COPIER [BARNES] LEAGUE OF HEROINES ¹

67. Reunión familiar

El olor a hamburguesas en el carbón llegó hasta el interior de la casa mientras Astlyr apilaba los platos y vasos.

—Toma, ¿podrías llevarlos a la mesa?

Lila la ignoró.

—... Así que lo encontraste en un callejón, te lo llevaste a casa y tres años después, ¡pam! Te casaste con él.

Astlyr la miró mal.

—Lo resumiste demasiado, pero... sí, algo así. Y por favor, deja de decir que lo encontré en un callejón.

—Cariño —habló Laura, apilando las servilletas sobre los platos—, debes entendernos. Nunca habías traído un chico a casa, no te hemos visto en años, y ahora llegas con un sujeto de cien años que tiene un brazo de metal, el mejor amigo de Capitán América y el número uno buscado en el país.

Astlyr torció la boca.

—En primer lugar, yo soy la segunda más buscada, para ser justas. Y es el primero que traigo a casa porque también es el primero al que he querido —aclaró—. Sé que suena muy complicado —admitió, yendo por la mostaza, la mayonesa y la cátsup al refrigerador—, pero lo amo. Y él me ama a mí. De verdad, lamento haberme desaparecido tanto tiempo y no decirles de él. Es que no quería hacerlo por teléfono, y fueron años muy difíciles. Teníamos que estar ocultos —explicó, acomodando los aderezos junto a los vasos—. Les prometo que es bueno. Así que, por favor, traten de...

—¡Mamá, mamá!

Nathaniel abrió la puerta de la casa y entró agitado y rápido, pero con ojos de asombro y una emoción que casi lo hacía dar brincos.

—¡Ven a ver! ¡Ven, mira!

Laura, Astlyr y Lila se miraron extrañadas entre sí. Tomaron todas las cosas para la comida y juntas siguieron a Nathaniel fuera de la casa.

—¡Rápido, Lila, ven!

Nathaniel bajaba las escaleras del pórtico, cuando Bucky y Cooper iban saliendo del granero con la mesa para jardín que usábamos para comer afuera. Bucky cargaba con ambas manos un extremo de la mesa y Cooper el otro. Astlyr sonrió, consciente de que Bucky bien podría cargar la mesa con una mano y sin sudar, pero no iba alardear.

Nathaniel siguió corriendo hasta llegar a Bucky. Astlyr, Lila y Laura lo siguieron con las cosas aún en mano. Nathaniel brincaba frente a Bucky y le pedía que lo dejara hacerlo otra vez.

—¿Qué ocurre? —preguntó Astlyr, curiosa de por qué Nathaniel parecía emocionado por que Bucky hiciera algo, que sospechaba que tenía que ver con su fuerza de súper soldado.

—¡Es asombroso! —señaló Cooper y siguió a Nathaniel.

Entonces, ambos chicos se colgaron del brazo de Bucky cuando éste lo estiró. Bucky ni siquiera tambaleó o tembló. Astlyr sintió que se le hacía un poco más grande el corazón. Claramente, a sus hermanos ya les agradaba Bucky.

Atrás de ellos, en el asador, Clint miraba la escena con los ojos en blanco.

—Está bien, puedo ver el encanto —admitió Laura por lo bajo, a través de una sonrisa que le dirigió a sus hijos. Astlyr sonrió orgullosa. Su madre también lo aprobaba—. Chicos, ya déjenlo. Ayuden a traer el mantel, que lo dejé en la cocina.

—Está bien, es cool —dijo Lila, encogiéndose de hombros.

Astlyr le enseñó los dos pulgares arriba a Bucky, quien sólo le sonreía mientras Nate y Cooper lo soltaban para ir dentro de la casa.

No podía hacer más, Clint jamás lo querría. Después de todo, siempre sería su padre y aplicaría el mismo papel cuando Lila tuviera novio.

—¿Puedo ayudar con algo más? —le preguntó Bucky, acercándose a ella. Astlyr sonreía como una obvia enamorada. Las cosas estaban saliendo muy bien.

Otra cosa que había cambiado para bien. Su familia había regresado, y estaban todos reunidos para comer hamburguesas en el jardín. No podía imaginarse algo mejor después de los últimos años que pasó.

—Podrías traer unas sillas del granero —intervino Clint, carraspeando. Bucky y Astlyr lo miraron—. No vamos a caber todos ahí.

—Claro —asintió Bucky, y se fue caminando al granero en silencio.

Nathaniel y Cooper regresaron con el mantel y ayudaron a ponerlo con Lila. Laura traía de la casa una jarra con limonada. Astlyr caminó hacia Clint, quien volteaba las carnes y guardaba en un recipiente las que ya estaban cocinadas. También asaba unas rebanadas de tocino y el pan.

—Es increíble, ¿no?

Clint se encogió de hombros.

—Siempre podrías conseguir a alguien mejor.

Astlyr rodó los ojos.

—Hablo de que la familia volvió.

Clint levantó la mirada, y luego la dirigió a sus hijos, que jugaban cerca de la mesa mientras su esposa servía limonada en cada vaso. Sonrió con nostalgia.

—Sí, es increíble que lo lográramos.

Se quedaron un momento en silencio, viendo a su familia, y a Bucky salir del granero con dos sillas.

—Qusiera que ella estuviera aquí.

Clint la miró. Astlyr se veía más completa y feliz de lo que había estado en mucho tiempo, pero eso no significaba que pudiera olvidar lo que habían perdido.

—Lo está —le dijo con tono de consuelo.

Astlyr sólo sonrió sin separar los labios, y poco después esa sonrisa se desvaneció.

—¿Cuándo vamos a decirles? No tardarán mucho en preguntar por ella.

Clint lo pensó un largo minuto.

—Déjamelo a mí.

—Pero...

—Has pasado por demasiado ya —le dijo, casi terminando el tema—. Yo se los diré. Pero no hoy. Ella no lo hubiera querido. Disfrutemos lo que tenemos.

Astlyr asintió.

—Lo que ella hizo posible.

Clint la miró, por sus ojos comenzaban a asomarse unas lágrimas.

—Nunca te di las gracias —comentó Astlyr, cambiando el tema. Dejó de mirar a sus hermanos para verlo a los ojos. Él parecía confundido—. Por recibirme en tu familia.

Clint no pudo contenerse. Se acercó a su hija mayor y la estrechó en sus brazos. Ella se dejó abrazar, ser consolada y apoyarse en su hombro. Le debía tanto a los Barton, que jamás tendría cómo pagarles. Pero sí podía hacer su mayor intento.