Narrador Samantha Romanoff.
Me quedo de piedra al verlo tan sobrio y elegante como anoche. Enseguida recuerdo que no me conoce y actuó como si no supiera quien es. Cuando voy a finalizar las escaleras veo extendida ante mí una mano masculina y como si estuviéramos en una película de antaño, acepto gustosa su ofrecimiento. Y puedo apreciar que su mano es fuerte, más grande que la mía, pero me gusta el contraste que se ve.
Mi madre con su usual voz cantarina me saca de mis pensamientos al decirme.
- ¡Qué bella estás, hija!- dice en un tono tan falso que hasta creo que Drag se dio cuenta.
- ¿En serio, madre?- digo presuntuosa y me doy la vuelta- Yo creo que es perfecto, ¿verdad papi?
- Sí, hija te presento a...- y cual deja vú, interrumpió a mi padre para presentarse el mismo, pero ésta vez fue diferente.
- Jefe del Comando de Operaciones de la Fuerzas Armadas de Alemania, General Drag Müller- finaliza con una sonrisa de autosuficiencia.
- ¿Vaya un militar?- digo con ironía- ¿En serio padre? Yo soy Samantha Romanoff- digo con un tono similar de presunción.
Al decir eso mis padres por poco me matan con la mirada. Pero gracias a la intervención de nana me salvé de morir a manos de mis padres.
- Disculpen la interrupción, señores- dice amablemente- Pero, ya el desayuno está listo.
Nos dirigimos al comedor, con la mirada de Drag fija en mi espalda. Por un segundo pensé que sabría quién era, pero lo pensé mejor y era imposible. Desayunamos en completo silencio, aunque de vez en cuando intercambiaba una que otra mirada con Drag, hecho que no pasó desapercibido por mis padres. Mi madre estaba feliz y mi padre orgulloso. No entendía por qué esas caras.
Al finalizar el desayuno, me dispongo a levantarme y retirarme.
- Permiso- me levanto de la mesa- Fue un placer conocerle señor Müller.
- ¡Espera hija! El General Müller, está acá por ti- dice mi padre feliz.
- ¿Ah?- digo sin entender absolutamente nada.
- Si hija...- dice muy orgulloso mi padre- Ya que le he ofrecido tu mano en matrimonio.
Mi cara reflejaba lo que pensaba y sentía: ira, sorpresa, humillación, furia, todo junto. Mi madre me miraba con cara de que no hiciera ninguna estupidez. Pero ésto superaba en mucho mis expectativas.
- Ajá, sí claro, como no- digo mostrando una seguridad y tranquilidad que obviamente no poseía- ¿Dónde están las cámaras, Dimitri? Por que creo que la idea de una broma es que sea graciosa- espeto furiosa.
- ¡Samantha Romanoff!- grita mi padre, muy molesto pero no tanto como yo- ¡Bájale el tono a tu voz! Y acéptalo de una vez... ¡Aquí sólo eres una muñeca!- admito que eso me dolió como nunca.- ¡Así que hazme el favor de pedirle perdón al General!
- ¡Ni que fuera Dios para pedirle perdón!- respondo mordiéndome la lengua para no cometer una locura- Es más, si lo que el sujeto acá presente...- lo señalo, pero al verlo veo que me mira con una sonrisa de satisfacción que no entiendo, pero continúo- ...quiere es una mujer que no hable, no piense o no siente. ¡Se equivoca y mucho! Yo, jamás seré una muñeca y menos de un sujeto como usted.
Mi padre se abalanzó sobre mí como nunca lo había hecho, mi madre agarró a mi padre del brazo para evitar la cacheta que estaba a punto de recibir. Pero él se sacudió y camino un paso más, intentó hacerlo otra vez, pero el golpe nunca llegó, pues Drag le agarró la mano en pleno vuelo.
ESTÁS LEYENDO
Ángel De La Muerte
AcciónHeredera de la mafia rusa, hija de los Romanoff. Comprometida con el líder de la mafia alemana, el General Drag Müller. Traicionada y vendida por su familia, con oscuros secretos. Estudiante ejemplar de día y boxeadora amateur por las noches. Con u...