32. Bucarest

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—Oh, no.

—¿Qué ocurre?

Más tarde ese día de los Acuerdos, le llamó un par de veces a Steve, pero no respondió. Al día siguiente, trató de comunicarse con él otra vez, pero siguió sin regresarle la llamada o ver sus mensajes. Hace quince minutos, había tomado la decisión de comunicarse con Wanda para preguntarle si sabía algo. Su corazón se estrujó cuando recibió la noticia de que Steve estaba en Londres, asistiendo al funeral de Margaret Carter.

—Peggy Carter. ¿Recuerdas, la chica del museo que vimos? Steve la amaba, y falleció hace tres días.

Guardó su celular en el bolsillo trasero de sus vaqueros, suspirando. No tenía caso tratar de comunicarse con él. Si estuviera en su lugar, querría estar sola y tampoco atendería ninguna llamada.

Bucky hizo una mueca. No se imaginaba el dolor por el que Steve estaría pasando. Decidió quedarse callado, porque no tenía idea de qué decir. Así que se dedicó a terminar de preparar el desayuno con la poca comida que les quedaba.

Suspiró frustrada y fue al baño a lavarse la cara con agua fría. Odiaba la sensación de que alguien importante falleciera, aunque no la hubiera conocido. Sabía que era la única mujer de la que Steve se había enamorado, nunca tuvo ojos para otra.

Al volver a la cocina, frunció el ceño con disgusto. Bucky estaba debatiendo entre si desayunar atún o sopa instantánea.

—Dios mío —sonrió divertida—, no pensarás en serio en desayunar alguna de esas cosas, ¿o sí?

—Bueno, no hay nada más. Olvidamos hacer las compras antier, y ayer —le recordó, encogiéndose de hombros, mientras destapaba la lata de atún.

—Bien, tú puedes desayunar eso, yo iré al mercado. A menos que quieras venir y...

—Te acompaño —se apresuró a decir.

Bucky dejó la lata de atún en la nevera, ya que la había abierto, y cuando se volvió la miró. En menos de dos segundos, Astlyr ya estaba vestida. Traía una sudadera negra con un pequeño corazón blanco en la parte superior derecha, una gorra blanca y unas botas negras de tacón, dejando sus vaqueros azules. Bucarest era mucho más frío que Brooklyn, así que no se podía dar el lujo de usar vestidos, cosa que Bucky echaba de menos.

Astlyr lo miró sin entender qué tanto la miraba.

—¿Qué ocurre?

Bucky sonrió.

—Te ves hermosa —dijo con voz apenas audible, provocándole un sonrojo y una sonrisa.

Rodeó la isla de la cocina, se acercó y le plantó un suave y dulce beso en los labios. Astlyr apoyó las manos sobre sus hombros y se puso de puntillas para darle otro beso.

—Yo siempre me veo hermosa, pero gracias, cariño.

Bucky ensanchó su sonrisa, divertido.

—Haré como que no escuché lo primero.

Astlyr asintió y volvió darle otro beso, esta vez en el mentón. Bucky tenía el cabello casi por los hombros y la barba de varias semanas. Ella siempre había preferido a los hombres con el cabello corto, sin barba ni bigote, hombres del tipo Marlon Brando en su juventud; pero así se había enamorado de Bucky, y así era como lo prefería.

Mientras Bucky se ponía su chaqueta, guantes y gorra, Astlyr fue por su cartera y llaves, y confirmó que tuviera el celular consigo. Bajaron las largas escaleras y salieron a la calle para ir al mercado y comprar comida decente para toda la semana.

COPIER [BARNES] LEAGUE OF HEROINES ¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora