Capítulo 61✔️

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Narrador Samantha Romanoff

Ya faltaba poco para mi cumpleaños. Mis entrenadores personales habían decido darme una semana libre.

Ya que mi tiempo libre lo usaba para practicar gimnasia no paraba mucho en la mansión y obviamente mis encuentros con la zafia de María se podían contar con una mano. Pensé que ella había superado su malestar conmigo, pero estaba muy equivocada.

El lunes, había tenido una prueba de vestido. Ya que, según Drag tenía una sorpresa la cual era digna de admirar. Pero el único regalo que yo quería era la cabeza de Dominick Romanoff-Dereck Thompson. La nana de Drag, como siempre estaba ahí para mí. En poco tiempo esa mujer se convirtió en un gran apoyo para mí.

El miércoles por fin tendría mi vestido. Sin importar que ya el "luto" no me agobiaba como antes, decidí que quería un vestido negro. Este tenía en las mangas una tela transparente con detalles, la transparencia abarcaba hasta el vientre, era largo con una abertura a medio músculo, la espalda era descotada. Este iba acompañado de unos tacones de plataforma de igual color. Debo admitir que me encantó. Y como Drag nunca me dijo a donde iríamos, me pareció que este era la mejor opción. Quizás me iba a llevar a un restaurante o una fiesta privada en mi honor, con el Diablo nunca nada era lo que parecía. Había decido darme una ducha antes de probarme por décima vez el vestido. El cual había dejado en mi cama (aún dormía en un cuarto distinto al de Drag) en una caja. Debí durar unos treinta minutos en el baño, pero por suerte salí a tiempo.

María se encontraba de espaldas a mí con un cuchillo frente a mi vestido, no se tenía que ser un genio para saber que tramaba.

— ¿QUÉ DIABLOS HACES EN MÍ HABITACIÓN Y CON MI VESTIDO?— le grito desde la puerta del baño, asustando a la piruja.

— ¡Lo mismo que tú! ¡Sobrar!— dice la muy tonta mientras me amenaza con el arma.

Debo reconocer que la tipa tiene agallas, y que si no hubiera conocido el infierno y salido de él, le tendría un poco de consideración.

En un ágil movimiento (el cual me enseñó Damián) le quito el cuchillo y rápidamente le hago un corte en su brazo izquierdo (ni muy superficial ni muy profundo, el tamaño justo para dejar una huella). La muy loca me lo arrebata mientras que disfruto de ver su sangre manchando su piel blanca.

— ¿Pero qué haces? ¿Estás loca?— dice mientras con una mano intenta golpearme, y con la otra trata de parar el sangrado.

De manera fácil la lanzo al suelo y le hago una llave donde la dejo inmóvil.

— Si quieres seguir viva, más te vale no volver a sacarme de mi centro. Eso— digo señalando su herida— es nada a lo que te ocurrirá la próxima vez que te me acerques.

En ese momento aparecen las sombras y Drag. Supongo que el escándalo se escuchó en el despacho, que era donde ellos se encontraban.

— ¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué María está sangrando? ¿Y por qué tú estás en bata de baño?— pregunta Drag furioso.

Es ahí cuando me doy cuenta que ando en trapos menores y en una posición un poco reveladora.

— Le estaba enseñando modales a la servidumbre— digo con una sonrisa angelical pero con una mirada diabólica— Espero que te haya quedado claro las reglas, niña. Porqué créeme, no me molestaría repetírtelas— digo riendo— Chicos llévensela— señalo a las sombras— Drag, déjame sola aún debo terminar de vestirme.

Antes que pueda ser consciente de que las sombras y María ya no estaban. Drag había cerrado la puerta y se encontraba con una prominente erección, él empezó a hablar muy coqueto.

Ángel De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora