35. Mi musa.

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35. Mi musa.

ALONSO.

Cuatro horas.

Llevo más de cuatro horas sentado en un muro del estacionamiento de torre Azzarelli jugando Minecraft. Sudor corre por mi frente. Temo perder mi armadura encantada. Olvidé equiparme con objetos de oro y ahora huyo de los piglin. No logro concentrarme al cien. Los últimos días madam Azzarelli no estuvo en la torre, intenté buscarla en su yate pero fue inútil. Nunca me permitieron el acceso al muelle.

Poco falta para las diez. Cabeceo. Estoy por rendirme cuando la veo caminar junto a su abogado. Me levanto de un salto.

—Sin contacto. —Me detiene el dinosaurio.

La versión de carne y hueso de Mikasa Ackerman también se interpone amenazante. Pronto diviso a dos tipos más y eso que el pingüino se quedó dentro del coche. Todos usan trajes oscuros e intercomunicadores salen de sus orejas. Regina pronuncia unas palabras en italiano y me dan vía libre. Debieron infórmale de mí, porque lejos de sorprenderse, luce molesta.

Julius mira la escena con gracia.

Abbiamo bisogno di lui con noi —le dice y se gana una mirada fulminante—. Me adelantaré para que hablen a solas —se dirige al Rolls Royce.

—Te estaba esperando.

—¿Acaso debería sentirme honrada? —Regina enarca una ceja—. Dispuse otro coche para ti. No puedes acompañarme.

—Regina...

Levanta la palma y avanza.

—Llevo prisa.

—¿Por qué el aumento de seguridad? —soy directo.

—¿Tus superiores no te informaron?

—También eres mi jefa, ¿no? —Me mira de reojo—. ¿Qué fue lo que pasó en realidad?

—Umm. Repite que soy tu jefa y tal vez... —Ríe, cínica y acomoda el bolso en su hombro—. Olvídalo. Las medidas nuevas llegaron para garantizar un desarrollo seguro de las actividades laborales, querido. Nada más.

—Escáneres de alta gama que te ven hasta los huesos, guardias que parecen agentes secretos, canes entrenados, detectores de armas y drogas... Da la sensación de que convertiste el edificio en una fortaleza de donde nadie entra y nadie sale sin tu permiso. Estamos en torre Azzarelli no el área 51 o corporación Umbrella.

Regina chasquea la lengua. Se detiene y me encara, furiosa.

—¿Qué parte no captas de que no hablaré aquí del tema? —gruñe entre dientes y revisa su alrededor—. ¿Olvidas que no pueden vernos juntos? Ya habrá tiempo para aclaraciones. No es mi problema si no puedes esperar.

Mis pensamientos razonables se desvanecen. En sus ojos noto que el asunto va más allá de lo que imaginé. Trago saliva, desarmado. La detallo y en su rostro encuentro los vestigios de una mujer cansada anímica y físicamente.

—¿Tú estás bien? —susurro, preocupado.

—¿Qué? —Frunce el ceño.

—Tú, Regina, —Me acerco.

—¿Yo qué?

—Una cosa es implementar seguridad "preventiva" en la torre y, otra muy diferente, blindarte con tipos enormes y una waifu ninja. No me des explicaciones, sólo dime si te encuentras bien.

Sus facciones se contraen por la confusión.

—¿No estabas preguntando por la torre?

—Me importa más tu bienestar —admito.

Escabrosa Penumbra ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora