43. Tribu Fronteriza

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Al parecer, durante la ausencia de Astlyr, Wakanda había sufrido un golpe: el primo de T'Challa tomó posesión del trono e intentó causar una guerra fuera de Wakanda con las armas de vibranio, pretendiendo mostrarse ante el mundo como una amenaza para ponerse por encima de los demás países.

Por suerte, gracias a que T'Challa sobrevivió y M'Bwana se mantuvo firme a salvar Wakanda de las garras del nuevo rey, todo volvió a la normalidad. Sin embargo, durante ese transcurso, Zuri (el chamán y consejero real) fue asesinado. Astlyr se presentó en su tumba para dejar unas flores por respeto, a pesar de no conocerlo, y ofreció sus condolencias a la familia Udaku y a M'Bwana.

Por ello, quien los casaría sería la chamán que había tomado el lugar de Zuri. Todo aquel que quisiera casarse en Wakanda, debía ir con la chamán. Cuando Astlyr y Bucky confesaron que no llevaban ninguna religión, M'Bwana les explicó que eso no era necesario para la boda, porque más que ser un proceso religioso, era espiritual y válido. Y eso era lo que a ellos les importaba, porque después de todo, ambos habían acordado quedarse en Wakanda.

M'Bwana y Shuri recibieron las noticias felizmente y T'Challa les dio su apoyo total para el matrimonio y para formar parte de su nación, que pronto abriría sus puertas al resto del mundo.

Astlyr se sorprendió de que todo fuera tan rápido, pues lo único que tuvieron que hacer fue presentarse cada quien con un testigo en el templo del palacio, repetir ciertas palabras dichas por la chamán, intercambiar unos anillos hechos de vibranio (que todos los casados en Wakanda llevaban), firmar unos papeles y sellar el acto con un beso. En realidad, no había sido algo tan corto, pero los nervios hicieron que ella lo sintiera así.

M'Bwana fue orgullosamente su testigo, mientras que T'Challa aceptó ser el de Bucky. Ambos pidieron que se mantuviera en secreto de aquellos que no estaban en Wakanda, ya que había sido algo tan personal (y que quisieron hacer una semana después de que Bucky le propusiera matrimonio) que decidieron mantenerlo para ellos.

La Tribu Fronteriza celebró en grande la boda, cosa que Astlyr no esperaba. Según M'Bwana le había explicado, la tribu a la que pertenecía la novia debía celebrar la boda. Eso a ella le conmovió... porque se dio cuenta de que la tribu ya la consideraban parte de ellos.

Al final no había sido algo tan privado, pero eso no les afectó en absoluto. Lo único que ellos habían deseado era hacer de su promesa algo oficial; no les importaba si les celebraban o no. Ellos ya estaban contentos con la idea de estar juntos durante el resto de sus vidas.

Los niños de la tribu jugaron y bailaron hasta que sus madres se los permitieron, y las jóvenes cuchichearon con Astlyr, riendo y bromeando, celebrando que había encontrado el amor de su vida. Bucky la miraba desde la distancia, el cómo sonreía y se divertía con cualquiera que se acercara a hablarle, tan amable y dulce, y no le cupo ninguna duda de que había elegido a la persona ideal para compartir su vida.

Astlyr corrió desde el bulto de chicas escandalosas hacia él, levantando su vestido para no pisarlo. Llevaba una túnica africana de color blanco con figuras hechas de hilo plateado, que se ceñía en su cintura por un resorte de adentro, y tenía una abertura desde su pie hasta la rodilla del lado derecho. Él llevaba el mismo diseño y tela, pero en pantalón y camisa. Eso los hacía resaltar entre el montón de personas que celebraban, respetando que fueran los únicos de blanco.

—Vamos, baila conmigo —pidió, jalándolo del brazo.

Bucky se dejó llevar más cerca de una de las pequeñas fogatas.

—No sé bailar esto —le dijo, mirando a su alrededor.

Todos bailaban de distinta manera, pero seguía siendo de formas que él no tenía idea de cómo imitar.

—No tenemos que hacerlo así —le dijo, pasando sus manos por su nuca y acercándose, alzando su cabeza para poder mirarlo a los ojos, cuando él inclinó la suya.

Bucky dejó su mano en la espalda baja de Astlyr, y sintió su largo cabello platinado y ondulado rozándole los dedos. Llevaba una pequeña trenza en cada lado de la cabeza, formando una corona. Después de hacerla dar una vuelta sobre sus pies descalzos, depositó un casto y largo beso sobre su frente, luego reposando su mejilla donde mismo.

—Te amo.

—No te culpo.

Bueno, si no respondiera algo así hasta en los mejores momentos, esa no sería la Astlyr de la que se enamoró, así que sólo sonrió y la pegó más hacia él, sintiendo más calidez imanando de ella que de la fogata.

Bueno, si no respondiera algo así hasta en los mejores momentos, esa no sería la Astlyr de la que se enamoró, así que sólo sonrió y la pegó más hacia él, sintiendo más calidez imanando de ella que de la fogata

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