Capítulo 38✔️✔️

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Narrador omnisciente

Después de observar la pelea y ver como su Ángel ganaba; Alec se retiró al bar, en donde pudo preparar la bebida para la ganadora, con un añadido de parte de él. Mientras que se dirigía al camerino le agregó unas pastillas de éxtasis bien trituradas, luego las removió para que no se notara que estaba alterada.

Toc toc

— Pase— dice la joven heredera.

Alec había consumido varias pastillas para poder declarársele a la heredera. Sin embargo, lo que escuchó le quitó toda esperanza de una.

— Bueno aún te ves bien para el Diablo— comenta Ángel.

— Cállate idiota, no quiero que... oh hola Alec...— dice Samantha.

— Yo, lo lamento, no quería interrumpir. Sólo vine a traerte esto— dice Alec señalando el vaso que llevaba— Pero veo que llegue en mal momento.

— Para nada. Dame... justo lo que necesitaba— la pelirroja empieza a beber del vaso sin saber que éste estaba químicamente alterado.

Debido a que el Tiburón estaba viendo de mala forma a Alec, este último se retiró y a nadie le importó.

— Tu enamorado debería traernos bebidas a nosotros también— comenta jocoso Ángel a Samantha.

Pero ella, estaba muy ocupada bebiendo de su vaso. Tanto así que rápidamente llegó al fondo del mismo. Después de unos minutos, Samantha logra decir algo, o eso cree.

— Yyio crreo hip— intenta decir Samantha— Qqque bedemos bruscar max dedibas.

Ángel y Tiburón se miran, y sin intercambiar palabras, adivinan lo ocurrido.

Alec drogó a Samantha... El imbécil drogó a la chica del Diablo

Pobre de aquel tarado... No sabe en que se metió

Esos eran los pensamientos de los nuevos guardaespaldas de Samantha. Y de manera discreta sacaron a la heredera del lugar. Ángel decidió dejar a Samantha con el Tiburón, pues éste le explicó que llevaría a la chica a la mansión del Diablo y que allí no era bienvenido. La decisión no le agradó en lo absoluto, pero él sabía que si había un lugar seguro para una Samantha drogada, ese era con el Diablo.

...

Samantha se encontraba en el carro, camino a la mansión Müller. Ninguno decía nada. Ella estaba ensimismada en el paisaje, y él sólo pensaba cómo explicarle que drogaron a la chica en su presencia. Tiburón sabía que su descuido lo pagaría caro.

...

Drag por fortuna se encontraba ya de mejor humor. Ya no estaba tan irritable por lo del sabotaje. Su equipo estaba planeando su ataque. Él se encontraba en su despacho, cuando llegó su pareja y su tercer al mando.

— Buenas Dragsito— dice muy feliz Samantha, buscando un espacio entre sus brazos.

— ¿Qué significa esto?— dice Drag un poco molesto y un poco confundido.

Una Roja tan cariñosa como ésa no se veía todos los días

— Señor, al parecer su mujer consumió éxtasis en el club.

Los tres hablaron al mismo tiempo.

— ¿Qué? ¿Cómo qué mi mujer consume drogas? ¿Desde cuándo?— dice algo contrariado Drag.

— Señor, no fue algo previsto. Alec Donovan le dio de beber un líquido mezclado con la droga— dice temeroso Tiburón.

— No seas gruñón— dice Samantha abrazándose al cuello de Drag— Vele el lado positivooooo.

Verla tan juguetona, hizo que Drag olvidará sus problemas y la ineptitud de su empleado.

— ¿Y cuál es el lado positivo?— dice Drag siguiéndole el juego. Alexander al ver que su cuello no peligraba decidió dejarlos solos.

— Fácil. De otra forma no podríamos estar tan juntos y tan pegados— dice la Roja guindándose de Drag— Sino fuera por eso, tú y yo estaríamos peleando. Como siempre...— termina de decir con los ojos aguados.

Drag debía de admitir, que aunque le fascinaba ésta heredera, la original era mejor. A ésta fácilmente podría dominarla, con la otra no. Por lo mismo decidió seguirle el juego.

— Ya— le dice levantando su rostro y dándole un beso en la frente— Ven...— la baja de sí mismo, y le ofrece su mano— Vayamos a mi habitación.

— Noooo— dice negándose como una niña pequeña.

— ¿No qué?— pregunta curioso.

— No es tú habitación. Es nuestraaaaaaaa— dice alargando la sílaba— Así que mueve tu gran trasero que ya te quiero ver desnudo.

...

Ambos subieron como si fueran la pareja perfecta. En la habitación, Drag cerró con seguro. Si bien es cierto, prefería a la otra heredera, ésta no estaba nada mal. Y menos cuando la vio quitarse la ropa, quedando solamente con la interior. Un conjunto vinotinto digno de una diosa, según Drag.

Joder lo que podría hacer con ese cuerpo

Era lo único que podía pensar Drag. Por su parte, Samantha quería a Drag sin ningún tipo de interferencia textil. Lo quería sentir por fin a él y lo quería ahora.

— ¿Y bien? ¿Te quedarás toda la vida admirando o actuando, Diablito?— dice muy sensualmente Samantha, mientras balancea su pierna de un lado a otro sentada en la cama.

— ¿Quieres acción? Eso tendrás— dice Drag.

Sin esperar una invitación, se lanza como cazador a su presa mientras le brinda besos apasionados, besos que ambos querían desde hace mucho tiempo.

Sus labios se comunicaban a través del lenguaje universal de la lujuria. Mientras que sus manos, recorrían cada esquina de su cuerpo, sin ningún tipo de vergüenza entre ambos. En un momento determinado, después de tantos beso, Samantha despoja de los ajustados boxers negros de Drag. Dejándolo como Dios lo trajo al mundo. Por su parte el Diablo, le desabrocha el brasier y se retira un poco para admirarla.

Si existían un momento para parar era este.

Sin embargo, las caricias continuaban y Drag aprovecho para cobrarse cada desplante hecho por esa mujer, dejo que los problemas que lo agobiaran, agobiaran a Samantha también. Pero de una deliciosa manera.

Con una mano recorría la perfecta circunferencia del pecho de la heredera, mientras que con la otra pellizcaba el pezón de la misma, siempre besando a su nueva amante. Por su parte, Samantha, con sus manos delineaba el perfecto abdomen de su prometido, y al llegar a su paquete se retuerce de excitación por las sensaciones que le proporciona su amante, y decide pagarle con la misma moneda.

Ambos se encargaban de demostrarle al otro cuán desesperados estaban por tener un momento así.

Samantha, se sentía en el mismísimo cielo pero sabía qué si se detenía llegaría al mismo infierno. Drag, sabía que ésto estaba mal. Quería que ocurriera. Quería tenerla, pero no quería que fuera gracias a una droga. Las hormonas estaban esparcidas en la habitación. Todo en la recámara clamaba sexo. Todo en el cuarto era pasión, pasión maquillada por enfrentamientos sin sentidos.

Por fin Ángel y Diablo harían de la Tierra su paraíso. Pero ninguno de los dos previó lo que ocurriría. Minutos después del debido juego incitador. Samantha tan agotada por la pelea y la droga que había ingerido sin quererlo, hicieron huella en ella. Y sin más la joven heredera, se quedó dormida a mitad de la acción. Dejando a un confundido, alegre y excitado Diablo.

Ángel De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora