CAPÍTULO 6 Los demonios son pelirrojos

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Aquella fuerte fragancia inundó mis fosas nasales y una inesperada sensación de anhelo se apoderó de mí mientras los recuerdos me golpeaban mis sentidos. Lo traía impregnado en la piel y no había una partícula en mi cuerpo que no reconociera el olor de Nathaniel Stone.

«Regresó».

No protesté cuando apretó mi cintura y me abrazó.

—Rough, ¿me extrañaste?

«Nunca más».

—No me toques —murmuré y lo aparté de mí.

—¿Rough? —Él me giró, quedamos uno frente al otro—. Soy yo, Nate.

—Lo sé.

Nathaniel Stone, la raíz de todos mis males, medía alrededor de metro ochenta; llevaba una enmarañada mata de cabello teñido de rojo escarlata, los brazos tatuados y las mejillas coloradas. En su uniforme leí «Departamento de Música Clásica».

Ver sus ojos verdes después tanto tiempo me dejó un mal sabor de boca.

Di media vuelta, dispuesta a irme de allí.

—Rough, por favor, escúchame. —Me agarró por la muñeca.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Nate sonrió, cosa que trajo tantos recuerdos que no pude controlarme. Lo agarré por el brazo y lo estampé contra la pared. Su sonrisa se contorsionó hasta que solo quedó una mueca. Detuvo mi puño a centímetros de su rostro.

—Sabía que te enfadaría —fue bajando mi mano—, pero no pensé que intentarías golpearme.

—Eso es lo que consigues cuando eres un maldito mentiroso.

—No te mentí, Rough.

—No lo preguntaré otra vez, Nate. ¿Qué estás haciendo aquí?

—He venido a verte.

—Sí, ya. Sí, claro. ¿Piensas que voy a creerme esa mierda?

—¿Y eso por qué?

—Porque mientes más de lo que hablas, porque hace meses que no sé nada de ti, porque… —No pude continuar, un grueso nudo se tejió en mi garganta. Nate se percató de mi estado e intentó acercarse—. ¡Ni un paso más! No te acerques. ¿No has hecho suficiente ya?

—Regresé. Estoy de vuelta, ¡maldita sea! —Reparé en cómo las venas de su frente se volvían prolijas—. Sé que he cometido errores y que he mentido. —Endulzó la voz—. Rough, al menos dame la oportunidad de explicarme.

—No quiero. Desearía darte una cordial bienvenida, pero fingir se me da fatal —sentencié y di la vuelta para salir de aquel lugar que me hacía sentir asfixiada.

—Necesitamos hablar.

—Acabamos de hacerlo.

—Así que vives con los becarios del curso. —El drástico cambio me tomó desprevenida.

Resoplé con fastidio, luego sonreí. A pesar de todo, la situación era divertida.

—¿Celoso, Nate?

—Preocupado —corrigió, irascible.

—Mira, me voy, que no llevo ni cinco minutos contigo y ya estoy hasta la madre.

—¡Mierda, Rough! Solo te pido un minuto, no te estoy diciendo que vuelvas conmigo. —Pasó las manos por su pelo—. Pero está bien, no te obligaré.

Mis pies se negaron a reaccionar. Mi mente dijo «vete» y mi corazón le gritó «calla».

Nathaniel Stone llegó una tarde de detención y cambió en instantes la forma monocromática en la que veía el mundo, trajo nuevos matices y colores y me hizo notar las luces de neón del universo, las mismas luces que fui incapaz de ver antes.

El ÁSPERO SUEÑO de ROUGH KIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora