20. Magia.
ALONSO.—Me niego a contestar bajo la quinta enmienda —zanja Bartis, obstinado.
Suspiro.
—Muy bien, siguiente pregunta —Astrid no se inmuta—. ¿Por qué desapareció un minuto después de haber aceptado colaborar?
Silencio.
Astrid, cumpliendo su rol como abogada del equipo B, lleva casi dos horas intentando hacer que Edmond Bartis confiese algo, cualquier cosa que nos sea útil; sin embargo, el único resultado que hemos obtenido es la pérdida de la paciencia de Brad.
—La grabación y el testimonio de mi compañero certifican que usted fue sacado a la fuerza —continúa ella—. ¿Fue un drama montado o lo secuestraron? Si fue así, entonces, ¿quién quiso impedir que usted declarara? ¿Por qué nadie reportó nada?
Bartis se queda callado.
—¿Lo amenazaron? Podemos ayudarlo, Edmond, con tal que usted nos ayude a nosotros.
Sigue sin hablar.
—Mi cliente no responderá más preguntas —alega su abogado—. No estamos en una declaración.
—No, pero podríamos tomarla. O adelantar el juicio —salta Brad—. Depende de ustedes.
—Eso no está en sus manos.
—¿Quieres probar tu suerte? —Brad exuda confianza—. La pelea no será fácil. La buena noticia es que Madam Azzarelli está dispuesta a negociar una rebaja a los cargos siempre y cuando usted nos diga en este preciso momento quienes son los culpables.
El abogado le susurra algo al oído a Bartis. El niega con la cabeza rotundamente.
—No aceptaré nada que provenga de ella.
—Es su único trato. Acepte y confiese. Está siendo considerada, dado el hecho de cómo resultaron las cosas en Alphagine y ASysture.
—¿Considerada? —Bartis bufa, asqueado—. Estoy completamente seguro de que, una vez que obtengan lo que quieren, me dejarán pudrirme en la cárcel como si en realidad fuera un criminal. La forma en la que esa bruja maneja el liderazgo la convierte en una hipócrita —las venas en su cuello se marcan—. Yo no soy el villano.
—Sin embargo, sabemos que, voluntariamente o no, está involucrado —apunta Astrid.
Bartis y su abogado intercambian una mirada.
Por más que mis compañeros intenten negociar ninguno da señales de ceder, ni el acusado ni su defensor. O defensores, porque al igual que Regina, Edmond Bartis está protegido por una de las mejores firmas de abogados de la ciudad. Aunque tenga todas las de perder, el proceso será tedioso.
Bartis, quien segundos antes de yo perder el conocimiento, había accedido a colaborar, ahora está más cerrado que nunca. Su aspecto físico es deprimente. Luce demacrado. Delgado. Los investigadores lograron encontrarlo gracias a una llamada médica, pues, el hombre había sido internado de emergencia a un hospital por sobre dosis de drogas intravenosas. Lo primero que pensamos fue que intentaron asesinarlo. Varios estudios revelaron que antes de desaparecer su sistema estaba limpio. No era consumidor. Quien lo llevó al centro médico testificó que lo vio haciendo todo por cuenta propia; no obstante, teniendo en cuenta su estado de deterioro, su misterioso silencio y la respuesta "están a salvo de toda esta mierda" con respecto a la desaparición de su prometida y su familia, las hipótesis de que lo están coaccionando están lejos de ser descartadas.
Las cosas se están complicando.
Al terminar, el camino fortificado para regresar es el mismo. Después de salir del salón principal atravesamos una puerta custodiada por un tipo con un uniforme azul oscuro. Al entrar en la casa nos hicieron una inspección corporal y otros tres procedimientos.
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Escabrosa Penumbra ©
RomanceEscabrosa Penumbra Bilogía Reina Tomo I Para Regina Azzarelli, el mundo es su tablero de juegos. Una inversionista poderosa, arrogante y fría. Una fiera con un flamante estilo de vida que le permite una convivencia relativamente "estable" con los d...