El tiempo pasaba de manera lenta, no sabía cómo manejar la incomodidad que se producía en mí ser. Para evitar dejar un charco de sangre en el piso del baño, aprovecho que Drag sigue ausente y me dirijo al cuarto, reviso en una de las gavetas y busco de manera desesperada hasta que encuentro unos cacheteros de color blanco.
Excelente, con el período, sin toallas y ropa interior blanca. ¿Algo más?
Odiaba admitirlo pero mi conciencia tenía razón, pero ya no había tiempo. Las opciones eran mínimas, vuelvo a entrar al baño y luego de darme una ducha rápida cojo tres toallas blancas, una la uso para enrollar mi cuerpo, la otra para mi cabello y con la otra que era notablemente más pequeña, empiezo a rasgarla a modo de que quede lo suficientemente cómoda para que simule una toalla sanitaria.
Situaciones desesperadas, medidas desesperadas
No pude más que coincidir conmigo misma. Sin embargo, no conté con que tuviera público cuando me las daba de sobreviviente.
— ¿Qué haces?— pregunta Drag entre curioso y divertido.
— Yo... eh... ¿improvisar?— digo confundida.
— Aja— dice no muy convencido— Ya mandé a Damián a comprarlas.
— Espero no tarde. ¿Hablaste con Stone?— digo interesada.
— Lo iba a hacer ahorita— dice sacando un teléfono algo viejo, lo miro con curiosidad— Es desechable, nunca podrán rastrearlo— comenta— ¿Stone?... si... todo está bien... tengo una duda... en realidad es MI mujer quien tiene la duda... bien, ten— dice tendiéndome el teléfono.
— ¿Si?— digo insegura.
— A ver, pequeña, ¿cuál es tu duda?—dice Stone amablemente.
— Verás, hoy me bajo el periodo, por primera vez en siete meses. No sé si es normal, tú habías dicho que no volvería a bajarme. Qué estaba muerta y...— no pude seguir pues empecé a llorar.
— Hey— dice Drag, abrazándome — Tranquila.
— Creo que malinterpretaste mis palabras, Samantha— dijo Stone, un poco serio— Yo dije que tu período volvería a bajar en algún momento, que no era seguro que bajara tan pronto. Debido al trauma y los golpes que recibiste, todo el proceso sería más lento. Y lo de estar muerta, eso es completamente equivoco. Es más, si empiezas a tener relaciones sin cuidarte, fácilmente quedarías embarazada.
— ¿En serio?— digo extrañamente feliz— ¿todo en mi cuerpo funciona como antes?— pregunto temblorosa.
— Claro— respondió Stone, con calma— Sólo debes estar consciente de que como tuviste poco más de medio año sin menstruación, tu cuerpo se va a ir adaptando a su ritmo. Velo así, ésta sería tu primera menstruación.
— Okey.
— Gracias, amigo— y sin más Drag apagó su teléfono.
———
Una semana duramos en la casa segura. Luego regresamos a la mansión de Drag, la cual ahora estaba mucho más custodiada que antes. Los días se convirtieron en semanas y las semanas se convirtieron en meses.
Dos meses en donde los entrenamientos con las sombras eran el pan de cada día. Dos meses en donde los hombres del Diablo junto con los del Rey, movían cielo y tierra para encontrar al Fantasma.
Dos meses en los que la intimidad con el Diablo iba avanzando de poco a poco. Dos meses en donde perdí la poca inocencia e ingenuidad que había en mí, al meterme de lleno a este mundo.
———
Los entrenamientos eran realmente extenuantes.
En la mañana de 5 am a 10 am entrenaba con Vianko. Como Drag, le indicó él empezó a perfeccionar mi técnica en boxeo y king boxing. Y cuando hubo obtenido el resultado esperado, cambiamos de arte marcial. Me enseñó un poco de judo, en donde podría utilizar la fuerza de mi oponente en su contra; algo de karate, debo admitir que me fascinaba cuando lo tacleaba con una patada en sus partes "nobles" por gruñón; también intentó enseñarme capoeira, pero simplemente ese estilo no era lo mío.
Todos los días sin falta entrenábamos, no importaba si me sentía bien o si el espacio (porque practicábamos al aire libre) estaba apto, según él en una pelea real el enemigo no le interesaban esas cosas, y aunque no me agradara la idea, era cierto. Sin embargo, cuando me tocaba demostrar delante de todos (Drag, Damián, Alexander y varios hombres de la seguridad del Diablo) me aseguraba de recordarles a cada uno que era mejor no meterse conmigo. Aunque las primeras demostraciones era realmente patética. Pero eso cambió con práctica.
En la tarde de 1 pm a 4 pm, me encontraba en una sala de computación con Alex. Como mi conocimiento en lo tecnológico era básico, a Alex no le costó mucho ayudarme, y más que entre nosotros existía la confianza que debe existir entre un maestro y un alumno para que el aprendizaje sea significativo. Empezó a enseñarme como burlar cámaras, hackear sistemas de seguridad, rastrear cuentas; según él esas cosas eran pan comido, según yo, era demasiado. Luego me enseñó a burlar los sistemas de seguridad de varios bancos, pude entrar a la data de la DEA (por tiempo limitado, para no demostrar la brecha que tenía). Cosas que pensaba que sólo ocurrían en películas, Alex me enseñó en tan sólo dos meses. No quería ni imaginarme que hubiera ocurrido si tardábamos más tiempo.
En las tardes-noches de 5 pm a 9 pm, me encontraba sin falta en el salón de entrenamiento pera con las armas. Damián, se encargaba de enseñarme todo sobre cualquier arma, me ayudo a superar mi asco por la sangre, ya que, al practicar con armas blancas al principio me lastimaba al grado de necesitar primeros auxilios. Me indicó que debía o no hacer en caso de ser herida, me informó y enseñó qué cualquier objeto usado de la forma correcta podría ser un arma mortal. Me enseñó a armar y desarmar armas hasta sin ver que hacía. Las lecciones de tirar el gatillo, eran divertidas, pues al principio el muñeco que se usa para practicar siempre terminaba con varias balas en la zona de los testículos. Los chicos siempre bromeaban conmigo.
Así fue mi rutina por dos meses. Sin un día de descanso.
El tiempo que tenía libre, que básicamente era después de entrenar con Vianko, lo usaba para practicar gimnasia, lo cual me fascinaba y por suerte me ayudaba en todo lo que se convertía mi nuevo yo.
———
Varias veces soñaba con Ángel y con lo ocurrido ese día, otras soñaba con vengar a mi mejor amigo, y en otras salía Ángel reclamándome mis decisiones haciéndome la típica pregunta ¿Vale la pena lo que haces? Sin importar cual fuera el sueño siempre despertaba llorando o gritando, pero siempre unos brazos fuertes me sujetaban y me daban la fuerza y valentía que necesitaba para seguir con mi plan.
Cuando se lo comenté a Drag primero se rio, luego me miro como si me hubieran salido tres cabezas y después negaba molesto. Le había pedido completo albedrío a la hora de acabar con esos cinco bastardos que acabaron conmigo. Sí, cinco y no dos. Tiempo después supe que mi tío tenía tres hombres que eran sus sombras además del traidor de Lincoln. Y ellos debían pagar lo que habían hecho. El problema es que tanto Drag como yo, queríamos cobrar su deuda.
Todas las noches antes de dormir imaginaba como debía acabar con cada uno de ellos. Su castigo debía ser de la misma magnitud que sus pecados. Obviamente tanto Lincoln como Dereck obtendrían el mayor sufrimiento. Con esos dos yo sí tenía carta blanca con ellos; pero con Steve, Fabriccio y Luca, no. Pues uno había sido el causante de la pérdida de dinero y droga de Drag, el otro era el que destruyó un almacén de Dimitri y el otro nada más y nada menos era el encargado de seguirme y fue el que me inyectó esa droga asquerosa por primera vez. Por tanto, Drag quería hacerlos sufrir.
Honestamente lo entendía, pero yo quería divertirme con ellos.
En todo mi encarcelamiento o entrenamiento, aprendí muchas maneras para descargar mi ira en mis víctimas.
Sí víctimas, porque ellos cambiarían de rol esta vez.
Yo sería su verdugo.
Yo sería su Ángel de la Muerte.
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Ángel De La Muerte
AksiyonHeredera de la mafia rusa, hija de los Romanoff. Comprometida con el líder de la mafia alemana, el General Drag Müller. Traicionada y vendida por su familia, con oscuros secretos. Estudiante ejemplar de día y boxeadora amateur por las noches. Con u...