Capítulo 11✔️

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Narrador Samantha Romanoff

Salgo tan rápida como me permiten mis pies. Pues después de ese subidón de adrenalina y descaro, un calor insoportable se instaló en mi cuerpo. De lejos pude ver a An en la entrada principal mirándome como si me hubiera salido un tercer ojo, y ni hablar del resto del instituto.

Todos estaban viéndome y murmurando cosas, nunca le he prestado atención a esas boberías pero he de admitir que ésta vez estaba sintiéndome un poco incómoda. Antes de hablar con An decido que es mejor controlar mi respiración, ya que, parece que corrí un maratón.

- Hola, bombón- digo abrazando y dando un sonoro beso en la mejilla de An.

Puedo ver a varias arpías, digo chicas que hablan de mí.

- Ragazza, ¿qué pasó con tus padres por fin? ¿Quién te trajo? ¿Por qué no me has contestado mis mensajes? Y ¿por qué rayos estas tan roja?- empieza a preguntar después de responder mi saludo.

Entramos al instituto, y mientras vamos caminando hasta nuestros casilleros, le respondo tranquilamente.

- Me castigaron por rebelarme, bueno, no, corrijo me castigaron por gritarle a mis padres y a su socio. Me quitaron el teléfono... ah y las salidas; aunque creo que ya ni importa... Me trajo nada más y nada menos que mi prometido- lo último lo dije como que si tragara vinagre- Quién casualmente es el amigo de Sergey, el que te comente, y ¿para ver qué se me olvida?- digo haciéndome la pensativa- Ah sí, estoy roja porque el maldito está para comérselo entero y la maldita sequía que traigo me tiene mal. Tanto así que casi, pero casi, le correspondo el beso que pretendía robarme- finalizo dejando impactado a An.

- ¡Ya va! ¿Qué? ¿Casarte? ¿Sequía? ¿Sergey? No entiendo nada.

Suena el timbre que anuncia que ya debemos entrar a clases.

- An honestamente no quiero ir a clases. ¿Qué te parece si nos vamos a nuestro sitio?

- Vamos- dijo y nos encaminamos a nuestra guarida.

Hace tiempo que encontramos un ala del instituto no apta al estudiantado, y obviamente eso nos llamó la atención. Lo vimos, nos enamoramos y lo tomamos como nuestro. Ningún estudiante sabe de el. Es un patio de unos cuarenta metros cuadrados aproximadamente, la mitad está techado. La parte techada tiene unos asientos, que gracias al dinero de nuestros padres, pudimos sobornar al conserje y hacerlo más habitable. La parte descubierta tiene una pequeña pero moderna fuente, proporcionando una elegancia. El suelo es completamente natural, es decir, puro pasto. Un pequeño jardín lo embellece.

Al llegar nos sentamos y comienzo a relatarle lo sucedido en el despacho de Sergey, el desayuno con mis padres y Drag, la plática en el despacho con Drag y las emociones que me provocan la cercanía de él.

Cuando terminé pude observarle tragar grueso. Hubo un inquietante y abrumador silencio hasta que por fin dijo algo.

- ¡Estás jodida, Samantha!

- ¿En serio? No lo sabía- digo sarcástica.

- Pero... Tienes suerte de tenerme como amigo. Y que hayas ganado la última pelea. Así será más fácil conseguir otro contrincante y la paga será más cuantiosa. Cosa que ahorita nos viene como anillo al dedo- finaliza.

Por ésta razón amo hablar con An, él siempre me escucha atento a todo y nunca me juzga. Si la situación lo amerita me regaña, me consuela o me divierte.

- ¡Gracias, An!- digo abrazándolo- En serio gracias.

- Sí, pero hay un pequeño problema que no puedo solucionar- dice haciendo un puchero.

- ¿Ah? ¿Y qué cosa sería esa?

- Tu problema de calentura- dice como si fuera lo más obvio del mundo- Por qué dudo que aunque tuvieras un consolador, se te quitarían las ganas.

Muerdo mi lengua para no gritarle y decirle que no uso esas cosas, pero me retracto al recordar que hace más de un año que nada de nada con nadie. Pues después de Edward, a los hombres los quería bien lejos de mí, y nunca me había preocupado mi sequía.

Hasta ahora.

- Ya veré como controlarme.

Se ve por encima que Drag sabe cómo complacer a una mujer, su aire egocéntrico lo indica así. Pero debo ser muy precavida, él es el Diablo y yo un simple Ángel. Fácilmente puedo acabar quemada.

Después de esa charla nos quedamos sentados admirando el paisaje; para ser mayo el jardín estaba floreado, obra de nuestro cómplice, el conserje. Se nos pasaron las horas, y si hubiera sido por nosotros hubiéramos permanecidos más tiempo, pero el sonido incesante de mi teléfono, nos hizo salir de la ensoñación que teníamos. Vi el número del remitente de la llamada, pero éste decía restringido, cosa que me sorprendió así que con la curiosidad a flor de piel, contesto.

- ¿Diga?

- ¿Dónde estás?- inquirió Drag con esa voz tan ronca que denotaba que no se encontraba de buen humor.

- ¿Cómo que dónde? ¡En el instituto! Dónde me dejaste esta mañana- respondo seca.

- Entonces, ¿por qué nadie sabe de ti? Ni tus compañeros, ni tus profesores...

- ¿Estuviste preguntando por mí?- inquiero furiosa. La sola idea de que me relacionen con él me pone nerviosa.

- Sí, ¿algún problema? Deja de dar escusas y aparece de una buena vez, que no tengo todo el día.

- ¡Estás loco!- después de unos segundos de silencio- Ya voy.

Y sin más me tranco la llamada. Me volteo y veo a An que me mira expectante.

- La realidad nos llama, debemos volver- digo resignada mientras cojo mis cosas.

- La realidad o ¿tu novio?- responde entre risas.

- ¡Qué no es mi novio!- digo molesta- Es mi prometido- gruño lo último.

Nos dirigimos a la entrada del instituto justo en el área de estacionamiento, en donde vemos a un Drag muy furioso pero también condenadamente sexy y excitante, vestido con su traje militar. Drag se voltea al vernos y su mirada dice tanto y a la vez nada. Nos observa, escudriñando todo. Ve como me despido de An y lo noto fulminarlo celoso. La combinación de sentimientos y emociones que produce su mirada me aterra y encanta.

Éste tipo me va a volver loca.

Ángel De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora