CAPÍTULO 18 No esperes nada, igual vas a decepcionarte

20.4K 2.4K 751
                                    

Marshall suele decir que hasta el metal más resistente y duro tiene grietas, que hacernos de hierro no nos vuelve impermeables y que aguantar en silencio el dolor te hace más vulnerable.

Retener las lágrimas agrietó mis sentimientos, pretender ser fuerte me quebró, y ahí estaban mis heridas, expuestas, ardiendo por la sal que Loryn había arrojado con sus palabras.

—¿Estás bien? —inquirió Tobyas. Ante mi silencio, agregó—: Lo siento si te ha molestado.

«¿Tobyas siendo agradable? ¡Que alguien le tome la temperatura! Debe estar muy enfermo».

—No me ha molestado —aclaré—, pero preferiría no responder.

—De acuerdo. Quizás sea un poco tarde para decirlo, pero hoy estás hermosa.

—¿Hoy? —pregunté—. ¿Eso significa que el resto de los días he estado horrenda?

—Bastante, sí. —Alzó las cejas, divertido.

—Tú sí que sabes halagar a una chica, campeón.

Me guiñó un ojo, luego abrió la puerta de su habitación.

—Después de ti. —Se apartó a un lado para dejarme pasar.

—Vaya, ¡que limpio! —exclamé, absorta en el cambio que había dado su dormitorio. Nada de ropa en el suelo o latas de bebida energética. Incluso olía bien—. Era un caos la última… —Enmudecí al percatarme del error que acababa de cometer.

«Estúpida», tuve ganas de abofetearme.

Tobyas enarcó una ceja y frunció el entrecejo.

No le permití preguntar.

—Quiero decir... —rectifiqué—… que viniendo de ti me esperaba encontrar una catástrofe.

—A algunos nos gusta el orden —ironizó—, no como cierta chica que tiene por habitación una jungla.

—Jumanji le dicen.

Me sonrió y, aún cuando lo hacía, noté que no quedó del todo convencido.

Eso me hizo recordar su charla al teléfono. Había tenido tanto placer las últimas semanas que me había olvidado por completo de mis dudas con él. Fuera como fuese, lo nuestro era físico, sexo duro sin sentimientos y me daba igual que él fuera un espía del gobierno, un feérico, un vampiro, un elfo doméstico, Spiderman o un príncipe de la mafia. Igual íbamos a follar.

Me arrojé de bruces a su cama.

—¿Qué pasa? —inquirí al cabo de unos minutos.

—¿Qué pasa de qué?

—Me estás mirando.

—¿Es ilegal? —rebatió.

—Debo gustarte mucho, ¿eh?

—No tienes la menor idea.

Mi pulso se aceleró.

—Ayer soñé contigo.

—¿Qué soñaste? —preguntó él, se acostó a mi lado.

—No te puedo decir.

Tobyas emitió una leve risita.

—¿Cuántas veces te follé en tus sueños?

Lo miré de soslayo.

—Como quince.

El pelinegro me agarró por la cintura.

—Adoro tu sinceridad —musitó, coqueto—. Si quieres, podemos hacer realidad tu sueño.

El ÁSPERO SUEÑO de ROUGH KIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora