté de golpe y arrugué el gesto mientras la miraba – quería contártelo pero
— No me lo puedo creer, de verdad – de repente me retiró la mirada y continuó andando con el ceño fruncido – no voy a montarte un numerito aquí en la calle, Luisita, pero es que ya te vale
— Mi amor, deja que te cuente, por favor
— Puedes volverte a casa, ya me llevo al niño a los ensayos
— Pero es que si me dejaras...
— Déjame tú a mí – se detuvo muy seria y me miró – solo te pedí tiempo, Luisita, y no has sido capaz de regalarme un poquito de paz que creía que me merecía después de tanto, gracias ¿eh? Gracias...
— Amelia, por favor...
— Adiós
Me detuve mientras la veía alejarse. Sabía que con el enfado que llevaba no iba a conseguir nada, así que decidí volverme a casa resignada.
Si me hubiese dejado contarle todo lo que hablé con mi padre la noche anterior...
— Hija, me estás asustando – Mi padre cerró el libro que tenía entre sus manos y me miró atentamente - ¿Pasa algo?
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Ella. Luimelia.
FanficLas cuatro paredes del libertad 8 son testigos de canciones, ideas e historias que aún deben estar escondidas.