CAPÍTULO 26 Un topo en Marble Anne

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Bajé corriendo las escaleras, con una barra de chocolate a medio comer sujeta con los labios, la tarea de historia de la música en una mano y mis botas en la otra.

Estaba exhausta y el agotamiento se reflejaba en las bolsas violáceas debajo de mis ojos. Entré a la limusina arrastrando los pies. Ocupé el sitio de siempre, al lado de Anton. El castaño me observó y sonrió antes de fingir un ictus para desparramarse por el asiento.

Hice un esfuerzo infructuoso por ser fuerte y no reír, pero fue inevitable.

Había mantenido las distancias, no quería darle la impresión errónea de que estábamos bien. Él, de los tres, era el que me costaba más evitar. Las preguntas siempre eran las mismas: «¿hice algo que te incomodó?» o «¿ya no somos amigos?»

Alguien se aclaró la garganta con énfasis.

—¿Se te pegaron las sábanas, señorita? —La voz de Tobyas hirió mis tímpanos—. A quien se le peguen las sábanas, se va caminando. ¿Recuerdas? Te toca una larga caminata, Rough.

Me puse las gafas de sol de Anton y me recosté, decidida a terminar de dormir.

—Mírame, ya estoy caminando a la academia.

—Buena dosis de cinismo mañanero. Me siento revitalizado. Gracias, Rough.

—De nada, campeón.

—¿Qué haría yo sin ti? —soltó, sarcástico.

—Nada, soy la razón por la que vives.

Percibí un ligero agitar en mi brazo.

Abrí los ojos solo para toparme con el inexpresivo rostro de Tobyas, quien me escudriñaba a una distancia peligrosa de mi cara. Retrocedí, o al menos lo intenté, porque estaba acostada en el asiento del auto y solo conseguí enjaularme aún más entre sus brazos.

—Potente el sueño, ¿eh?

—¿Qué intentas, Regan? —Me incorporé con cuidado de no tocarlo.

—Despertarla, señorita. —Levantó mis piernas, las dejó sobre su regazo y se sentó.

—¿Dónde estamos?

—En Marble Anne. ¿Desde cuándo no duermes, Rough?

Recogí mis piernas. Tobyas sonrió, como si hubiera esperado mi reacción.

—¿Qué hacemos en casa?

—¿Desde cuándo no duermes? —reiteró en respuesta.

—¿Qué hacemos en casa? —insistí, sin ánimos de responderle.

—¿Desde cuándo no duermes, Rough?

—¿En serio, Tobyas? ¿Ahora vamos a jugar a esto?

—Respóndeme. —Permaneció un minuto en silencio y, al notar mi indisposición, añadió—: Las clases están suspendidas por la fiesta del fundador. La inauguración será este viernes en el ayuntamiento.

Exhalé, incómoda por la intensidad de sus ojos.

—Tres días.

El ÁSPERO SUEÑO de ROUGH KIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora