Narrador Samantha Romanoff
Juro que cuando lo vi, pensé que era producto de mi mente atestada de alcohol, pero lamentablemente no era así. Y lo supe cuando decidí regresar donde An, pero casualmente la puerta sólo se abría desde dentro.
¡Qué suerte la mía!
Coincido absolutamente con mi mente. Lo veo, no, lo observo detenidamente. Está vestido con un traje de etiqueta en tono claro. Parece muy tomado, pero yo no me quedo atrás, me cuesta mantenerme en pie sin sostenerme de la pared.
Tengo mucho miedo, la expresión del que alguna vez tuvo mi corazón en sus manos, es gélida. Parecida a la de Drag, y el sólo pensar en él me hace sonreír, cosa que no pasó desapercibido a Edward.
— Vveo qque me recuerddas— dice o intenta decir.
— Edward no sé qué haces aquí pero yo, ya me voy.
No sé ni como pude hilvanar esas palabras tan bien. Al finalizarlas doy media vuelta y me dispongo a encontrar otra forma de entrar o de al menos encontrar a mi amigo. Mientras que estoy de espalda, Edward se me acerca, tanto, que todo su cuerpo está encima de mí. El cuerpo por la que una vez suspiré, hoy sólo me dan náuseas.
— Edward, déjame ir— digo intentado en vano moverlo.
— Tenemos que habblar— su forma de hablar y de mirarme me indican que no hay ningún tipo de sentido común en él.
Mi cabeza me pide largarme de allí lo más rápido posible. Pero mi cuerpo no reacciona. Intento moverme, pero mis movimientos son sumamente desequilibrados. Maldito alcohol.
Nota mental: No volver a tomar... No, no, no volver a emborracharme fuera de mi casa
Siento mi mente tan lejana y mi cuerpo tan pesado y es ahí en que me doy cuenta de que ocurre exactamente. Edward está adherido a mi cuerpo como una garrapata, besa o intenta besar mi cuello, y luego va por mis labios. Y yo sólo intento retener las náuseas.
— Entenderás por las buenas o por las malas, que eres mía. Y nadie va a separarte de mí— dice muy sobrio.
— ¿Qué? Edu— al decirle así me mira con amor, pero no me distraigo— Bebé ¿por qué haces esto? Tú no eres así— digo cariñosa.
Necesito distraerlo mientras mi mente y cuerpo se mejoran para dejarlo aquí caliente y en el frío de la noche.
— ¡Tú! ¡Tú eres la culpable!— dice sin dejar de tocarme— Tú y tu maldita familia. Dime Dimitri, ahora sí soy lo suficiente hombre para tu hija, la gran heredera— grita a no sé dónde ni a quién— ¿Y tu supuesto Diablo? Mira como toco a tu mujer.
Sigue hablando a la nada; siento que han pasado horas, pero sé que sólo han sido minutos. Minutos en los que él me ha tocado como quiere, pues mi estado de embriaguez no me permite hacer más nada que gruñir.
— Mira Drag Müller, mira como la toco, la beso— sigue tocándome e intento apartarlo pero me toma de las manos y las pone encima de mí— Mira idiota. ¡Mira cómo la voy a hacer mía en el suelo, imbécil!
Al decir eso muchas cosas pasan. Con su mano libre rompe la parte de arriba de mi vestido, dejándome semi desnuda; un hombre seguido de tres sombras hacen acto de presencia; el cuerpo de Edward queda completamente rígido y su expresión no demuestra más que el odio que le tiene; su voz, su voz tranquila diciéndome que nada malo va a pasarme; Edward riendo y tocándome más; y un disparo.
Un disparo que hace que la sangre de Edward salpique mi rostro y mi cuerpo por completo. En completo shock veo a Edward tirado en el suelo con un orificio en su entrecejo. Siento que sigo pegada a la pared, pero ya no porque me obliguen, sino porque necesito sostenerme. Drag se acerca cuidadosamente a mí, y de un instante a otro la fría y rígida pared cambia a una musculatura que se adapta a mí.
— Tranquila, ya estoy aquí, nada malo te pasará mientras estés conmigo.
— ¡Tú! ¡Lo mataste!— digo gritándole, pero sin apartarme del calor que me proporciona.
— ¡Y si no lo hubiera hecho ese infeliz te hubiera violado! ¿Acaso querías eso?— pregunta con una calma, que sé que antecede a la tormenta.
— Yyo... yo...— intento decir algo coherente, pero nada sale.
— Shhh— dice dándome un beso en el cabello— Ya estoy contigo. Ahora vamos a mi casa, no quiero que te enfermes. Y toma— me da su saco— No quiero que nadie te vea así.
— Grrraciia... — digo temblando de frío, pues mi cuerpo empieza a reaccionar al ambiente y mientras que me pongo su abrigo— An, él eel dddebe eestar mmuy pppreoocupado— joder si sigo así me quedaré sin dientes.
— Tranquila ya mis hombres le explicarán— luego se voltea y dice— Ya saben que hacer, envíenle un mensaje a su jefe.
— ¿A dónde vamos?— digo ya entrando en calor y en su auto.
— A mi hogar, nuestro hogar— dice muy ensimismado en sus asuntos.
Decido dormirme, han pasado muchas cosas en poco tiempo. Por poco y soy violada por mi ex y casualmente aparece Drag en mi rescate y le mata. Siento que soy cargada al estilo de novia, sé quién es, pero no sé a dónde vamos. Y con el cansancio que tengo no me importa nada excepto dormir.
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Ángel De La Muerte
AksiHeredera de la mafia rusa, hija de los Romanoff. Comprometida con el líder de la mafia alemana, el General Drag Müller. Traicionada y vendida por su familia, con oscuros secretos. Estudiante ejemplar de día y boxeadora amateur por las noches. Con u...