54. Reunión

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—¡Vesta!

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—¡Vesta!

Al igual que Astlyr, la zorniana tenía una gran sonrisa en el rostro. Tal vez no deberían emocionarse hasta que triunfaran, pero no podían evitarlo. Hasta hace unos días, ninguna tenía idea de que existía la posibilidad de recuperar a sus seres queridos.

Bajó las escaleras de la compuerta, que se abrió apenas Rocket aterrizó la nave, y caminó directo a Astlyr. La noruega de cabello morado había salido del edificio principal del Centro de los Nuevos Vengadores en cuanto el sistema advirtió el acercamiento de un objeto en el aire.

Ignoraron completamente a Scott y su taco, que ahora sólo era una tortilla, y se abrazaron con fuerza.

—Te ves muy bien. Mírate, eras tan delgada y débil —le dijo con una sonrisa divertida, picándole el brazo—. Mañana entrenaremos juntas, quiero ver qué tanto has mejorado.

—Prepárate, zorniana, patearé tu trasero rojo a primera hora.

Vesta se rio y le rodeó los hombros con el brazo mientras caminaban hacia la entrada principal. Astlyr estuvo por preguntarle si tenía hambre, cuando Scott se levantó de su asiento como si algo le hubiera pinchado el trasero y miró a la extraterrestre con fascinación.

—¡Hola!

Astlyr sonrió divertida. A pesar de todo, no había pasado por alto que el día después de la batalla en Wakanda contra Thanos, Vesta había despertado un extraño interés sexual en todos lo hombres que la rodeaban. Cada uno de ellos la habían mirado más de una vez.

Por supuesto, Vesta rechazó todos los intentos de llamar su atención y les explicó que los de su especie causaban eso en las criaturas que pudieran ser sexualmente compatibles. Era algo a nivel biológico, como si su olor o presencia atrajera al sexo opuesto sin poder evitarlo.

—Soy Scott. Scott Lang —se presentó, estirando su mano.

—Vesta Galdottir, la Destripadora —le dijo cortésmente, mirando la mano extendida de Scott, con el ceño fruncido.

—Los zornianos no estrechan la mano, Scott —le explicó Astlyr, divertida—. Y ni siquiera lo intentes. Tiene pareja.

Astlyr nunca olvidaría cuando Vesta le explicó cómo funcionaba la vinculación en su mundo. Los zornianos sólo tenían una pareja en su vida.

—¡Oye, humanito! —gritó Rocket, bajando la mitad de los escalones de la nave, mientras Nébula cruzaba el jardín— ¿Dónde está el grandote verde?

—Creo que en la cocina —respondió Scott, frunciendo el ceño, claramente confundido ante la imagen de un mapache parlante en dos patas. Luego observó la nave con más atención, asombrado—. Es impresionante —comentó a Nébula, que iba pasando frente a él.

—Rhodey, cuidado en la entrada —informó Nébula, a través del comunicador—. Hay un idiota en la zona de aterrizaje.

Ni Astlyr ni Vesta se inmutaron ante la sacudida en el suelo cuando Rhodey aterrizó, y siguieron a Nébula hasta el interior del edificio, mientras Bruce iba de salida con una orden de tacos en mano.

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