Capítulo 14✔️

88 13 2
                                    

Narrador Samantha Romanoff


Me dirijo a donde se encuentra la pequeña caravana de cinco camionetas blindadas. Veo como Drag observa a An, es como si quisiera matarlo y no dudo de que sea capaz. Lo veo intercambiar unas palabras con el Perro y éste asiente. Lo miro a los ojos fijamente, y como en el despacho iniciamos una guerra de nunca acabar. Hasta que finalmente él baja la mirada. Entra a una de las camionetas, no sin antes decirme.

— No tengo todo el día, además ya me hiciste perder mucho tiempo— gruñe.

— ¡Nadie te pidió que vinieras por mí!— le digo retándolo sin subirme a la camioneta. Sé qué estoy haciendo un show y me ando comportando como una niña, pero no me gusta que me traten así— ¡Sino le hubieras metido la idea a mi papá, no estarías aquí, Drag!

— ¿Cómo me dijiste?— pregunta incrédulo y yo no entiendo.

— ¡Drag!— respondo moviendo las manos, restándoles importancia— ¿No es ese tu nombre? O ¿me mentiste en eso?

— ¡Nadie nunca me dice por mi nombre! No lo permito— y vuelve a gruñir, creo que tiene complejo de perro.

— ¿Ajá y?— digo sobrada— Drag, Drag, Drag— apuesto que me veo ridícula, pero me da igual. No sé porque, pero me gusta verlo rabiar.

— ¡Basta!— ese grito me dejo helada— Entra sino quieres arrepentirte.

Y con esas palabras agarra mi brazo y me mete a la fuerza en la camioneta. Nadie dice nada. Veo que están los mismos tipos de esta mañana, supongo que son sus hombres de confianza. De vez en cuando Drag, me observa al igual que yo. Pienso que vamos a ir a mi casa, pero veo que la caravana se dirige a un lugar nuevo para mí. Un restaurante de alta categoría se hace presente ante mis ojos. Pese a que tengo mucho dinero, no soy de este tipos de restaurantes, sus comidas son insípidas y la atención muy superflua, por eso prefiero un centro de comida rápida. La atención es más cálida y la comida es completamente divina.

Gracias al arduo entrenamiento en el que me someto por ser Ángel, puedo comer la cantidad de calorías que me plazca sin que se vea afectado mi cuerpo. Nos detenemos y los hombres de Drag se bajan primero, entran al restaurante y observan todo, después de unos minutos nos hacen unas señas para entrar. Y lo hacemos. Nos indican cual es nuestra mesa, que casualmente esta en todo el centro y todos nos ven. Me siento un bicho raro. Ésto no pasaría si estuviera en mi carro pidiendo mi orden. Pero gracias a mi amado padre, estoy con este sujeto, y por lo visto planea pedir sin mí.

— Argg— toso tratando de hacerme notar.

— ¿Qué?— me mira como si nada hubiera pasado antes.

— ¿Piensas ordenar sin mí?

— Tal vez.

— Oh no, eso sí que no— digo mientras le quito el menú, honestamente ni idea de qué puedo pedir.

— ¿Y bien?— pregunta riéndose.

— ¿Bien qué?

— ¿No vas a pedir algo?— sigue riéndose.

— Si. Ya elegí— miento y le entrego el menú. Hace ademán de llamar al mesero y éste aparece.

— Buenas tardes señor y señorita— su mirada se detiene en mi más de lo necesario y eso me molesta. Pero al parecer no soy la única, ya que, Drag tiene la mano cerrada en un puño.

— Señora, estoy con mi prometido— digo seriamente a lo que el mesero traga grueso y veo que Drag tiene la sonrisa más hermosa que le he visto.

— Disculpe Señora. ¿Qué desea ordenar la pareja?— dice rojo de la vergüenza y yo lo único que quiero hacer es reír fuerte.

Ángel De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora