- Perdona que te cambie de tema Amelia, pero... ¿ahora estás enamorada? – pregunté curiosa con una medio sonrisa – no tienes que contestarme si no quieres
Se quedó en silencio unos segundos y me miró a los ojos. Yo volví a ver en el color miel de los suyos la fuerza, la esperanza, y también el pánico. Una mezcla extraña.
- Creo que sí, creo que me he enamorado... y no sabes como me gustaría decirte lo contrario
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- Bueno, eso es bonito ¿no? – dije animada - ¿lo conozco? Digo... - carraspeé – ¿la conozco?
Ella me miró mordiendo sus labios para aguantar la risa
- No, no la conoces – agachó la cabeza
- Pero ¿qué pasa? ¿Por qué lo dices con tanta pena?
- Pues Luisita, porque mi situación cada vez que me enamoro es el doble de difícil de cuando lo hace una persona normal ¿entiendes?
- Ya, porque os pueden pillar, claro – contesté
- Y no solo eso, es porque no es fácil encontrar mujeres como yo
Me quedé un momento en silencio
- No sé si te sigo, Amelia
- Pues que no hay muchas mujeres que le gusten las mujeres – pude adivinarle una sonrisa triste – y siempre me enamoro de imposibles...
- Ya, pero... esa chica es... ¿una amiga tuya?
- Sí, se puede decir que sí – continuaba con esa sonrisa tímida
- Entonces podrías decírselo ¿no? A lo mejor tienes suerte – me encogí de hombros intentando animarla y entendiendo que para nada lo estaba haciendo
- No es tan fácil
- Imagino – asentí – oye, si te sientes incómoda hablando de estas cosas cambiamos de tema, Amelia
- No, para nada Luisita, al revés... me gusta mucho poder hablar contigo tan abiertamente de mis sentimientos
- Bueno, pues insisto, deberías pensar en decírselo a esa chica
- Es que – volvió a mirarme con mucha intensidad – lo último que quiero es perderla cómo amiga
- ¿Te gusta mucho? – pregunté
- Pues sí, Luisita... mucho, más de lo que me gustaría
- Y, ¿Qué te gusta de ella? – no podía parar de escucharla, tenía los ojos llenos de amor y me pareció muy tierno verla tan nerviosa
- Pues – se quedó mirándome tímida y mordió sus labios – es muy guapa, mucho... y por dentro lo es más aún, creo que es lo que más me gusta de ella, su corazón, lo tiene enorme y precioso
- Jo, qué bonito, Amelia... esa chica tiene mucha suerte, aunque no lo sepa
No sé porque de repente sentí en el pecho una sensación muy fuerte y desconocida. Me puse triste y entendí que yo quería escuchar a alguien hablar así de mí, y también querer así de fuerte, como a Amelia se le notaba en los ojos que quería, con verdad y con fuerza.
A ella le deseaba lo mejor, y me parecía muy injusto que tampoco pudiera ser correspondida en el amor.
- También es muy inteligente – añadió sonriendo – mucho más de lo que ella se cree
- Pues... si lo es, no será tan idiota de dejarte escapar, estoy segura
- No me digas eso, Luisita, por favor... - suspiró – no puedo hacerme ilusiones con ella
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Ella. Luimelia.
FanfictionLas cuatro paredes del libertad 8 son testigos de canciones, ideas e historias que aún deben estar escondidas.