58. En el pasado

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Morag no era un planeta como Astlyr imaginaba

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Morag no era un planeta como Astlyr imaginaba. Parecía abandonado, casi inhabitable. No había naturaleza, probablemente la tierra no era fértil, y sólo veía unas especies de ratas alienígenas pasando por ahí. Era extraño pensar que se encontraba en el año 214 en el espacio.

—Muy bien. Bájalo, Azul —ordenó Rhodey a Nébula, quien piloteaba el Benatar y bajaba la cápsula de escape—. Justo en esa línea. Eso es. Abajo.

—¿Qué son esas cosas? —le preguntó Astlyr a Vesta— Son horribles —opinó con disgusto, y vio a Natasha patear algunos metros lejos a uno de ellos, que había intentado morderle el pie.

—Orlonis. No llevan enfermedades contagiosas, pero su mordida duele y son carnívoros —respondió—. No es importante, pero son buena comida si se cocinan bien.

—Oigan, ¿podemos apurarnos? —exclamó Clint, disgustado con los animales.

—Chicos, rápido —lo apoyó Natasha—. Vamos. Estamos contrarreloj.

—Todo eso... es de mucha ayuda —respondió Rhodey con sarcasmo.

Natasha rodó los ojos y sonrió. Astlyr pateó otra rata que se le estaba acercando, la cual al caer le gruñó y salió corriendo. Vesta se acercó a abrazarla.

—Tengan cuidado. No sé qué puedan encontrar ahí —advirtió.

—Estaremos bien —asintió, correspondiendo su abrazo—. ¿Estás emocionada por verlo?

Vesta formó una sonrisa melancólica.

—Será doloroso no poder abrazarlo —admitió—, pero valdrá la pena.

—Claro que lo hará —le sonrió con ánimo—. Vamos a recuperarlos.

Vesta sonrió orgullosa y segura.

—Sí que lo haremos.

Rhodey se acercó después de haberse despedido de Natasha, quiene comenzaba a dirigirse a la rampa de la nave.

—Ten cuidado, ¿de acuerdo? Consigan esa gema y regresen. No lo arruinen.

—Pan comido —respondió Astlyr, abrazándolo con dificultad por el traje de Máquina de Guerra—. Cuídalas.

—Sí, señora.

Astlyr le sonrió una última vez antes de despedirse de Nébula a la distancia y seguir a Natasha. Una vez que la nave se impulsó en el aire, se pusieron cinturones y esperaron al salto. La adrenalina le aceleró el corazón, sintiéndose en sintonía con la velocidad de la nave. La ventana frontal les permitió admirar el espacio y cómo se volvían haces de colores.

—Siempre envidié la historia de Budapest que compartes con Clint —comentó Astlyr, mirando a Natasha. Era su primer viaje espacial—. Pero ahora tenemos un viaje al espacio.

—¿Quién quiere otra anécdota aburrida en Las Vegas cuando se puede ir a otro planeta? —le sonrió Natasha.

Astlyr rio con ella.

COPIER [BARNES] LEAGUE OF HEROINES ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora