CAPÍTULO 37 Las niñas buenas también rompen cráneos

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No era la primera vez que tenía el cañón de un revólver contra mi sien.

No era la primera vez que me apuñalaban por la espalda.

No era la primera vez que me rompían el corazón.

—¿Qué demonios crees que estás haciendo?

Sabía que cuando alguien te apunta a la cabeza, pretende que no te muevas. Pero yo nunca hago lo que los demás esperan. Me levanté, el frío metal se adhirió a mi piel a un punto casi doloroso.

Tobyas no titubeó, su arma tampoco. Su mirada, fría y desdeñosa, me atravesó sin piedad.

—No me obligues a hacer esto más difícil para ti, Rough.

No hablaba como él, no actuaba como él, no parecía él.

—¡No puedo creer que estés haciendo esto! —el grito me escoció la garganta.

El pelinegro me agarró por el hombro con brusquedad y me obligó a regresar al asiento.

—Comienza a creértelo —declaró con una sonrisa ladina y macabra en los labios.

Aferré las manos a los pliegues de mi vestido. Necesitaba fuerzas para reponerme a la realidad; para aceptar que Tobyas empuñaba un arma, que me apuntaba, que me había apuñalado por la espalda.

—¿Por qué?

Él chasqueó la lengua.

A nuestro alrededor se desataba un caos, pero mi atención estaba en la seriedad imperturbable de sus facciones, en su mandíbula tensa, en la crudeza de sus palabras. No me importó tener un arma en la cabeza, no tuve miedo de morir.

—¿Realmente te lo creíste? —Un gesto amargo surcó su rostro—. Wow, Rough, no pensé que fueras tan estúpida. Aunque, con lo fácil que fue engañarte, creo que si lo eres. O, tal vez, solo estabas muy necesitada de cariño.

—Sí, me lo creí, y sí, estaba necesitada de cariño —acepté, a sabiendas de lo humillante que sería si no cerraba la boca—. Creí en ti, Tobyas. Confié en que no me traicionarías.

Él permaneció impertérrito. No parpadeó. No vaciló. No respondió.

—Eres un hijo de puta.

Intenté ponerme de pie, pero él estaba un paso por delante de mí.

—No te muevas, Rough. —Apretó el arma contra mi piel—. Pórtate bien por una vez.

—Eres Noah Smith, ¿no? —dijo Wade Gill, el guardia de antes, con los ojos en Tobyas.

El muy cabrón contestó con un asentimiento.

—Es un placer trabajar con los hijos de Nathan…

El hombre continuó hablando, pero sus palabras fueron perdiéndose.

Nathaniel Smith.

Noah Smith.

La verdad me golpeó con fuerza, y de repente todo comenzó a encajar. Ellos dos eran hermanos y habían planeado embaucarme desde el inicio. Pero ¿dónde estaba el macabro plan de Loryn? Ella gritaba a los guardias, pero la ignoraban. No respondían a Empire Luken, sino a Noah Smith y a su hermano Nathaniel.

—Wade, te quiero a ti y a los gemelos cuidando a los invitados.

—Dirás «rehenes», maldito imbécil —interrumpí.

Tobyas hizo una pausa para mirarme, luego continuó:

—Aten a los Doyles, y no le quiten un ojo a Rough Kim. Él llegara en cualquier momento.

El ÁSPERO SUEÑO de ROUGH KIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora