12.El aroma de la perdición

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12. El aroma de la perdición


ALONSO.

En la oficina de nuestro piso, mis compañeros discuten sobre un esquema dibujado en una pizarra. Las fotos de Zack Malone, Paul Archer y Edmond Bartis son las más grandes, seguidas por la de Antonio Wallace y otros directivos de menor grado. Todos los del equipo B estamos concentrados en estudiar a los sospechosos. Nadie es descartado. Los saludo y voy a mi mesa. Susan está en la mesa diagonal, viendo su laptop con la frente arrugada. De mi mochila saco un folder y lo deslizo en su dirección.

—¿Qué es? —masculla.

—La minuta de la reunión de más temprano.

Alza las cejas. No se esperaba que compartiera información con ella. Aquí cada pista que consigamos sirve para acumular puntos.

—¿Cómo tomó Azzarelli lo de Bartis?

Exhalo sonoramente y paso una mano por mí nunca.

—El señor Turner estuvo de acuerdo con Brad en no decirle, creen que es negligencia nuestra que se escapara por no haber ido preparados.

El semblante de mi compañera cambia, sopesando mis palabras. Teclea algo en su laptop y pide que me acerque. Rodeo la mesa, introduce el código personal de cada empleado de Searchix y, al ingresar en el sitio web, en su pantalla se reproduce una grabación.

¡Soy yo!

Es del jueves en el hotel... Edmond fija su mirada en la puerta, aparece su guardaespaldas, con impotencia veo cómo le hace la llave del sueño al idiota y luego lo deja tirado en el suelo. Me paso la mano por la nuca, recordando el miedo que sentí.

Ese tipo no es un novato, supo qué hacer para no matarme.

Paso saliva. El rumbo que está tomando el caso no me gusta nada.

—No estaría tan segura de llamarlo escape —detiene la grabación y señala la espalda de un tipo de complexión musculosa vestido con un gabán negro. No se le ve el rostro—. Estuvimos revisando el resto de las grabaciones de seguridad. Como dijiste, entró más de una persona al reservado. El ángulo no permite ver quién. Lo que no encaja es que Bartis fue sacado a la fuerza.

Le da play al vídeo y sí, se ve que el guardaespaldas le dice unas palabras y lo empuja fuera del reservado.

—¿No escapó? —frunzo el ceño.

—O todo fue un teatro para hacernos creer eso. Hay muchas formas de interpretar la escena.

Volvemos a ver el video un par de veces más.

—Alguien tuvo que haberlos visto —camino de un lado a otro, pensando—. En las salidas. Estacionamiento, no sé, pasillos ¿Nada?

Niega con la cabeza.

—Seguimos en ello. Los del hotel se han mostrado algo reacios con los investigadores por la privacidad de los huéspedes. ¿Qué decidieron en la reunión?

—El señor Turner ordenó volver a revisar todo para encontrar otra pista —me apoyo en el borde de la mesa y cruzo los brazos—. Por un lado, está la herencia del tío de Bartis. Llamé a la seguridad social. Es verdad.

—Esa cuartada no sirve mientras existan los registros bancarios. Solo hay una forma de descartarlo como sospechoso y es que logre probar que no conspiró para sacar dinero. Hay que encontrar más pruebas.

—¿Y si no tuviéramos que repasar nada? —Me mira sin comprender—. Cuando hablamos con él aseguró que todas las transacciones fueron autorizadas. Tiene sentido. Usar empresas fantasma es un procedimiento legal hasta cierto punto. Basta con averiguar cómo efectúan la evasión de impuestos en Alphagine y ASysture —explico—. Hablaré con Brad para que considere convocar una reunión con Paul Archer y tratar el tema con sus gerentes.

Escabrosa Penumbra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora