CAPÍTULO 25 Fuckboys honorables y goodboys mentirosos

14.2K 1.8K 1.8K
                                    

TOBYAS

Joshua, quien hasta el momento había permanecido absorto en su teléfono móvil, se volvió a verme un segundo y noté como sus ojos se abrían con asombro.

—¿Qué te pasó en la cara?

Le eché una ojeada a la puerta principal de Marble Anne.

—Un tornado llamado Rough.

—¿Ella te hizo eso?

Parecía haberme peleado con Bruce Lee, pero solo había sido el puñetazo de una chica enfurecida por mis mentiras.

—Y debo sentirme afortunado, la vi con intenciones de apuñalarme. Ni siquiera me percaté cuando me dio el derechazo.

Joshua se quedó en silencio unos segundos.

—Vaya, pensé que iría mejor.

—No hagas como que te importa, Joshua. —Bajé la voz al escuchar los pasos de alguien. Oteé la entrada, Anton y Rough iban saliendo—. Conseguiste lo que querías.

—Estás equivocado, Tobyas.

—¿Lo estoy? —rebatí, iracundo—. No seas hipócrita.

—Nada de esto tenía que pasar. No debías involucrarte con Rough Kim de esa manera. Así que no me culpes por tus errores, lo único que hice fue intentar limpiar tu mierda. Mejor que te odie a que te ame, ¿no?

Suspiré en un intento por alivianar el malestar que me encestó.

—Ese es el problema.

—Hiciste lo correcto —dijo, justo antes de que Anton y Rough entraran a la limusina.

—Lo correcto no siempre es lo mejor.

Rough se dejó caer en el sillón, con la mirada perdida como si estuviera dentro de un gran análisis filosófico. Traté de imaginar lo que pensaba, pero lo único que me vino a la mente fue un episodio cutre de Mil maneras de morir.

—¿Quién te dejó el ojo así? —preguntó Anton cuando terminó de acomodarse.

Joshua apretó la cara como estreñido, enviándole una señal de «no preguntes», pero el castaño no entendía de indirectas.

—¿Te peleaste? —insistió.

Rough se removió, incómoda.

—No —declaré—. Me apaleó la bestia que tienes al lado.

No fui consciente del error que cometía hasta que abrí la boca.

—¿Quieres otra trompada? —contraatacó ella.

—Ni de coña, no me siento la cara.

—Lo que no deberías sentirte es el culo —dijo entre dientes.

Anton se llevó la mano a la boca, al segundo siguiente estaba desparramado de la risa en el asiento. El manga que leía voló por los aires y cayó a los pies de Rough, quien parecía estar declarándome la guerra en silencio.

Estaba furiosa y no era para menos.

—¿Tienes algún problema? —rebatió Joshua.

—Para nada. Lo que pasa es que me molesta la gente calculadora y mentirosa.

Joshua entronó los ojos.

—Rough, por favor… —advertí.

—¡Me utilizaste! ¿Crees que voy a darte las gracias? —vociferó—. Desde que llegaste… Desde el primer día has estado metiéndote en mi vida, en mi cama, en mi cabeza, en mí.

El ÁSPERO SUEÑO de ROUGH KIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora